Venezuela

La Caracas prometida que nunca fue

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TEXTO: LUZ ELENA CARRASCOSA

En la piel de muchos caraqueños pulsa la saudade por viejos y muchos ofrecimientos de vías, parques  y soluciones para vivirla y disfrutarla. Las promesas más atrevidas de construcciones y urbanismos modernos para una ciudad amable se esfumaron. Entre chanchullos criollos, mínima diligencia y una desidia viral, Caracas -sin quererlo- nos quedó mal. La urgencia por una ciudad que no sea un muñón urbanístico es más fuerte que cualquier nostalgia por proyectos incumplidosUna frugal merienda a orillas del Guaire sería, para cualquier caraqueño, la cura perfecta luego de un día de trabajo agotador; así, los hijos de la capital pasarían una tarde de solaz impresionista e impresionante. O un trote todas las mañanas por el parque La Carlota, o tomar el sol, retozar y agradecer allí por este bendito y único clima caribeño. Igual, una escapada sexy en el Hotel Humboldt, en el empíreo avileño, podría ser una fantasía de altura para otros. También Caracas sería un primor de ciudad si cualquier línea de metro, de las proyectadas hace varias repúblicas, llevara a sus habitantes con un bolso playero a Caraballeda o simplemente siguiendo el tramo, aún ciego, desde la Cota Mil hasta La Guaira. Y si se pudiera atravesar el Ávila… vía túnel, desde Altamira hasta el mar, de haberse cristalizado aquel proyecto del urbanista Luis Roche, durante el gobierno de Rómulo Gallegos, sin bongos ni Arauca.

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