Internacionales

Venezolanos de segunda generación se refugian en Panamá

Por Mariángela Velásquez, desde Panamá.- La estabilidad económica y social de Panamá ha generado un creciente flujo migratorio de venezolanos que se cansaron de lidiar con la crisis de su propio país. Expertos sugieren que ese éxodo de los que apuestan por comenzar de nuevo alcanzaría a 150 mil personas, pero no existen estadísticas precisas porque buena parte desembarca con pasaportes de otra nacionalidad.

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Corina Marín es una de los miles de venezolanos que viven actualmente en Panamá. No hay un día en que no extrañe al Ávila, a su familia y a Bali, la perrita Lhasa Apso que dejó al cuidado de su madre. La inestabilidad política, la inseguridad y la imposibilidad de independizarse económicamente a sus 32 años la impulsó a tomar un avión en julio de 2014 para comenzar una nueva vida en este país centroamericano.

«Me sentía estancada en Venezuela. Por una parte, me costaba muchísimo independizarme y evolucionar a nivel personal. Por otro lado, me afectaba mucho la situación del país», expresó esta caraqueña egresada en Educación Integral de la Universidad Católica Andrés Bello, merecedora de la distinción de mejor maestra del municipio Baruta en el 2013, sobre sus motivaciones para emigrar.

Aunque Marín nació y creció en Venezuela, en Panamá es costarricense. Apeló a su doble nacionalidad y al pasaporte que heredó de su padre para ingresar al país y solicitar su residencia permanente mediante el convenio de países amigos entre Costa Rica y Panamá. Al momento de tramitar su permiso de trabajo, la educadora fue contratada como profesora de inglés en un reconocido colegio.

«Con ese sueldo puedo pagar mi vivienda, mis gastos y hasta pagar las cuotas de un carrito», dijo Marín, quien ve muy remota la posibilidad de regresar a Venezuela.

Ibéricos criollos

Leonardo Falcón es otro venezolano que no será contabilizado como un criollo en las estadísticas. Entró a Panamá en septiembre 2014 como español aunque es margariteño. A sus 24 años, y con 9 semestres de Contaduría cursados, decidió tirar la toalla en Nueva Esparta y probar suerte en Panamá.

«Me vine a Panamá en búsqueda de crecimiento personal y de estabilidad económica. También por la situación actual del país, como la escasez, la inseguridad e las injusticias. Pero me vine principalmente para ayudar a mi familia económicamente y pensando en un futuro poder traérmelos para Panamá», expresó Falcón, quien ahora trabaja reparando celulares.

Los escasos ahorros de Falcón se esfumaron al cambiar sus devaluados bolívares en el mercado paralelo de divisas porque la economía panameña funciona en dólares, aunque nominalmente la moneda oficial es el Balboa. Al poco tiempo de llegar tuvo que pedir dinero prestado para pagar sus gastos mientras comenzaba a generar ingresos. «Lo que gano ahora apenas me da para los gastos, así que aún no he podido pagar la deuda poco a poco».

Familias enteras también se han sumado a la ola migratoria. Antonio Napoli y Liliana Pinilla vendieron su apartamento en Maracay hace 5 meses y se mudaron con sus tres hijos varones de 20, 15 y 11 años. Napoli, ingeniero de 50 años hijo de italiano y española, optó por tramitar su residencia con su pasaporte español, mientras que Pinilla, de 47 años, prefirió aplicar como profesional extranjero. Su hijo mayor comenzó de cero su educación superior, aunque en Venezuela tenía 5 trimestres aprobados en la Universidad Simón Bolívar.

La situación económica de la familia Napoli Pinilla vio afectada por la merma de las ganancias de su empresa constructora, por la escasez de materiales y a la imposibilidad de acceder a contratos de envergadura porque eran acaparados por personas vinculadas al gobierno, relató Pinilla. «Yo tenía un sueldo de dolor como docente en el Ministerio de Educación y tenía que atender niños en mi casa, además de hacer dulces, pero me mantenía allí por las bondades del seguro y el Ipasme».

«Las razones para emigrar fueron muchas, pero lo hicimos principalmente buscar una mejor calidad de vida para nuestros hijos», dijo Pinilla, quien es la única de su grupo familiar que permanecerá en Panamá como venezolana.

