El candidato unitario de la oposición para la gobernación zuliana ha fraguado su liderazgo en el crisol de las derrotas y los retos personales. Su formación juvenil lo definió. Desde chamo, fue un pregonero de la democracia cristiana. El desgaste político de Manuel Rosales y de su esposa favoreció su reivindicación en las primarias. Sus detractores quieren inhabilitarlo por violento El adolescente que contestaba el teléfono en La Guanipera, la casa de la familia Guanipa Villalobos, no podía pronunciar correctamente ni su propio nombre en la década de los 70. Le era imposible expresar sin enredos toda palabra que incluyera erres o eles en sus intermedios. “Tenía la lengua mocha. Sufrí mucho bullying de chamo”, recuerda, con gracia y acento maracucho, Juan Pablo Guanipa, sentado en un cómodo sillón afelpado en una habitación del hotel cinco estrellas que hoy, al norte de la capital zuliana, sirve como sede de su comando de campaña. Un foniatra amigo de la familia le ayudó a corregir su habla cuando rozaba las dos décadas de edad.]]>
