Opinión

Venezuela y los 45 años de la caída de Saigón

La reunificación de Vietnam se inició con la toma de la capital de Vietnam del Sur, el 30 de abril de 1975, a manos de la guerrilla comunista. Los criterios del entonces presidente de EE UU, Richard M. Nixon, y del secretario de Estado para ese momento, Henry Kissinger, parecen ser extrapolables a la actual situación venezolana. Donald Trump asevera que la presidencia interina de Juan Guaidó perdió poder, contrariamente a lo que ocurre con Nicolás Maduro

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Le correspondió al presidente Richard Nixon plantear el retiro de las tropas estadounidenses de Vietnam del Sur de manera “inevitable”. Desde la presidencia de Eisenhower (1953-1961), paulatinamente se había incrementado la presencia de efectivos estadounidenses en Indochina, para evitar la expansión del comunismo de Vietnam del Norte en plena Guerra Fría. Se produjo así una “norteamericanización” del conflicto entre 1965-1968, bajo la presidencia de Lyndon B. Johnson (1963-1969).

El incidente del Golfo de Tolkin en agosto de 1964 -del que actualmente se duda si efectivamente ocurrió- entre barcos de EE UU y Vietnam del Norte, fue la excusa para solicitar al Congreso una ampliación de las misiones militares de asesoría, lo que marcó el comienzo de la intervención masiva en Vietnam, pasando de 60.000 a 500.000 efectivos en los momentos de mayor intensidad del conflicto, como al comienzo de bombardeos aéreos al Norte.

Nixon en Caracas. Fuente: Fotourbana.org vietnam
Nixon en Caracas

La ofensiva del Tet, iniciada el 31 de enero de 1968, fue un ataque masivo de la guerrilla comunista contra Vietnam del Sur. Kissinger sostiene que se trató de una ganancia técnica para EE UU, aunque no lo fue para la opinión pública de ese país. Desde ese momento, Johnson, quien aumentó la presencia de efectivos estadounidenses en Vietnam, también se planteó el retiro y gradual abandono del conflicto.

Visto al principio como un “presidente joven y progresista”, Johnson fue posteriormente acusado de atrocidades, mentiras sistemáticas y tendencia a la guerra, pese al hecho que su política hacia Vietnam fue la misma de Kennedy (1961-1963). Al final de su mandato, no podía presentarse en público, por lo cual no pudo ni siquiera asistir a la Convención Nacional del Partido Demócrata y declinó la reelección presidencial, lo que se aunó con las protestas contra la intervención estadounidense en el sudeste asiático, como apuntara Kissinger.

Debilidad de las democracias

En retrospectiva, Nixon alegaba que las democracias –occidentales– no están debidamente equipadas para librar guerras prolongadas. Contrariamente, las potencias totalitarias pueden obligar a su pueblo, mediante coacción, a luchar indefinidamente. Las democracias solo luchan bien mientras la opinión pública dé su apoyo a la guerra; este le será retirado si el combate se prolonga sin que haya signos de avances hacia su término. Nixon aseguraba que los medios de comunicación hacían la guerra impopular.

Con la finalidad de detener al comunismo, los EE UU apoyaron a distintos gobiernos, incluso a algunos no democráticos. El de Vietnam del Sur no fue la excepción. Refiere Nixon que al presidente Kennedy comenzó a “desagradarle más y más” la alianza gobierno de Ngo Diem (1954-1963). Este era catalogado como un ejemplo de represión y brutalidad, particularmente contra las protestas antibélicas protagonizadas por monjes budistas.

La presidencia de Diem, según Nixon, era “notablemente libre”, pero para los criterios de EE UU “no era completamente libre”. Las deficiencias del régimen de Diem fueron groseramente hinchadas, fuera de toda proporción, por “el periodismo irresponsable”. Diem seria derrocado y asesinado en noviembre de 1963. Poco tiempo después, Kennedy sería asesinado en Dallas. La caída de Diem trajo consigo inestabilidad política y caos en Vietnam del Sur, con repercusiones en toda Asia.

Política de “vietnamización”

Según Kissinger, el gobierno de Nixon, al retirar las tropas norteamericanas de Vietnam del Sur, liquidaba el compromiso de cuatro presidentes estadounidenses –Truman (1945-1953), Eisenhower, Kennedy y Johnson– que durante dos decenios la habían declarado vital para la seguridad de EE UU. Interpretó Nixon las protestas -generalmente violentas- antiguerra como obra de “los privilegiados” enemigos ideológicos de toda su vida y como la culminación de un ataque personal en su contra. De esa manera, Vietnam se transformó en una batalla política interna en Estados Unidos.

Henry Kissinger. Foto: The Independent

La salida estadounidense de Vietnam, conforme a la formula Nixon, puso fin al conflicto sin capitular y negociando, con Vietnam del Norte y la guerrilla del Frente de Liberación Nacional (Vietcong), la integridad del Sur. Ello no impidió la realización de acciones contundentes. Entre estas, la invasión e intervención a Camboya y Laos -1972- con la finalidad de acabar con los canales de aprovisionamiento del Vietcong en el sur, a través del denominado Sendero de Ho-Chi-Minh, o la intensificación de los bombardeos al Norte y el minado de la bahía de Haiphog, como medios de presionar en la negociación.

El 27 de enero de 1973, las delegaciones de Vietnam del Sur, de Vietnam del Norte, la estadounidense y el gobierno provisional de la República de Vietnam del Sur (el FNLV o Vietcong) firmaron los Acuerdos de Paz de París. Este hecho sería interpretado como un alto el fuego o un armisticio diplomático. Pero el conflicto continuaría latente, siguiendo la mecánica de los acuerdos de suspensión de hostilidades en la península de Corea.

