Venezuela

¿A qué se enfrenta Venezuela con o sin Nicolás Maduro?

El presidente Nicolás Maduro está atrincherado y acorralado en el poder, pero intenta aferrarse en el cargo usando las instituciones que le quedan, mientras la oposición está obligada a acelerar sus acciones para sacarlo este mismo año, pues si lo hace en 2017 otro chavista o madurista completaría el período que ya cumplió su primera mitad, señala el politólogo y abogado Luis Salamanca, en un análisis de entorno para El Estímulo. “La Sala Constitucional se ha convertido en la última línea de defensa del oficialismo. El antiguo régimen resiste al cambio político apelando al poder que le queda dentro del Estado. Esto es clave para entender los escenarios, las vías y los disparadores”, señala el experto.

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Por Luis Salamanca

Mientras tanto, están latentes las posibilidades de un estallido social o de una acción militar que precipiten los acontecimientos.

Al abordar los escenarios de gobernabilidad para Venezuela en el resto de 2016, este investigador y doctor en ciencias políticas concluye que la capacidad de maniobra “institucional” del gobierno le da hoy una precaria ventaja frente a la oposición. Pero esa ventaja puede ser contrarrestada por una estrategia clara, decidida y pronta, de la coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) en torno a la propuesta de un referendo revocatorio. “Sin embargo, dada la explosividad del país, cualquier pronunciamiento social puede cambiar la dinámica política y precipitar otras situaciones”, concluye este especialista además en temas electorales. Salamanca, investigador en el área política y jurídica, sistema político, análisis de entorno político, consultor en materia electoral, aborda los escenarios constitucionales y los factores precipitantes que pueden apurar los escenarios, o provocar alguna “situación dramática” que modifique la dinámica política y las estrategias de los actores del chavismo y la oposición.

“El país entró en modo cambio político el 6D”, señala el experto al advertir que el calendario constitucional para este cambio y enfrentar la crisis es muy lejano, con las elecciones presidenciales programadas para 2018.

“Por ello la oposición se plantea buscar la vía constitucional de cambio más rápido, menos complicada, y que requiera menos intervención de los demás poderes públicos”, observa. “Maduro no saldrá del poder voluntariamente y, si sale, es mediante una operación que deje el control a otro chavista. De esto se desprende que el oficialismo opondrá toda la resistencia de que es capaz para impedir el cambio político”, señala Salamanca. Maduro argumenta que él es presidente de la República hasta 2019 y que está encabezando una “hermosa” revolución que requiere tiempo para madurar. Ciertamente su legitimidad se ha deteriorado, el hecho de que aumenten las solicitudes de renuncia por todas partes evidencia su pérdida de sustento político. Sus llamados constantes al pueblo para que lo apoye, desde 2015, han caído en oídos sordos, tal como se observa hoy cuando pide a sus seguidores que se rebelen y se manifiesten en contra de la oposición y no pasa nada.

Pese a todo, es el Presidente constitucional de Venezuela y ese es un dato que no hay que olvidar. Muchos lo ven fácil pero la operación no es nada sencilla. Ni para la oposición ni para el gobierno, puntualiza.

Estas son las claves del escenario venezolano según el análisis de Salamanca:

LA SITUACIÓN POLÍTICA ACTUAL

– Hay dos grandes variables: el colapso económico-social y la crisis política como producto de dicho colapso. – Los resultados de las elecciones del 6D mostraron la aspiración del país a buscar otro camino más allá del madurismo para enfrentar la situación lo que ha profundizado la crisis de Maduro.

– La situación económica y social no es una variable política en sí misma, pero provoca efectos políticos poderosos en la medida que la población llega al límite de sus posibilidades para alimentarse, curarse y cuidarse. – Las penurias sociales del pueblo generan intensa presión política ya sea para que el gobierno tome decisiones a fin de bajarlas, o para que la oposición plantee una estrategia política a fin de cambiar al gobierno; o para que su propio entorno político-militar se active para pedirle que haga algo. – La crisis política se expresa, por una parte, en la aspiración nacional a un cambio político general; y, por otra parte, en la resistencia de la clase gobernante a dicho cambio. – El oficialismo enfrenta una nueva correlación de fuerzas con el ingreso del enemigo político dentro del Estado, rompiendo el monopolio del poder institucional chavista de estos 17 años, e introduciendo un contrapeso al Poder Ejecutivo.

