Venezuela

Si la oposición cae en la violencia, pierde

Si a alguien se le olvidó, es oportuno recordarlo: Venezuela es un país violento. El informe del Ministerio Público señala que en 2016 se registraron 21.752 homicidios para una tasa récord de 70,1 por cada 100 mil habitantes, 12 puntos mayor a la calculada en 2015. Más de la mitad de las víctimas – 12.069- tenían entre 15 y 30 años de edad. De acuerdo con ese mismo balance, 86,6% de los homicidios se cometieron con armas de fuego.

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En un año la Fiscalía General de la República imputó a 2.241 funcionarios por violaciones a Derechos Humanos, la policía asesinó a 4.667 personas y solo en el marco de la Operación de Liberación del Pueblo (redadas en barrios populares para buscar delincuentes) cayeron 241 ciudadanos. Los datos –todos oficiales- sirven para entender en qué país se están desarrollando las protestas en las que ya han muerto más de 50 venezolanos.
El régimen chavista administra la violencia. La ejecuta y la difunde. Silencia la voz de la dirigencia opositora que unánimemente condena los excesos y llama a la resistencia pacífica, mientras utiliza su aparato de propaganda para reproducir las imágenes más grotescas. Se solaza en la capucha, pero ignora el reclamo popular que –a cara descubierta- exige comida y medicinas. Prefiere mil veces la piedra antes que el voto universal, directo y secreto. Celebra la barricada y destruye cualquier intento de puente.
El objetivo es tan claro como burdo y nocivo: criminalizar la protesta que busca un cambio democrático. Desacreditar la lucha por la libertad. Por eso tachan de “terroristas” y “nazis” a quienes piden elecciones y respeto a la moribunda Constitución de 1999. Ese es su juego, donde se sienten cómodos. Sembrar el caos y la destrucción, convencidos de que con su fuerza –militar y paramilitar- aplastarán a la mayoría y gobernarán felizmente sobre las cenizas. “Imponer la paz”, lo llaman ahora. Nicolás se escribe con N de Nerón.
En las manifestaciones, el liderazgo de la Unidad marcha a la cabeza. Ahora tendrá que ponerle mucha ídem para que esto no se desbarranque. Gran desafío. Espontáneos, radicales e infiltrados se dan la mano. La cofradía del fracaso. Matan a un joven cerca de una protesta en el estado Barinas. Luego, informan que fue víctima de un choque entre bandas. ¿Dónde está la frontera entre la violencia criminal y la violencia política en Venezuela? Los promotores de la anarquía no conocen límites.
La estrategia democrática y pacífica enfrenta, por igual, a pranes (jefes criminales que controlan las cárceles) con chapa y sin chapa. Por unos y por otros, todos mueren. El régimen chavista cierra los caminos institucionales, aumenta la represión y empuja al país entero hacia el abismo de la violencia con la Constituyente. Con un mensaje diáfano y una conducción clara, la oposición debe soportar la embestida, marcar el rumbo y evitar hundirse en las provocaciones. Al borde del precipicio, el que resbala pierde.]]>

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