Abandono gradual

Para EE UU, el acuerdo implicaba sustituir las fuerzas norteamericanas por tropas preparadas y asesoradas de Vietnam del Sur. Explicaba Nixon, en enero de 1973, que los miembros del Partido Demócrata en la Cámara de Representantes votaron 154 contra 75 para cancelar totalmente la asignación de fondos destinados a operaciones militares en Indochina, tan pronto se hubieran adoptados las medidas para el retorno de las tropas. Los miembros del Senado por el Partido Demócrata adoptaron una resolución parecida, con una votación de 36 votos contra 12.

La autoridad presidencial de Nixon, a partir de 1972, se debilitó por el escándalo Watergate. El 15 de agosto de 1973, quedó supeditado al Congreso. Era condición indispensable para sufragar los gastos de operaciones militares en Indochina que este lo aprobara. En la práctica, el Congreso eliminó toda posibilidad de acciones militares, para evitar violaciones de lo pactado en París.

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Kissinger refiere que en junio de 1973 el Congreso negó nuevos fondos para apoyar directa o indirectamente actividades de combate estadounidenses en Indochina. Los Acuerdos de Paris habían sacado a EE UU del conflicto militar, pero Vietnam del Sur dependía del apoyo norteamericano. El Congreso votó en contra de continuar la política de contención en Indochina una vez efectuada la salida de las tropas norteamericanas.

En noviembre de 1973, se aprobaría una resolución de interrumpir los bombardeos a Camboya y limitar la autoridad presidencial en caso de guerra, extendida a la presidencia de Ford tras la renuncia de Nixon. Este afirmaría que fue “realmente notorio” que dos años después de la firma de los Acuerdos de Paz de Paris, Vietnam del Sur pudiera seguir enfrentando al Vietcong sin el apoyo de las fuerzas norteamericanas en tierra o aire y con deficientes suministros.

La toma de Saigón

Durante 1974, los soviéticos suministraron de armas, municiones y material pesado a Vietnam del Norte y al Vietcong. Entretanto, el Congreso de EE UU reducía el apoyo financiero a Vietnam del Sur. El embajador estadounidense Graham Martin advirtió al Comité de Relaciones Exteriores del Senado que la disminución de la ayuda militar tentaría seriamente al Norte a intentar una ofensiva militar a gran escala contra el Sur, como en efecto sucedió.

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La Cámara de Representantes no aprobó la asignación de trescientos millones de dólares por ayuda militar suplementaria que el presidente Ford propuso, lo cual devastó la moral de las tropas de Vietnam del Sur y elevó la del Norte. El 30 de abril, las tropas del Vietcong y el ejército de Vietnam del Norte toman la ciudad de Saigón, capital de Vietnam del Sur.

“Venezolanizar” nuestro conflicto

Con respecto a la situación de nuestro país, se ha comenzado hablar de la necesidad de “venezolanizar” el conflicto, en referencia a la paulatina falta de importancia y atención que ha concedido el gobierno norteamericano al régimen de Nicolás Maduro. Algunas manifestaciones pareciesen sugerir tal impresión. La declaración del presidente Trump señalando que, sin dejar de apoyar a Juan Guaidó, presidente interino de Venezuela, enfatiza en que el líder opositor perdió fuerza. “Apoyo al que tenga el respaldo de los venezolanos. En este momento, Guaidó parece ser la persona elegida, pero perdió cierto poder”.

Pompeo

Las lecciones del conflicto vietnamita reflejaron, al inicio de la “guerra fría”, que los gobiernos estadounidenses iniciaron, con gran idealismo y “excepcionalísimo”, la defensa “del mundo libre”; sin embargo, posteriormente “sacaron cuenta” de si estas intervenciones eran “políticamente rentables”. Es decir, si esos conflictos serían tolerados por la opinión pública y cuáles serían sus incidencias en el Congreso.

La política exterior de EE UU está sujeta permanentemente al escrutinio de la opinión pública y a las repercusiones en lo electoral. Algunas decisiones pueden no resultar sostenibles en el tiempo. Los presidentes demócratas Kennedy y Johnson auspiciaron el aumento de tropas norteamericanas en Vietnam. Posteriormente, el Partido Demócrata, en ese momento en la oposición, exigió a las administraciones republicanas de Nixon y Ford retirarlas. Ello ocurrió por la presión del Congreso, que dominaban.

El escenario actual

Si bien actualmente el presidente Trump está afectado por la crisis de la pandemia del coronavirus -por lo cual ve comprometida las posibilidades de triunfo en las elecciones de noviembre-, la posibilidad de un cambio de perspectiva por parte de una eventual administración demócrata de Joe Biden, con relación a Venezuela y al gobierno interino de Guaidó, podría menoscabar el apoyo logrado.

Trump

Trump reconoce la debilidad del interinato venezolano presidido por Guaidó. Adicionalmente, la convocatoria a negociones hecha por el embajador James Story, quien insiste en la disposición de levantar sanciones siempre y cuando haya conversaciones entre las partes para llegar a comicios libres y justos -incluida la elección presidencial- muestra hasta qué punto el compromiso contundente y efectivo de EE UU en contra del gobierno de Nicolás Maduro, calificado de dictadura, pudiera conducir a Venezuela hacia la democracia, en atención a los lineamientos de la política exterior estadounidense.

Abogado UCAB. Lic. Estudios Internacionales UCV

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