– Pero el madurismo no acepta contrapesos ni sabe compartir el poder; no guarda respeto por la institucionalidad y sabe que está perdiendo terreno en la vida política nacional y que los venezolanos entraron «en modo cambio» y están buscando nuevos representantes y nuevos gobernantes.

– Este desafío les plantea muchas incógnitas acerca de su presente y su futuro político, sobre todo, acerca de la posibilidad real de que el chavismo pierda el poder.

– El oficialismo luce acorralado por las dos crisis. Una socio-económica a la que no tiene respuesta –como quedó patentizado el 17 de febrero al anunciar las medidas- salvo que Maduro de un gran viraje, cosa improbable. La otra es la política: sólo le queda el atrincheramiento en el poder institucional que aún controla. Desde ahí va a resistir.

– El atrincheramiento le da cierto margen de maniobra, pues, la correlación de poderes 4 a 1 le permite evitar que la oposición actúe fácilmente y le siga sacando ventaja política entre la ciudadanía con su legislación social.

– Por esas razones Maduro no va a permitir la promulgación del paquete de leyes opositoras. Sobre todo impedirá, a todo trance, un cambio político institucional. – Acorralado y atrincherado son palabras que definen bien la situación del oficialismo. Pero tiene poder institucional. Y a punta de poder, van sacando la tarea, día a día. – ¿Por cuánto tiempo puede el oficialismo aguantar las presiones de las dos crisis? Esa es la pregunta clave. – Las redes sociales registran un clima tormentoso para el gobierno y en la opinión pública. – La manipulación institucional tiene la mecha corta y no da para garantizar la permanencia indefinida en el poder; en cualquier elección el oficialismo seguirá perdiendo terreno. Pero le sirve para ganar tiempo.

– De momento, su gran objetivo es salir ileso en 2016, alcanzar la orilla de 2017, año en el que sus probabilidades de sobrevivir son mayores. Por ello, en el mediano plazo, lo que le queda a Maduro y su grupo es buscar una salida negociada para intentar salvar el capital político que les dejó Chávez, hoy disminuido. En el corto plazo, el poder institucional puede ayudarlo a mantener a un gobierno que ha entrado en fase de descomposición de sus apoyos internos y externos.

– El acorralado oficialismo se atrinchera en los poderes públicos que domina y desde allí resiste al cambio y ataca a la oposición, sin importarle que tales ataques se lleven por delante lo que queda de institucionalidad y de constitucionalidad.

– Esto pone la confrontación política en el terreno del puro poder; al margen de la constitucionalidad y la legalidad, aunque los ataques oficialistas, o su autodefensa, se revistan de constitucionalidad mediante las sentencias del TSJ. La Sala Constitucional se ha convertido en la última línea de defensa del oficialismo. El antiguo régimen resiste al cambio político apelando al poder que le queda dentro del Estado. Esto es clave para entender los escenarios, las vías y los disparadores.

LOS ESCENARIOS POLÍTICOS

Son dos, con sus respetivas variantes:

– La permanencia de Maduro en la Presidencia de la República o su salida. El alcance de los escenarios tienen que ver con dos elementos: por una parte, que se pueda activar algún mecanismo constitucional para generar la falta absoluta del mandatario; por otra parte, el momento en el que se produce esa falta absoluta, dados los supuestos previstos en la Constitución. La oportunidad del cambio constitucional incide en su profundidad: si se da en 2016, hay una alta probabilidad de una sustitución efectiva del Presidente de la República por alguien de fuera del chavismo; si el cambio se da en 2017, Maduro puede dejar de ser Presidente pero sería sustituido por algún oficialista que terminaría el período. SI MADURO U OTRO CHAVISTA PERMANECE EN LA PRESIDENCIA

Este es el escenario óptimo de Maduro y el oficialismo y por el cual lucharán con todo el poder institucional que tienen, pese a la situación socioeconómica explosiva del país.

– Significa tratar de llegar hasta 2019 cumpliendo su período constitucional en medio de una virtual crisis humanitaria. El país se encuentra en una situación de anormalidad tal que hay dudas generalizadas acerca de que Maduro pueda lograr esto. Y hay presiones políticas de distintos sectores, externos e internos, en función de cesar el mandato constitucional del Presidente. El choque de poderes se profundiza.

