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Venezuela en Tokio: un oro casi seguro y la asistencia más baja del chavismo

Para el momento de escribir estas líneas, había 22 atletas clasificados a Japón: la cifra quizás aumentará en una docena, pero aún así será el punto más bajo en 30 años. Probablemente es lo más sensato en un país sumido en todas las emergencias posibles, y cuyas mujeres necesitan un símbolo femenino que no sea una adolescente preñada: habemus Yulimar

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Yulimar Rojas

Un conflicto por un mundo más equitativo —y donde no se imponga siempre la fuerza bruta— se libra en este momento. Creo que es una causa justa, aunque a muchos hombres de otra generación nos resulta a veces antipática. El deporte olímpico también ha sido un escenario.

Venezuela tiene tres medallas de oro históricas. Todas de machos, todas de deportes con algún grado de agresión: “Morochito” Rodríguez (boxeo en México 1968), Arlindo Gouveia (taekwondo en Barcelona 1992), Rubén Limardo (esgrima en Londres 2012). Se podría decir que en Tokio 2021 hay una medalla femenina científicamente mucho más pronosticable que esas tres anteriores. Pero por supuesto, tiene que ocurrir antes.

Yulimar Rojas llegará a Japón con 25 años. Ganó ya plata en salto triple en Río 2016. Su adversaria histórica, la colombiana Catherine Ibarguen, también está clasificada para Tokio, pero ya está en el lógico declive natural (35 años). Tomando en cuenta las marcas bajo techo y a cielo abierto (en el atletismo de los Juegos Olímpicos se compite en la última modalidad) en 2020 y 2021, nadie se acerca a los 15,43m de Yulimar (récord mundial indoors). La más cercana es Shanieka Ricketts (Jamaica) con 14,63m.

yulimar rojas
Yulimar es la gran esperanza

Es cierto, Yulimar ha estado de bajo perfil en 2021, pero es un poco como funciona su deporte. Los atletas no son máquinas. Tienen altibajos a lo largo del año. Se supone que la planificación de 2021 por parte del equipo de Yulimar es para llegar a Tokio (julio-agosto) en la mejor forma posible y tumbar el récord mundial absoluto (15,50m de la ucraniana Inessa Kravets en 1995). Sería un orgasmo múltiple: algo así como ver a Yulimar con este escote (perdón, lectora femenina). Puede pasar. Puede no pasar. En los Juegos Olímpicos hay patinazos célebres. Esta no es una ciencia exacta. Aunque se le parece.  

El chavismo toca fondo

Los Juegos Olímpicos de la pandemia comenzarán el 23 de julio. Yulimar debería ganar el primer oro femenino venezolano el 1º de agosto.

En contraste, para el momento en que escribía estas líneas (7 de abril), Venezuela tenía apenas 22 clasificados a Tokio:

Voleibol masculino (equipo de 12 jugadores)

Atletismo (2): Yulimar y Robeilys Peinado

Karate (1): Antonio Díaz

Esgrima (1): Rubén Limardo

Ciclismo BMX (1): Daniel Dhers

Remo (2): dos cupos masculinos

Ciclismo de ruta (1): un cupo masculino

Judo (1): un cupo femenino

Vela (1): un cupo masculino

Esta ha sido la participación de Venezuela por número de atletas en los últimos 40 años, de atrás para adelante:

Río 2016: 85

Londres 2012: 68

Beijing 2008: 108 (récord histórico)

Atenas 2004: 48

Sydney 2000: 50

Atlanta 1996: 39

Barcelona 1992: 26

Seúl 1988: 17

Los Ángeles 1984: 26

Moscú 1980: 37

Estamos empezando abril. Faltaban todavía un poco menos de cuatro meses para Tokio. Las cosas pueden cambiar. ¿Cuántos atletas más puede meter Venezuela en Japón? Un periodista que sabe mucho más que yo de actualidad olímpica, pero que prefiere reservar su nombre, me sacó este cálculo:

Atletismo: al menos tres o cuatro atletas más, entre ellos Lucirio Garrido (hijo), Rosa Rodríguez y la tiktoker Yoveinny Mota

Natación: es de esos deportes en los que los 205 países deben tener representación obligatoria (¿recuerdas la payasada del guineano Moussambani, probablemente peor que este redactor con pánico al agua profunda?), al menos un hombre y una mujer por bandera, aunque nuestras piscinas están en uno de sus momentos más bajos

Boxeo: quizás un cupo

Judo: quizás dos cupos más

Pesas: quizás tres cupos

Quizás Venezuela llevará a unos 33 o 34 atletas a Tokio, según este pronóstico. Sería la participación más baja en “revolución” y la peor desde la Cuarta República (los 26 de Barcelona 1992), cuyo fuerte, ya sabemos, no era el deporte olímpico.

