FOTOS y VIDEO| "No queremos morir", claman pacientes crónicos

Sentado en una silla de ruedas estaba César Martínez de 70 años. Sufre un incontrolable temblor en las manos porque desde hace 21 años sufre mal de Parkinson. Aunque lleva seis meses sin medicamentos para controlar su enfermedad degenerativa, hace tres meses su condición empeoró cuando el gobierno dejó de traer de forma puntual el medicamento Levodopa para su tratamiento.

«No puede caminar sin ayuda, le cuesta comer, le dan mareos y le cuesta mantenerse en pie», expresó su esposa Yolanda González mientras sostenía un cartel que rezaba «No queremos morir». Relató que tuvo que dejar su trabajo como diseñadora de moda para poder atender a su cónyuge, con quien está casada desde hace 40 años.

Pacientes crónicos se concentraron este jueves en la plaza Alfredo Sadel de Las Mercedes, para exigirle al Gobierno que sean suministrados los medicamentos e insumos necesarios en los centros de asistencia o farmacias para cumplir con los tratamientos.

A pesar del sol inclemente del mediodía y del peligroso estado de salud de algunos, las personas agitaban sus pancartas y gritaban la consigna «¿Quiénes somos? Los pacientes. ¿Qué queremos? Medicinas», como forma de protesta para que sus peticiones sean atendidas y se les garantice  su «derecho a la vida».

«Queremos vivir, no queremos morir. La indolencia tiene que parar. ¿Cuánto meses necesita el Gobierno para activar un plan acorde para los pacientes?. La gente sufre por falta de medicamentos y por la tortura psicológica (…) La gente está sufriendo, la gente quiere respuestas», expresó Francisco Valencia, director de la ONG Codevida.

Ana Cedeño le diagnosticaron cáncer de mama metastásico en 2012, pero su tratamiento se vio interrumpido hace más de un año por falta de pastillas para la quimioterapia y no tiene los recursos para adquirirlas en el exterior.

«Nosotros estamos vivos por la misericordia de Dios porque el Gobierno nos condenó a muerte», aseveró la paciente de 50 años. Confesó sentir pánico de que su situación pueda empeorar. «Siempre trato de sacar fuerzas, no quiero morir todavía», dijo la mamá de dos menores de edad.

Con tan solo 28 años, Vicente Mayorca ha sido trasplantado dos veces: su riñón en 2013 y el hígado hace 22 años. No consigue los inmunosupresores y teme por su vida. Tiene dificultades para respirar y afirma que casi todos los días se siente mal. «Estoy aquí no solo por mí, sino por todos los pacientes. Esto es un llamado al Gobierno para que nos ayude», manifestó el joven con lágrimas en los ojos.