
El 15 de diciembre de 1999 fue un día electoral manchado por la fatalidad. Mientras el expresidente Hugo Chávez celebraba la consolidación de su bandera política —la aprobación de una nueva constitución—, las lluvias en Vargas no tenían clemencia. Nunca la tuvieron. La victoria para el incipiente chavismo quedó manchada por las incesantes precipitaciones. Se convirtieron en el recuerdo más triste de los varguenses.