Y probablemente era algo más sensato y racional: los gobiernos que tuvimos entre 1958 y 1998 no tenían como objetivo aferrarse eternamente al poner e imponer una visión ideológica al mundo, usando (entre otras cosas) el deporte como arma de propaganda.

En 2021, Venezuela es un país en emergencia humanitaria (previa a la pandemia), sanitaria, alimentaria, económica, migratoria, etcétera. No sé qué piensas tú, pero honestamente, ante este panorama, el deporte pasa a un segundo plano. Prefiero platos de comida para los niños.

¿Dónde se nota el declive?

Veamos algunos de los clasificados: Yulimar es un prodigio natural de la naturaleza al que luego pulió un entrenador cubano (Iván Pedroso), no un producto del “sistema deportivo venezolano”, si es que tal cosa existe en 2021.

Limardo tiene 35 años y recientemente estaba haciendo delivery para ganarse el pan. Antonio Díaz anda por los 40. Daniel Dhers (35) es una leyenda viva del ecosistema de los X-Games: nada más alejado del joropo. El voleibol masculino clasificó porque Dios es grande, con perdón de los ateos, y es 55% de la nómina olímpica actual.

Limardo ha tenido que ganarse la vida con otras tareas fuera del deporte

Llama la atención, a primera vista, el declive histórico de los deportes de combate, sobre todo el boxeo. Quizás sea mejor así: yo prefiero que una chama se fije en Yulimar Rojas (o en una científica) antes que un chamo quiera salir de abajo dando golpes. Prácticamente han desaparecido cosas como la esgrima, el judo y la lucha olímpica.

Nunca fuimos una potencia en natación, pero teníamos representantes decentes que ya no existen: Rafael Vidal, “Tiburón” Sánchez, Andreína Pinto. ¿Quedan piscinas en Venezuela? Solo pregunto. Nuestro primer olímpico fue un ciclista: Julio César León en Londres 1948. Tampoco quedan ya pedalistas como Daniela Larreal.  

Hasta el 7 de abril, este era el número aproximado de clasificados a Tokio de otros países latinoamericanos:

Brasil: 190

Argentina: 146

México: 111

Colombia: 36

Cuba: 28

Perú: 19

Honduras: 18

Chile: 16

Guatemala: 16

Jamaica: 14

Quizás esa es la liga que nos corresponde jugar: la de Chile, Perú y Honduras. No la de Cuba, Colombia o México. Y es lo más lógico. Casi 6 millones de venezolanos se han ido desde 2015. Nuestra economía per cápita ya es más pequeña que la de Haití.    

Unos juegos pavosísimos

Nunca he entendido eso de “algo huele mal en Dinamarca”, ya quisiera yo ser un danés, pero todo en Tokio ha estado oliendo a sushi podrido. Oficialmente debemos llamarlos “Juegos Olímpicos de 2020”, aunque se aplazaron un año por la pandemia: ya eso es demasiado pavoso. No podrán recibir visitantes extranjeros. El jefe del comité organizador (Yoshirō Mori) renunció luego de decir que en las reuniones se perdía tiempo por culpa de las mujeres. Otro miembro del comité organizador dimitió tras llamar Olympig (cerdita olímpica) a la comediante nipona Naomi Watanabe (pasa por su Instagram, es adorable).

Más allá de la catástrofe puntual de la pandemia, el olimpismo pasa por uno de sus peores momentos. Los hábitos de entretenimiento de la gente han cambiado. En general preferimos ver la final de la Champions League (o un resumen en YouTube) que un abanico de 33 deportes en su mayoría poco conocidos (el pentatlón moderno sigue por ahí), a menos que sea la final de los 100 metros planos. Muy pocas ciudades quieren ya echarse encima el muerto de organizar los Juegos Olímpicos: suelen generar protestas y rechazo entre los ciudadanos por su alto costo y tendencia a los guisos. Nada hay de novedoso en las próximas dos sedes: París 2024 y Los Ángeles 2028.

No estoy diciendo que los JJOO vayan a desaparecer. Pero algo tendrán que hacer para recuperar la ilusión.

No se puede descartar al veterano Antonio Díaz

Venezuela quizás tiene en Tokio su medalla de oro más calculable de todos los tiempos: la de una mujer. Y una mujer que no pelea sino salta. De resto, habrá una participación históricamente pobre en número, resultados y generaciones de relevo, a menos que glorias vivas como Antonio Díaz o Daniel Dhers saquen la casta. Con la excepción del escaso relevo, a lo mejor no es algo tan trágico. Tenemos otras prioridades.

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