Un enorme cuadro de Gauguin en el Museo de Bellas Artes de Boston ilustra magistralmente las tres grandes preguntas de la Humanidad: “¿de dónde venimos?… ¿quiénes somos?… ¿adónde vamos?”. Hoy, éstas son las preguntas que nos hacemos quienes vivimos en Venezuela. Y ni siquiera tenemos aproximaciones a las respuestas. Sin embargo, el régimen sí las tiene: venimos del chavismo, somos chavistas y vamos a más chavismo con madurismo, con todas las consecuencias negativas que ello tiene. No quiero sonar pesimista, pero con un 90% de la población sobreviviendo a duras penas, ése el escenario posible y peor aún, el más probable. La división de la oposición ha resultado mucho más cara de lo que pudimos pensar en algún momento. El discurso anti MUD le hizo fue daño al país y peor aún, fortaleció al gobierno. El ir divididos cuando lo imprescindible era andar cosidos, nos remató. Estoy consciente de que la MUD ha cometido errores gravísimos, que todos sus miembros no son confiables, pero eran las reses que teníamos y con ellas hemos debido arriar. Y después de salir del chavismo, que hicieran lo que les diera la gana. Las exquisiteces para después. Encima, el asunto de los egos exacerbados sigue dañando lo más hermoso que tenemos: la generosidad como esencia de la venezolanidad. A los oráculos que siguen pegados en decir que lo que hace falta es una invasión de marines gringos hay que ponerles teipe de embalaje en la boca a ver si se callan un rato. A los que insisten en la famosa “desobediencia civil” les pregunto por enésima vez cómo se aplica eso y no acepto como respuestas ni “la salida” ni “las guarimbas”, que ya sabemos que no funcionan. Tampoco que me digan que lo que hay es que “nombrar un nuevo CNE y un gobierno de transición”, como sugieren tantos. Simplemente porque van a ser jarrones chinos, sin contar con que sus miembros pararán en la cárcel o en el exilio. A los miembros del clan de expatriados que según ellos mismos se las saben todas, les pido encarecidamente que se vengan a Venezuela a dirigir lo que dirigen tan cómodamente desde sus escritorios en un país de primer mundo. La oposición de la oposición mató la única arma de los ciudadanos comunes: el voto. Como si la lección de la abstención de 2005 no hubiera sido suficiente, los portavoces de ese sector siguieron insistiendo en que “con ese CNE no se puede votar” y una vez más se tiñó el mapa de rojo. Una cosa es que se tiña de rojo cuando hay mayoría roja. Otra, cuando los rojos son minoría, como es el caso de la Venezuela de hoy. Al no ir a votar y llamar a no votar, quienes dependen de una bolsa de CLAP para apaciguar su hambre simplemente se plegaron a las exigencias del régimen. Otro gallo hubiera cantado si hubiéramos votado en masa y hubiéramos tenido testigos en todas las mesas. Pero no, había que “vengarse de la MUD”. ¿Y ahora que se vengaron, qué viene?… Al voto lo mató el dogmatismo, la soberbia y la comodidad. Por sobre todo la comodidad. Porque quienes hoy se llenan la boca diciendo que votamos para que “la AN no pudiera hacer nada” no hicieron nada, NADA, cuando el gobierno hizo todas las marramuncias habidas y por haber para que la AN no pudiera funcionar. Pero ahora se quejan agriamente. En 2018 habrá presidenciales, no lo duden. El madurismo se siente empoderado y fuerte, a pesar de que le debe preocupar la abstención: sabe que serían votos en contra si se decidieran a votar. ¿Qué vamos a hacer, abstenernos de nuevo? Una votación masiva le hace muy cuesta arriba el fraude al régimen. Con testigos en todas las mesas, como hubo en la elección de la AN. Y con muchos invitados pesos pesados del exterior, aunque el CNE no les otorgue credenciales. Yo voto, no porque la ANC me haya convocado, porque la ANC no me convoca a nada. Tampoco voto porque me mande la MUD. Voto porque el voto es un deber y un derecho que está en la Constitución. Y en circunstancias extremas -como las del 10D- voto para no hacerle fáciles las cosas al régimen. Sólo espero que en este país del “en vez de”, donde nadie piensa en términos de “ambas cosas o muchas cosas a la vez”, sino en una cosa en vez de la otra, quienes se han abstenido de votar, voten. Y no por beatitud, ni por “mudecos”, ni por pendejos, sino porque hay que agotar todas las posibilidades y votar es la más simple, la más fácil y la que nos ha dado resultados.]]>
El Estímulo
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