Venezuela

Devenir de la política internacional en el 2018: otro año lleno de incógnitas

Durante el año 2018, la política internacional a nivel mundial, y específicamente en América Latina no dejará exento a los países de retos, peligros, cambios, y por su puesto oportunidades, en un mundo cada vez más interconectado, pero más complejo.

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FOTOGRAFIA: Andrew Harnik | AP

En una suerte de juego de balance de poder, o de equilibrio, Estados Unidos, China y la Federación de Rusia trataran no solo de preservar, sino de ampliar sus cuotas de poder político y económico. Uno, entre muchos temas en agenda, será la situación en la península de Corea. Las amenazas nucleares de Corea del Norte, si bien serán difícil que se concreten, mantendrán activo el juego de disuasión- contención, entre EEUU y Corea del Norte, pero con la participación de China y Rusia a varios niveles, y el cada vez mayor interés e inquietud de Japón sobre los resultados de este juego peligroso.

China y Rusia no solo participan en el juego de equilibrio entre ellos mismos, sino en relación con los Estados Unidos y la región de Eurasia. Rusia en lo político, China en el campo económico.

Cada uno de estos dos países tiene que lidiar con sus propios problemas. Por un lado, en China, cada vez se acrecienta la necesidad de implementar algunas reformas en lo político y sobre todo en lo económico, en donde las mejoras socio económicas de la población son la principal prioridad e interrogante. El Presidente Xi Jinping ha venido consolidando su poder, al punto de tener espacio para adelantar dichas reformas, aunque el tema del dumping ecológico y laboral (incremento de la competitividad en las exportaciones a costa del medio ambiente y de la mano de obra mal pagada) marcarán las dificultades de cambio.

En el caso de Rusia, serán prioridades, la necesidad de negociar el levantamiento de las sanciones en razón del conflicto con Ucrania, las elecciones presidenciales y regionales y los costos que le genera el tratar de jugar un rol mas determinante en los asuntos mundiales, en una suerte de “Guerra Fría del Siglo XXI”, que la ha llevado a expandir su influencia en la región de asía, medio oriente, mientras intenta debilitar a la OTAN.

En los Estados Unidos, no hay duda de que la política exterior de la administración Trump agrega otro ritmo de intensidad, no solo a la agenda política, sino también a la económica. Al neoislacionismo en lo político, que no incluye por los momentos a la OTAN, pero que suma el retiro de EE. UU de la UNESCO, del Acuerdo de París sobre Cambio Climático, del Pacto Mundial de la ONU sobre Migración y Refugiados, entre otros, se agrega el ofrecimiento del presidente Trump en su campaña de revisar algunos de los acuerdos comerciales en los que EE. UU. participa.

Ello derivó el año pasado en el retiro de EEUU del Acuerdo Transpacífico (una excelente oportunidad que China no desaprovechará) y en el compromiso de revisar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TCLAN), entre EEUU, México y Canadá, que tiene ya más de 24 años. La gran pregunta es como afectará ese unilateralismo comercial las relaciones de EEUU con sus socios comerciales y sobre todo el impacto que tendrá en las negociaciones que tienen lugar en la Organización Mundial del Comercio (OMC), que llevan años sin arrojar avances significativos para el comercio mundial, especialmente en el campo de los servicios.

Mientras tanto, la economía mundial de acuerdo con el Banco Mundial crecerá ligeramente en el año 2018, al pasar de 2,7% a 2,9%. La OECD, calcula el crecimiento en 3,5%. Asia y Sur Asia serán las regiones que más crecerán. Más de 6%, incluyendo a China. El Norte de África, se ubicará en 2,9%. EEUU, en 2.2% y América Latina y el Caribe (LATAM) por debajo del promedio mundial con 2,1%, Europa mucho más abajo con 1,5%. (Zona Euro). Por otro lado, los productores de petróleo, miembros o no de la OPEC, buscarán mejorar los precios con distintas estrategias, que no necesariamente reflejarán consensos entre todos los productores. Arabia Saudita y Rusia serán los que influirán mas en cualquier estrategia que se imponga en los mercados mundiales.