Valenciana suiza

El peregrinaje de Larissa Nobile por cinco farmacias de Valencia, estado Carabobo, para conseguir un antibiótico para su hija de cinco años fue el episodio que determinó su decisión de emigrar. «Ese día se me dispararon las alarmas y me pregunté qué haría si mi hija o mi esposo se enferman de gravedad. ¿Tendré los recursos para salvarles la vida?».
Nobile y su hija Rebecca emigraron a Panamá como suizas, mientras que su esposo, Jesús García, solicitó su residencia como venezolano jubilado.

Reconoce que comenzar una nueva vida en otro país tiene sus bemoles. «No es fácil desprenderse de los suyos, de los afectos, de las historias y de los recuerdos que, al final son tu sostén emocional y no caben en dos maletas. Pero hubo razones de peso que le ganaron a los apegos. Sobrevivir versus vivir».

Venezolanos venezolanos

Nadie sabe a ciencia cierta cuántos venezolanos se han mudado a Panamá. Esta cuantificación es complicada porque ciudadanos de unos 40 países pueden solicitar residencias permanentes mediante tratados de amistad pero Venezuela no es uno de ellos. Por ese motivo, los venezolanos hijos de inmigrantes guardan su pasaporte vinotinto e ingresan con los documentos de su segunda o tercera nacionalidad.

«No existe públicamente un control de las aplicaciones migratorias de venezolanos en Panamá, siendo además que muchos de los venezolanos no aplican como tales, sino bajo dobles nacionalidades como la portuguesa, italiana y española . Se presume, en todo caso, la aplicación de unos 150.000 venezolanos hasta la fecha en el país y aumentando», reveló Humberto Estribi, abogado especializado en migración del bufete Panamá Global Solutions.

Los venezolanos que no tienen el comodín de la doble nacionalidad pueden residenciarse legalmente en Panamá bajo la modalidad de profesional extranjero, jubilado o inversionista, pero la lista de requisitos para garantizar el éxito del proceso es un poco más extensa, advirtió Estribi.

Aún al excluir a los venezolanos que nunca figurarán en las estadísticas porque están registrados con otra nacionalidad, la colonia de los que residen legalmente en este país se ha duplicado desde el Censo de Población de Panamá realizado en el 2010, que contó 7.497 venezolanos en el Istmo. El Servicio Nacional de Migración otorgó 2.061 permisos de residencias a venezolanos en 2014, la cifra más alta desde el 2009, cuando 2.208 venezolanos recibieron la autorización para vivir legalmente en el Itmo. Entre el 2009 y 2013, migración aprobó 7.710 permisos de residencias permanentes.

Sobre los venezolanos que ingresaron como turistas y se quedaron no existen cálculos ni proyecciones. Las autoridades panameñas registraron que de los 2 millones 272 mil extranjeros que ingresaron por puertos, aeropuertos y puestos fronterizos, 183 mil 831 eran venezolanos, la tercera nacionalidad más numerosa de visitantes después de los estadounidenses y colombianos. Entre 2009 y 2013, casi un millón de venezolanos viajaron a Panamá, reflejaron las estadísticas del Servicio Nacional de Migración.

¿Por qué Panamá?

La estabilidad económica, la seguridad personal y la cercanía geográfica de Panamá son algunos de los aspectos que atraen a los inmigrantes venezolanos. El Instituto Nacional de Estadística de la Contraloría General de Panamá publicó indicadores anuales alentadores en 2014, con una inflación del 2,6%, desempleo de 4,8% y un crecimiento del Producto Interno Bruto del 8,4%.

Con respecto a la delincuencia, Panamá es uno de los países más seguros de América Latina, con una tasa de 17,2 homicidios por cada 100.000 habitantes en 2014, según cifras del Sistema Nacional de Estadísticas Criminales.

«En Panamá nos sentimos más tranquilos. En Valencia teníamos que correr ansiosos de la puerta del edificio de mi mamá hasta el carro para dificultarles a los ladrones y secuestradores su trabajo», expresó Nobile, quien se desplaza en transporte público en Ciudad de Panamá.

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