– El gobierno obstruyendo por todos los medios la labor de la Asamblea Nacional y buscando pasar el 2016; la oposición tratando de impulsar una legislación que ayude a la recuperación económica y social y pensando en una vía para sustituir a Maduro.

– Dentro de la oposición hay quien piensa que la estrategia es seguir acumulando fuerzas para ganar todas las elecciones de aquí hasta el 2018, cuando tendremos la próxima contienda por la Presidencia de la República.

– Muchos piensan en estos términos sea porque no hay que apurar los lapsos, sino que hay que dejar que “maduren” las condiciones; otros porque piensan que Maduro debe cargar con el muerto. Por su parte, el gobierno juega a llegar al 2019 estirando la arruga, con sus “políticas económicas y sociales”, del tipo del 17 de febrero de 2016.

– El problema de este escenario es la capacidad de aguante de la población debido a la escasez, el desabastecimiento, la inflación, la inseguridad y ahora las crisis del agua y de la electricidad. Son todos problemas sin solución y en vías de agudización.

– Lo que hace pensar en una situación inaguantable y una acción colectiva de parte de la población. Para responder a estas angustias sociales el gobierno se mueve entre los aumentos de salario mínimo y los aumentos de precios y aísla cada saqueo puntual que se produce a fin de que no se propague. Pero la situación empeora día a día.

Este escenario supone que Maduro sortea todos los riesgos de salir del gobierno, o en el peor de los casos sale, pero dejando a cargo a un madurista, no a un chavista cualquiera (en este contexto sí importa ser madurista). Esto puede generar una fuerte confrontación al interior del chavismo por la sucesión. Para la oposición significa un avance en la línea del cambio pero no en el corto sino en el mediano plazo.

– La probabilidad del escenario de la permanencia es alta si la confrontación política se da en el terreno del gobierno, es decir, dentro de la confrontación de poderes; y si la oposición no apura el paso, pues, hay que tomar en cuenta toda la obstrucción que se producirá contra cualquier vía escogida.

– Hasta ahora han pasado 2 meses de 2016 y aún no se ve una estrategia en la calle. En este contexto, el gobierno tiene ventaja por el control de 4 de los 5 poderes, lo que le permitirá bloquear, congelar o ralentizar las opciones de cambio.

– Si Maduro logra pasar el 2016, el escenario de permanencia se fortalece; puede llegar hasta el 10 de enero de 2019; él u otro chavista. Esta es la variante del escenario de permanencia, debido a que cualquier ausencia absoluta del Presidente de la República, a partir de 2017, dejaría la Presidencia en manos del Vicepresidente, quien completaría el período constitucional. No sería Maduro el que llegue a 2019 sino otro chavista, o mejor dicho, un madurista.

– En este escenario, los incentivos de la oposición para buscar la salida del mandatario bajarían pero no desaparecerían, ya que puede plantearse llevar adelante el cambio sin importar que se dé en 2016 o más allá, pues, de lo que se trata es de debilitar aún más al oficialismo para que llegue sin mayores chances a las presidenciales de 2018. La vaca, en fin de cuentas, no se puede comer en un solo bocado sino por pedacitos.

ESCENARIO 2:

MADURO SALE CONSTITUCIONALMENTE DE LA PRESIDENCIA

-LA RENUNCIA PRESIDENCIAL

Está prevista en el artículo 234 de la Constitución. Es el acto por el cual, el Presidente de la República deja su cargo voluntariamente en manos del Vicepresidente Ejecutivo de la República y se activan los mecanismos constitucionales. Políticamente hablando la renuncia puede ser voluntaria o forzada. El chavismo sabe que el modelo político gira en torno al cargo presidencial, por tanto, tendría que ocurrir algo mucho más grave que lo vivido hasta hoy para que Nicolás Maduro “considere” la posibilidad de renunciar. Defender la permanencia del Presidente en su cargo es defender la permanencia del chavismo como fuerza política dominante. Sin embargo, hay varios tipos de renuncia.

I- LA RENUNCIA VOLUNTARIA DE MADURO

Debido a la crisis sistémica y a la incapacidad del gobierno de Maduro para dar respuestas, éste pone su renuncia voluntariamente en 2016. Asume la presidencia el Vicepresidente y se convoca a elecciones en 30 días. Esta opción que es la más expedita de todas pero depende absolutamente de la voluntad del mandatario. Si él no quiere renunciar, pues, no se da el escenario. Nada indica que la renuncia se vaya a dar, mucho menos, de esta manera tan fácil. En caso de que esto ocurra, por alguna causa sobrevenida e inesperada (enfermedad, “consciencia” del mandatario, u otra razón), buscarán llevarla hasta 2017 para capitalizar políticamente sus efectos a favor del oficialismo.