En el continente europeo, los efectos del Brexit, y de los nacionalismos comprometerán, la velocidad de la integración europea, especialmente de la zona euro, y la coexistencia pacifica de algunas de sus naciones, como en el caso de España. Posiblemente este año se inicien las negociaciones del Reino Unido con la Unión Europea, para de alguna manera tratar de restablecer algunos de sus beneficios comerciales, sin embargo, dichas negociaciones no serán fáciles y posiblemente no concluyan en nada concreto para este año. Para la Unión Europea las prioridades en su agenda comercial se encuentran en otras latitudes, incluyendo las del Mercosur.

En la agenda del Medio Oriente y Norte de Africa están pendientes el devenir del Acuerdo Nuclear entre EEUU e Irán que EEUU considera insuficiente para detener el programa nuclear iraní. El conflicto en Siria, en el cual Irán, Rusia y Turquía tienen intereses estratégicos con proyección internacional. Las reformas económicas en Arabia Saudita adelantadas por el príncipe Mohammed Bin Salman y su propuesta Visión Saudí 2030 que incluye cambios económicos, sociales y religiosos que deben coexistir con las criticas por violaciones a los derechos humanos.

En mayo de este año habrá elecciones en Egipto, con poco espacio para el cambio del estatus quo. Otro tema será la guerra contra los grupos extremistas islamitas que han visto algunos retrocesos, pero que siempre tienen espacio para repotenciarse y seguir cometiendo desmanes.

En el sur de Asia, India tendrá que lidiar con Pakistán su histórico rival, y también con China, en razón de la Meseta de Doklam, región situada en el Himalaya, entre Bután y China y por la que ambos países se disputan el control. India entró en conflicto con China al descubrir que este país estaba construyendo una carretera en ese territorio.

En el áfrica subsahariana lo mas relevante será observar en que derivan los cambios políticos en Zimbawe, la República Democrática del Congo, Suráfrica y Angola.

América Latina

En nuestro continente tendrán lugar 5 eventos electorales-presidenciales importantes: Cuba (abril), Colombia (27 de mayo), México (1 de Julio), Brasil (28 de octubre) y Venezuela (sin fecha) que determinarán definitivamente la oscilación del péndulo político latinoamericano que en los últimos años ha venido moviéndose de la izquierda, hacia la centro derecha. Los resultados de las presidenciales en estos países podrían convertirse en un freno a la referida tendencia o cristalizar el movimiento definitivo hacia el otro ángulo.

En Ecuador, Lenin Moreno tendrá que resolver la coexistencia o no con la influencia de Rafael Correa, para gobernar pacíficamente. En Perú, Pedro pablo Kuczynski, tendrá que hacer lo propio, no solo con el fujimorismo, sino con el peso que le ha generado con sus propios aliados, la liberación de Fujimori.

En Bolivia, Evo Morales, tendrá que solventar la contradicción que genera a su piso político, el hecho que el Tribunal constitucional lo autorizara a buscar la reelección las veces que quiera. pese a que la Constitución boliviana establece que una persona no puede gobernar por más de dos periodos consecutivos y que Morales perdió un referendo en 2016 en el que intentó anular esa limitación.

En Brasil, la administración de Temer tratará de modificar el sistema de pensiones. En Argentina, está pendiente una reforma tributaria y laboral para mejorar el clima de inversiones. La región del Mercosur, por su puesto sin Venezuela, estará posiblemente culminando este año las negociaciones de un Acuerdo de Libre Comercio (ALC) con la Unión europea, y el avance de negociaciones para un ALC con Canadá.

La gran incógnita es Venezuela. Seguramente habrá elecciones presidenciales este año. Cualquiera que sea el ganador tendrá que definitivamente encarar seriamente, más allá de cualquier sesgo ideológico, el tema económico. Venezuela es el único país del mundo con un proceso hiperinflacionario, con tasas de crecimiento económico, el salario básico más bajo del mundo e incontables problemas más. Un coctel complicado para la gobernabilidad.

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