La política es es el arte de impedir que la gente se meta en lo que sí le importa, diría el escritor mexicano Marco Aurelio Almazán. Por eso, el pasaje bíblico citado por el fallecido Hugo Chávez cabe ahora en las posturas asumidas por sus más notables herederos políticos: el presidente Nicolás Maduro y el jefe del ala militar del chavismo, Diosdado Cabello.
Ambos criticaron abiertamente la represión que desplegó la Guardia Civil contra los activistas del referendo separatista en Cataluña celebrado el domingo.
«No me meto en los temas internos de Cataluña, de España, ni de ningún país, pero son sucesos internacionales de gran importancia (…) Apareció la represión, brutal, brutal, de verdad brutal», dijo Maduro en su programa dominical en la televisión estatal. Cabello, por su parte, expresó su «preocupación» por la actuación de los cuerpos policiales durante la consulta convocada por el gobierno catalán y calificada de «ilegal» por Madrid.
Quizás, por error y omisión, los dos autodenominados «hijos de Chávez» se olvidaron de algunos ejemplos de represión ocurridos en Venezuela entre abril y julio, durante las manifestaciones opositoras contra Maduro. Más de 130 muertos, cuatro mil detenidos y denuncias corroboradas por la comisión de derechos humanos de Naciones Unidas, ratifican que la paja puede estar en el ojo de todos.
En El Estímulo, recopilamos cinco casos emblemáticos de represión que han sido ignorados (o evitados) por los dos funcionarios con más alto rango en Venezuela, además cuando se cumplen seis meses de las protestas antigubernamentales que sacudieron al país.
1.- Una bomba lacrimógena lo dejó en estado vegetativo
Óscar Navarrete, estuvo por más de dos meses en estado vegetativo luego de recibir el 18 de mayo el impacto de una bomba lacrimógena lanzada directamente a su cuerpo por parte de un agente de seguridad. El suceso ocurrió el 18 de mayo durante una marcha opositora en Caracas.
Foto: Valeria Pedicini | El Estímulo
2.- Perdió el riñón por culpa del chorro de una ballena
Manuel Melo Beroes perdió su riñón el 22 de mayo cuando el potente chorro de agua lanzado a presión por una «ballena» desplegada por la Guardia Nacional Bolivariana le impactó directamente al cuerpo. Manuel, de 20 años de edad, con una esposa y una hija de un año, cayó directamente al pavimento. No podía respirar, sus compañeros de protesta lo trasladaron a un centro de Salud Chacao. Luego, lo llevaron al Hospital Domingo Luciani (este de Caracas), donde los médicos descubrieron que el riñón y la vesícula estaban completamente destrozados por el impacto.
Foto: Andrea Hernández | El Estímulo
3.- Atropellado por una tanqueta de la GNB
Pedro Yammine, de 22 años, fue arrollado en Altamira (este de Caracas) el pasado 3 de mayo por un vehículo blindado de la Guardia Nacional. Una marcha opositora que intentaba llegar a la sede de la Asamblea Nacional, en el centro de la ciudad, fue duramente reprimida por los militares. La tanqueta atropelló a Yammine pero no lo mató. El joven pasó varias semanas internado en la clínica El Ávila, en el sector de Altamira.
Foto: Gustavo Vera | El Estímulo
4.- Asesinado en plena vía pública
Hecder Lugo, de 22 años de edad, murió el 5 de mayo producto de un disparo en la cabeza accionado presuntamente a quemarropa por un agente de la GNB en el sector San Diego, del céntrico estado Carabobo. “(A Hecder) le habían dado unos perdigonazos y, como estaba inmóvil, el Guardia Nacional llegó y lo terminó de matar con un tiro en la cabeza”, aseguró Fidel Lugo, tío de la víctima.
5.- El asesinato a tiros de un adolescente
El 19 de junio la Guardia Nacional ratificó con un asesinato las denuncias del uso de armas de fuego en las manifestaciones. Fabián Urbina, de 17 años de edad, murió por un balazo que impactó en su tórax. Los sargentos Johan Rojas Díaz, Raymon Ávila León y Jesús Rojas Báez fueron imputados “como coautores en los delitos de homicidio calificado con alevosía por motivos fútiles e innobles en perjuicio del adolescente» por el Ministerio Público. Urbina y otros jóvenes manifestaban en el Distribuidor Altamira, en el este capitalino.
Foto: Federico Parra | AFP]]>