Salud

Venezuela lo mató: corresponsal de 38 años muere sin atención médica

Ángel Cedeño tenía 38 años, llevaba 20 años casado con su mujer, Viviana y tenía tres hijos pequeños. Sus últimas horas fueron una lucha por encontrar un hospital en el que ser tratado. No tuvo suerte con los dos primeros en Caracas. Así es el día a día. Todo comenzó un jueves. Comenzó a sentirse mal y de repente se desmayó. No tuvo suerte con los dos primeros, narra Telecinco, de España.

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Ángel Cedeño, corresponsal muerto en Caracas

El periodista Ángel Rafael Cedeño, corresponsal en Venezuela del grupo europeo Mediaset, Telecinco y Nius.com, murió a sus 38 años de edad, agravado por la falta de atención médica adecuada en colapsados hospitales públicos de Caracas, informaron medios españoles.

El jueves 23 de septiembre, el periodista se desmayó tras un malestar y acudió a dos hospitales en Caracas «en los que no quisieron atenderle».

Finalmente, consiguió que le atendieran en el Hospital Clínico Universitario, donde le trataron «a patadas» y en «condiciones infrahumanas», según publica Telecinco en su página web.

«No podía respirar, pensé que iba a morir. Y así tocó recorrer otros hospitales hasta llegar al Clínico Universitario donde me atendieron a las patadas y en condiciones infrahumanas. Allí los pacientes Covid y no Covid permanecen en un mismo lugar (…) Venezuela es enfrentarte a un sistema de salud colapsado. Una cosa es que lo digamos en un reportaje y otra que lo vivamos en carne propia”, le escribió Cedeño a sus colegas el mismo día de su desmayo.

Muerte absurda

En Venezuela es más probable  morirse por falta de atención médica a una enfermedad curable o prevenible que por la enfermedad misma. Así lo testifican familiares y amigos de personas que a diario fallecen en los arruinados hospitales del Estado, donde escasea de todo, desde personal calificado hasta suturas, agua, electricidad y limpieza.

Y para entrar y permanecer en clínicas privadas hay que estar amparados mediante compañías aseguradoras que cobran primas en dólares. Este es «un lujo» que muy pocos se permiten pagar.  En medio de la atroz hiperinflación, las sumas aseguradas por la mayoría de estas pólizas con cobertura en dólares o en su equivalente en bolívares suelen agotarse a los pocos días de una hospitalización básica.

«Ángel narraba el día a día de Venezuela, pero su muerte evidencia también las lagunas sanitarias en un país devastado. Esa realidad que Ángel acabó sufriendo en sus carnes la mala situación de su país en sus últimas horas de vida. Nunca sabremos si aún estaría vivo de no haber estado allí», dice Telecinco en su crónica.

«Cuando consiguió que le atendieran, le dijeron que no sabían qué le pasaba y lo mandaron a casa. Reposo y amoxicilina, uno de los pocos medicamentes que se encuentran en las farmacias. No llegó a que le hicieran ninguna prueba. Venezuela lo mató», agrega.

Aquí no hay nada

La periodista Esther Yáñez, su colega y predecesora en Caracas como corresponsal para Nius, narra la repentina muerte de Ángel Cedeño:

«A Ángel no le pasaba nada, aparentemente. Un jueves comenzó a sentirse mal y de repente se desmayó. Se embarcó en el periplo habitual de buscar un hospital que le atendiese en Caracas. No tuvo suerte con los dos primeros, donde le dijeron que ni siquiera había médicos. En los hospitales públicos de Venezuela hay poca cosa. Ni agua, ni sábanas, ni medicamentos, ni médicos. En los privados sí hay, pero cuestan mucho dinero y apenas un 2% de la población puede permitírselo».

«Son demasiados años de crisis, de corrupción salvaje, de incomprensión; y demasiados días tachados en el calendario por inercia, agrega.

«Ángel era un tipo increíble, en todos los sentidosy experto en contar la realidad de su país. Lo hacía como nadie porque la sufría como cualquiera», dice Yáñez en su esquela.

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