Venezuela

El día que el fútbol sirvió de tregua

Ocurrió cuando el chavismo todavía tenía pueblo. Eran las horas muertas del paro petrolero, específicamente alrededor de las 11:00 de la mañana del miércoles 18 de diciembre de 2002. Se desarrollaba una protesta en la autopista de Prados del Este bajo la modalidad de “trancazo”. Los vecinos de Santa Fe estaban atentos a una posible agresión de presuntos círculos bolivarianos de los barrios cercanos, con los se enfrentaron en días anteriores.

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Fotos: Archivo El Nacional | El Universal

Tony Carrasco, ex guardameta profesional, conductor del programa de entrevistas de Meridiano TV y ex candidato a la presidencia de la Federación Venezolana de Fútbol, estaba entre los presentes y cuenta que todo comenzó con una pelotica de goma que pasó de un lado para otro de la barrera que separa los canales de la autopista.
“El día anterior hubo una verdadera batalla campal en la zona. Uno de los muchachos chavistas del barrio Santa Cruz del Este atrapó la pelotica de goma que se nos había escapado para el otro lado de la barrera y nos propuso jugar una partida. Yo, como buen futbolista, sugerí que mejor fuera de futbolito. Un chamo de Santa Fe fue a buscar el balón en su apartamento y con unas piedras armamos las porterías”.
“Fue una cuestión espontánea, natural, nada planificada. Las imágenes de la famosa Caimanera de la Paz recorrieron el mundo. Terminamos abrazados llorando y cantando el Himno Nacional”, recuerda Carrasco de la equivalente criolla a la célebre Tregua de Navidad entre alemanes y británicos en la Primera Guerra Mundial (https://es.wikipedia.org/wiki/Tregua_de_Navidad), que contó con transmisión en vivo de la Globovisión de Antes.
Las crónicas de la época en los diarios El Universal y El Nacional, escritas por los periodistas Oscar Medina y Laura Weffer, respectivamente, registran que en realidad hubo dos amistosos de aproximadamente 20 minutos cada uno, en los que se impuso en ambas ocasiones el quinteto de Venezuela 1 (los chavistas del barrio El Güire que, simbólicamente, jugaban sin camisa) sobre Venezuela 2 (los opositores) con marcadores 2-1 y 2-0. Menos mal que no estaba en juego la inmunidad parlamentaria.
Un abogado “escuálido” llamado Rafael Rosales Nava hizo de árbitro (“pero no hagas trampa”, le pidieron los chavistas) y utilizó una tarjeta de débito de color dorado del Banco Mercantil como tarjeta amarilla. Los ganadores recibieron de premio unos koalas donados por un representante de la marca Puma.
“Muchos de los opositores que jugaron aquel día se han ido del país. Con los del barrio nos hemos visto un par de veces porque nos hicieron varios testimoniales. Unos años después, propuse en la alcaldía de Baruta colocar una especie de monolito en el lugar con una paloma de paz sobre un balón, pero la idea quedó en el aire”, revela Carrasco, que grabó un documental para TV (no disponible todavía en Youtube) y guarda amplio material audiovisual sobre la caimanera.
En diciembre de 2002, Marcel Rasquin estaba estudiando cine en Australia. A la distancia, sin embargo, las noticias del acontecimiento le impactaron de tal manera que le sirvieron de inspiración principal para su película Hermano (2010), que recibió el premio principal en el Festival de Moscú.
“A veces, cuando estás lejos, magnificas los conflictos que ocurren en tu país y te angustias más. Recuerdo que de Venezuela me mandaban cajas llenas de vainas y estaba en el aeropuerto comiendo Pirulín con un amigo australiano cuando le conté lo de la caimanera. Dos bandos confrontados se habían enfrentado de manera deportiva sin que nadie se matara. Quise preservar lo mágico del acontecimiento incluso aunque no hubiera sido nada extraordinario en la vida real. Llegué a la casa iluminado como Moisés bajando de la montaña: allí tenía la historia para una película”.
El domingo 11 de junio, a las 6:00 de la mañana, la Vinotinto Sub-20 jugará su primera final de la historia en un mundial FIFA contra Inglaterra. El partido servirá de tregua simbólica para un país que lleva 70 días de protestas con más de 60 muertos.
Y sin embargo, la idea de una nueva Caimanera 2017, que en este caso enfrente ya a no opositores de urbanizaciones y chavistas de barrio, sino a los Sub-20 de la Resistencia y a los Sub-20 de la GNB y la PNB, luce más lejana que nunca con el desgaste de los juegos de guerra y la acumulación de infracciones dignas de tarjeta roja. Plantearlo podría sonar a algunos casi a la venta del partido.
“Por supuesto que en estos días me he imaginado muchas veces la escena: que en el mismo sitio en el que hayan matado un chamo, se juegue un amistoso improvisado en el que los GNB dejen por un momento las lacrimógenas y los cascos a un lado y se arremanguen los uniformes. Y que después salgan todos abrazados y cantando el Himno Nacional”, reconoce Carrasco.
Marcel Rasquin ha estado participando de manera 100% activa en las protestas, más en plan de ciudadano que con una cámara de cine.
“Alguien en estos días me propuso incluso hacer un cineforo en el que participen los chamos de la Sub-20 y los de la Resistencia. La situación es muy diferente a la de 2002, porque ya no es un país dividido en dos visiones bajo el mismo cielo, sino un grupito que tiene a toda una población secuestrada. He tratado de hacer el ejercicio de empatía de qué pasa por la cabeza de los jóvenes que nos reprimen: quizás hay coerción, sentido del deber, el deseo de conservar un trabajo y un miedo al otro que es explotado por sus superiores. Luego de ver los robos y agresiones de días recientes, ese ejercicio se me hace todavía más difícil”.
Las palabras que escribió el analista Manual Felipe Sierra en El Nacional un día después de la caimanera de 2002 parecen proféticas: “Este modelo, de mantener los signos inconstitucionales, represivos y autoritarios, lo harán incompatible con la esencia misma del sistema democrático”.
Que Venezuela le quite a Inglaterra la espada del Rey Arturo.
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