II. RENUNCIA FORZADA POR SUS PARTIDARIOS

De darse la renuncia, lo más probable es que sea forzada por sus propios partidarios, pues, él no lo haría voluntariamente. Circulan rumores sobre presuntas presiones que habría dentro del oficialismo para que Maduro renuncie. Si esta opción se hace inevitable, lo más probable es que produzca en 2017, a fin de que la Presidencia quede en manos de un madurista. Hay quienes piensan que la renuncia se puede “construir”, es decir, se podría configurar poco a poco, mediante la presión de diversos sectores sociales y políticos, incluida la de su propio partido y la de sectores militares.

III. RENUNCIA FORZADA POR LA EXPLOSIVIDAD SOCIAL

Hay otra “vía” para que la renuncia se produzca. Dada la aguda situación social, inaguantable para el pueblo, éste se manifiesta contra las privaciones, incluso con explosividad. De llegarse a los extremos de un estallido, el país quedaría definitivamente devastado y sin capacidad de recuperación, como si la tuvo en 1989, cuando en pocas semanas retomó la normalidad en su abastecimiento. Maduro sería señalado como el gran culpable y le sería solicitada la renuncia, no sólo por opositores, sino por el pueblo todo y por sus propios compañeros. Sería la moneda de cambio por un respiro político. Pero aún en este caso, sigue dependiendo del mandatario.

IV. RENUNCIA NEGOCIADA

La renuncia puede darse en virtud de un acuerdo negociado entre gobierno y oposición. La negociación puede darse en torno a la figura que sustituiría a Maduro que no sería un chavista radical ni un opositor, sino una figura intermedia. Se trataría de sacrificar a Maduro para salvar al gobierno. Al día de hoy la idea de la renuncia de Maduro ha ganado más adeptos, incluso dentro de su propio entorno, que en 2015, pero sigue siendo voluntaria. La Constitución prevé, también, el abandono del cargo por parte del Presidente declarado como tal por la Asamblea Nacional. No es fácil esta vía salvo que se diera al estilo Fujimori.

LA ACTIVACIÓN DEL PODER CONSTITUYENTE

Otra posibilidad que tiene el país para buscar soluciones políticas es la del Poder Constituyente. La Constitución venezolana establece la posibilidad de recurrir al poder constituyente para enmendar, reformar o derogar unas, muchas o todas las normas constitucionales, dictando una nueva Constitución, cambiar el Estado y crear un nuevo ordenamiento jurídico.

I. LA ENMIENDA CONSTITUCIONAL PARA ACORTAR EL PERÍODO

Las enmiendas permiten modificar uno o varios artículos de la Constitución, siempre que no se modifique su estructura fundamental. En este caso, podría activarse para acortar el período constitucional del mandato del Presidente de la República, obligando a unas elecciones anticipadas. Al día de hoy, hay dos propuestas de enmienda presentadas ante la Asamblea Nacional: la de La Causa R y la de Cipriano Heredia. Puede ser solicitada por el 15% de los electores, o por el 30% de los diputados integrantes de la Asamblea Nacional, o por el Presidente de la República. Cuando la solicita la Asamblea Nacional la enmienda requerirá su aprobación por la mayoría de sus integrantes.

La discusión del proyecto de enmienda se hará en dos discusiones. Una vez aprobado el proyecto de enmienda se envía al CNE que lo debe someter a referendo aprobatorio en los 30 días siguientes a su recepción.

La enmienda es la vía más expedita, después de la renuncia, para plantearse un cambio político, debido que su materialización requiere poca colaboración de poderes. Sólo necesita que el CNE cumpla con el mandato imperativo de la Constitución de someter el proyecto a la aprobación del pueblo.

Si bien la enmienda no está concebida para cambios importantes en la Constitución, Hugo Chávez legitimó esta vía con el apoyo del TSJ, en Sala Constitucional, cuando logró introducir la reelección indefinida en 2009, incluso en contra del texto constitucional, que prohibía consultar de nuevo una misma materia, en el mismo período constitucional. La iniciativa opositora tiene en contra un previsible recurso de interpretación de constitucionalidad de la enmienda que puede impedir su realización.

