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Ven a mi casa esta Navidad

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Querido extranjero que hoy, día de Navidad, recibes a un venezolano en tu casa:

Quien se sentará a tu mesa esta noche es una persona que nunca pasó Navidades solo, hasta que tuvo que irse de Venezuela. Te explico: en los últimos diecisiete años nos hemos convertido en un pueblo de emigrantes. Un pueblo donde las familias están divididas. Donde los abuelos no ven crecer a sus nietos y los nietos no gozan de la alegría que es tener abuelos. Donde los hermanos toman caminos distintos y pasa mucho tiempo entre un encuentro y otro. Donde para los amigos es casi un ritual organizar despedidas. ¡Y cuánto duelen las despedidas! Tenía razón el poeta francés Edmond D´Haracourt cuando dijo que “partir es morir un poco, porque es morir a lo que se ama”.

Hay una canción que siempre me ha encantado, que se llama “Ven a mi casa esta Navidad”.

Tú que estás lejos de tus amigos,
de tu tierra y de tu hogar,
y tienes pena, pena en el alma,
porque no dejas de pensar…

¿La conoces? La cantaba Luis Aguilé y siempre que la escucho me produce sentimiento. ¿Sabes por qué? Porque desde que yo era pequeña hasta ya bien entrada mi adultez, no podía concebir que alguien pasara las Navidades lejos de su hogar, porque en Venezuela todos pasábamos las Navidades en familia. Sentía pena por quienes las pasaban separados. Pero ahora en Venezuela es distinto…

Ese venezolano que se sienta hoy en tu mesa tuvo que decirle adiós a muchas cosas importantes, como a hacer las hallacas en su casa, una tradición familiar donde hasta los más pequeños ayudan, así sea colocando las pasitas. Y aunque lo más probable es que tu invitado haya hecho hallacas allá, para no sentirse tan lejano, las hallacas no le sabrán igual porque fueron cocinadas en un fogón ajeno, sin familia que acompañe y ayude. Y una hallaca no sabe igual si se come en otra parte, porque tiene un ingrediente adicional: la nostalgia…

Tú que esta noche no puedes
dejar de recordar,
quiero que sepas, que aquí en mi mesa,
para ti tengo un lugar.

Gracias por recibirlo, amigo extranjero. Los venezolanos siempre tenemos un lugar en nuestras mesas para quien no tiene familia con quien celebrar la Navidad.

Ese venezolano que pasa contigo la Navidad tiene toda la tristeza del mundo encima. No lo juzgues si lo notas melancólico. Te aseguro que no es por ti, es porque está pensando en su casa, en su familia tal vez en muchos sitios distintos. En la mesa de su casa en Venezuela habrá un lugar vacío y muchas mentes puestas en donde tú estás…

No vayas solo por esas calles,
queriéndote aturdir,
ven con nosotros y a nuestro lado
intenta sonreír.

Sí, va a sonreír. Seguramente te llevará sus canciones navideñas, para que las conozcas. Tenemos aguinaldos hermosísimos, gaitas que ponen a bailar a todo el mundo y también cantamos, como tantos otros en el mundo, Noche de Paz.

Te contará de los nacimientos, que es nuestra tradición más antigua junto a las hallacas. De cómo se abren espacios en algún lugar de la casa para colocar el belén. De las paraduras del niño y el Día de la Candelaria que marca el fin de la Navidad.

Sí, amigo extranjero, ese venezolano a quien invitaste tiene un acervo de costumbres navideñas y muchas navidades de su vida pasadas en familia. Gracias por haber tenido la deferencia de invitarlo. Gracias por recibirlo en tu casa. De verdad lo necesitaba. Gracias por haberle dicho “ven a mi casa esta Navidad”…

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