Opinión

¡Vamos, Barinas!

Es el momento de que los barineses demuestren -en nombre de toda Venezuela- que estamos hartos de Maduro y de todo su séquito. La respuesta y la esperanza la podrán dar ellos al salir a votar

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A los venezolanos lo único que nos falta que nos pase es un terremoto. La verdad es que no ha habido un movimiento telúrico, pero definitivamente han ocurrido, no uno, sino varios terremotos en nuestra vida como nación.

Ahora en enero vienen las elecciones en Barinas y a propósito de ellas, quiero recordar lo que pasó en 2005, cuando la mayoría decidió abstenerse en las elecciones parlamentarias. La oposición, en el término de año y medio, pasó de tener cuatro millones de votos a tener cero votos, por su propia decisión de haberse retirado de las elecciones. ¿Cómo se les puede pedir a los seguidores que no voten?… «Suicidio post mortem», lo definió Luis Alberto Machado en su momento.

Los muchos diputados de la oposición que fueron aguerridos, valientes, dedicados y luchadores, que denunciaron e investigaron hechos terribles, quedaron guindando. ¿Qué ganancia efectiva y práctica obtuvimos de esa retirada? El hecho verdadero es que la Asamblea se tiñó de rojo, que la abstención no la ilegitimó, y que, en la carrera presidencial del 2006 -que ya había arrancado- los posibles candidatos de la oposición volvieron a cero. Sí, a cero. No hubo manera de que rediseñaran sus estrategias.

El gobierno, por su lado, vio una vez más reducir el número de sus votantes a pesar de la milmillonaria campaña electoral, a pesar de que Chávez les levantó la mano a todos sus candidatos y a pesar de las amenazas de despido por parte de muchos militantes del oficialismo. Pero eso no importó, sencillamente porque la abstención jamás ha deslegitimado nada, ni en Venezuela, ni en otro lugar del mundo.

Recién electa la nueva Asamblea, había todavía quienes se preguntaban quién ganaba y quién perdía… ¡Pues ganó de calle el chavismo, porque esa abstención les dio la plataforma para -legalmente- escoger todos los poderes! El CNE, el Fiscal general, el Defensor del Pueblo, el Contralor y los Magistrados del TSJ, todos rojos, rojotes. Y desde entonces estamos en caída libre, hacia un fondo que no tiene fondo.

La mitad del país quedó sin representación en la Asamblea Nacional. Solo los chavistas estaban representados. En ninguna parte del mundo, ni siquiera en México en los tiempos de la hegemonía del PRI, se vio semejante situación. Lo peor es que se mantuvo durante varios años la imagen de democracia frente al mundo internacional, con una asamblea que pertenecía al partido de gobierno en un ciento por ciento.

El caso de Barinas ya es emblemático. Allí se han dado juntas todas las marramuncias a las que el chavismo nos tiene acostumbrados. Es obvio de toda obviedad que Freddy Superlano ganó las elecciones y que el chavismo no estaba dispuesto a entregar el terruño del comandante eterno, en el que la familia Chávez ha reinado de manera absoluta desde hace 20 años. Por eso inventaron lo de la inhabilitación suya, la de su esposa Aurora Silva de Superlano, quien jamás ha ejercido un cargo público, y la de Julio César Reyes. Por eso mudaron a Arreaza y a Fermín contraviniendo la Ley Electoral. Van con todo y contra todos los que se le opongan.

Ahora es el momento de que los barineses demuestren -en nombre de toda Venezuela- que estamos HARTOS de Maduro y de todo su séquito. La respuesta y la esperanza la podrán dar ellos, quienes, interpretando el sentir y las necesidades del pueblo, ojalá salgan a votar y estén dispuestos a dar el todo por el todo. Tendrán a toda Venezuela de su lado.

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