El TSJ puede darle largas al asunto, o declarar su inconstitucionalidad, en cuyo caso, el CNE no atendería la solicitud de la AN. De resultar exitosa la iniciativa de la AN, Venezuela estaría eligiendo nuevo Presidente de la República en 2016. Sin embargo, la viabilidad de esta vía es baja por el poder de bloqueo del oficialismo.

II. LA REFORMA CONSTITUCIONAL

Es un método más agravado de modificación de la Constitución sin cambiar su estructura ni los principios constitucionales. Requiere la mayoría calificada de 2/3 de los integrantes de la AN para su aprobación. El proyecto debe ser votado en referéndum por el pueblo y luego ir a una nueva elección para elegir nuevas autoridades. Hoy luce poco probable debido a su complejidad y a la amputación de 3 diputados opositores por parte del TSJ. Chávez la legitimó en 2007 para hacer una reforma que sólo podía hacer una Asamblea Nacional Constituyente; pero lo que valió para el extinto mandatario no valdría para la oposición. Elemental, querido Watson.

III. La Asamblea Nacional Constituyente Es la más complicada de las vías por el tiempo que requiere pero la más efectiva, pues, pondría las cosas en su sitio, al modificar toda la Constitución y dictar una nueva. Es la más complicada en el contexto actual pues requiere 3 elecciones: la de la elección de los constituyentes, la del proyecto de nueva Constitución y la de la relegitimación de los poderes públicos. Puede ser planteada por la oposición dentro de un enfoque de cambio político de mediano plazo. Poco probable este año.

El referendo revocatorio

Es un mecanismo constitucional dirigido a hacer cesar el mandato de un gobernante o representante electo popularmente. Es convocado exclusivamente por el pueblo, en un 20% del electorado registrado, requiere un quórum de asistencia electoral de 25% el día de las elecciones y que la opción favorable a la revocatoria obtenga la misma cantidad de votos que sacó Maduro en 2013, o más y que la opción oficialista obtenga menos votos.

Se puede activar a la mitad del período constitucional. Esta ya está dada, pues, según la Constitución, Maduro vino a completar el período iniciado por Chávez, aunque no se juramentó, el 10 de enero de 2013. No es por tanto el 14 de abril de 2013 cuando se verifica la mitad de período.

El problema de esta vía es que requiere gran colaboración del Poder Electoral y es previsible, como ocurrió en 2004, que haya mucha manipulación institucional por parte del Presidente de la República para ralentizarlo, congelarlo, bloquearlo, etc. En particular, es un factor adverso el que no exista la ley respectiva sino que se maneje por un reglamento del CNE. En tal sentido, la reglamentación de la recolección de firmas para convocarlo es un atentado en contra del ejercicio del derecho.

Su gran virtud es que ya está consagrado en la Constitución (Art. 72) como un instrumento para cesar el mandato de un gobernante o representante popular. Además, el gobierno lo “reconoce” como la única vía establecida constitucionalmente e, incluso, Maduro ha sugerido a la oposición que convoque uno. Es probable que el revocatorio sea manipulado para que se dé, si se da, en 2017. Es la vía que queda, descartada la enmienda y dada la baja probabilidad “institucional” de las otras opciones. Pero es la opción que le queda a la oposición y debe activarla pronto y poner sus energías en ella. El proceso político revocatorio sería una sampablera.

ALGUNOS FACTORES PRECIPITANTES.

I. EL ESTALLIDO SOCIAL

Pueden ocurrir situaciones fuera de la estructura de poder que cambien la lógica de la situación política. Son situaciones sobrevenidas, sorpresivas, aunque muchos hablan de ellas, que pueden precipitar o disparar factores que cambien la dinámica política actual, obligando a cursos de acción que hoy no se ven plausibles.

Una de esas situaciones puede ser un estallido social. Los estallidos sociales no son comunes sino excepcionales en la historia moderna.

De hecho en Venezuela sólo se conoce uno: el caracazo. Aunque en 1936 hubo un gran saqueo el 14 de febrero, éste fue orientado políticamente contra las propiedades de los gomecistas, no fue un saqueo contra los comercios. Los saqueos de 1958 fueron dirigidos contra el perejimenismo.

