Venezuela

Blandura y voluntad de poder

De verdad, no entiendo. Hay tantas promesas inacabadas colgando en el aire, sin respuesta, que contrapongo el verbo con la acción y, sinceramente, no logro comprender.

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FOTOGRAFÍA: DAGNE COBO BUSHBECK

Así que lancé la pregunta, de manera casual, al ruedo de una reunión de intercambio de opiniones políticas que, de tanto en tanto, tenemos los sábados y a la que asisten algunos diputados: “¿Pueden explicarme? ¿Por qué cuándo los chavistas dominaban la Asamblea Nacional, ésta se consideraba depositaria de la soberanía popular e imponía sus designios sobre todos los demás poderes públicos mientras que, cuando la Asamblea cayó en manos de la oposición, la mayoría parlamentaria ni siquiera intentó forzar el orden establecido y se dejó poner la pata encima? ¿Por qué la Asamblea Nacional nunca tomó acciones en contra de las autoridades de los poderes públicos nombrados de manera ilegal y fraudulenta por el chavismo, poderes que ahora pretenden invalidar a la Asamblea?”

No hubo respuesta del grupo, como si nadie hubiera hecho la pregunta. Sólo Ana Teresa Torres me contestó: “-Es que la oposición no tiene voluntad de poder”. La observación es oportuna porque apunta al efecto más profundo de la retórica revolucionaria y al rasgo diferencial del liderazgo por resentimiento que llevó a Fidel Castro y a Hugo Chávez al poder en Venezuela. Remite a un quiebre moral de las élites, a una honda debilidad y duda que doblega y ablanda su voluntad de mando.

No es asunto de la legalidad o pertinencia de las acciones. Friedrich Nietzsche llamó voluntad de poder (Der Wille zur Macht) a la ambición y convicción que hace llegar a un individuo al lugar y posición que cree y siente que le corresponde, a la fuerza para convencer o dominar a los demás y lograr sus metas y deseos.

Es un impulso airoso que viene de adentro y que conduce a cada quien a contraer el riesgo que implica asumir a plenitud su propio destino. Es un hombre que no cree en la perfección del tiempo de Dios.

El resentimiento trabaja a través de la moral, implantando en el liderazgo la debilidad y la duda con respecto a sus propios ideales y principios, convirtiendo a los líderes desplazados en simples marionetas, émulos de una retórica contraria que trabaja en su contra.

Que los depositarios directos de la soberanía nacional no hayan intervenido ninguno de los poderes públicos fraudulentos que hoy tenemos, haber caído en la trampa, el alcahuetazgo o la estupidez de la mesa de diálogo en el momento en que la oposición pulseaba con fuerza, es una señal clara de la ausencia de Voluntad de Poder en los líderes que adversan el proceso revolucionario.

El gobierno, sin embargo, convencido de su meta y destino como amo, arremete sin cesar contra una oposición débil e insegura. Pasó el tiempo de la blandura. Estamos al vaivén de los avatares de la historia.

@axelcapriles

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