La gente no explota como una bomba, o como un volcán, por simple acumulación de presión. Se requiere que haya una razón, pero también una oportunidad para ello y tales acciones suelen tener una direccionalidad. La única experiencia de los venezolanos con una explosión social propiamente dicha es la del caracazo.

Ella ofrece una suerte de teoría propia del estallido a la venezolana: una protesta contra un hecho puntual en Guarenas, adquirió cuerpo en dicha ciudad, los protestantes escalaron sus acciones en contra de los establecimientos comerciales (acusados de acaparamiento) por la inacción del Estado; este no estaba preparado para responder y los cuerpos policiales fueron rápidamente desbordados. La ola de saqueos se extendió a Caracas y a otras ciudades. Cuando el Estado se dio cuenta ya teníamos dos días de ira popular y, al tercer día, sacó a las FAN para controlar la situación. Lo hizo a un costo de vidas muy alto que deslegitimó a la clase política. Después vendría la factura electoral respectiva.

Hoy, en 2016, los problemas sociales son mayores que en 1989. No es acaparamiento sino escasez, desabastecimiento y gran inflación en todos los bienes; la población atacada por la crisis es, prácticamente, toda y la economía está colapsada.

La diferencia es que el Estado está alerta y preparado para impedir que una protesta, o un saqueo puntual, puedan escalar en una ola de saqueos. En 2015, según el Observatorio de la Conflictividad Social, hubo 122 saqueos y 165 intentos de saqueo, cifra bastante alta pero que no derivó en una ola de saqueos por la acción represiva del Estado.

Esa ha sido la razón por la que no ha habido un estallido colectivo. Otros elementos que han ayudado en que ello haya sido así son: que el causante de la crisis no es el comerciante sino el gobierno y que había una elección hacia la cual derivó como una válvula de escape, drenando su encono con el gobierno dándole una “bofetada” de votos, según Maduro. Sin embargo, este año la escasez y las colas se han agudizado poniendo a la gente ante una perspectiva incierta acerca de su alimentación y sus medicamentos.

Puede llegar un momento en el que la gente no aguante más y se exprese, pese al poder represivo del gobierno. Este desafío popular pondría a la FAN ante el dilema de reprimir o abstenerse. Ambas conductas tendrían efectos políticos severos sobre el gobierno. En este punto, la renuncia de Maduro se vería como la válvula de escape temporal a la irritación colectiva.

II. LA ACCIÓN MILITAR

Viene rumoreándose acerca de una posible acción militar. En épocas de crisis es común que la vista se vuelva hacia el sector castrense. Este es un mundo opaco, difícil de evaluar. Hay tres tipos posibles de acción militar. Esta puede ser una presión sobre Maduro, un pronunciamiento o un golpe militar. La primera ocurre tras bastidores. El pronunciamiento es una declaración –pública o privada- del alto mando militar acerca de la situación nacional mostrando su preocupación por la dirección que está tomando el país. El golpe militar es conocido y no necesita comentarios.

La pregunta es: ¿cuál es la probabilidad de una acción militar? Dado que la FAN es cogobierno, o gobierna indirectamente, la probabilidad de una acción militar abierta es baja. Sólo la presión castrense puede ocurrir y seguramente algo de eso hay. Hay rumores de descontento en los cuadros medios de la FAN pero del descontento a la acción hay un trecho importante. Otro asunto es el auto-golpe, o golpe simulado, a fin de que el gobierno tome un curso aun más autoritario. De lo que no hay duda es que la FAN juega y jugará un papel central en la crisis y en las transformaciones.

CONCLUSIÓN

He revisado la situación nacional actual y he evaluado los dos escenarios políticos (con sus variantes) existentes: el de la permanencia o la salida de Maduro en el gobierno. He ponderado las distintas opciones y sus probabilidades a ojo de buen cubero, llegando a la constatación de que la capacidad de maniobra “institucional” del gobierno le da cierta ventaja frente a la oposición que puede ser contrarrestada por ésta, mediante una estrategia clara, decidida y pronta, alrededor de un referendo revocatorio (al margen de cuando se verifique) descartadas las demás. Sin embargo, dada la explosividad del país, cualquier pronunciamiento social puede cambiar la dinámica política y precipitar otras situaciones políticas. Entiendo que esta conclusión será desconsoladora para mucha gente, pero es mi responsabilidad decir lo que creo, no generar falsas expectativas y señalarle al país acerca de las dificultades del cambio político.

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