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Vinotinto contra Bolivia: del optimismo al escepticismo

¿Es Venezuela una mejor selección que la vista en La Paz? Probablemente, pero para comprobarlo, debe contar con toda su columna vertebral y para que eso suceda, en un torneo tan largo como las eliminatorias, se deben conjugar los astros. Ante esta situación, José Peseiro debe encontrar soluciones en pleno juego, algo que no sucedió en Bolivia

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EFE

Empecemos por aceptar que somos muy optimistas. Arrancamos creyendo que a la Vinotinto le va ir bien pero rápidamente nos damos cuenta de que las cosas van a ir -como diría nuestro amigo de Te lo resumo– relativamente mal. Estoy seguro: los fanáticos de Grey’s Anatomy, acostumbrados como están a las desgracias, serían adictos a los juegos de Venezuela.

De hecho, en los partido de la selección abundan los ingredientes novelescos. Una intriga, por ejemplo, cuando dirigía César Farías o el despecho bajo el mando de Noel Sanvicente. Una sombra gris, una complicación, un destino cruel rodea a cada convocatoria. Por ejemplo, que Salomón Rondón, Yordan Osorio, Darwin Machís, Yangel Herrera y Yeferson Soteldo no pudieran estar ante Bolivia, el rival más accesible de las eliminatorias, pareciera un castigo por haber insultado a un dios griego; una maldición por pinchar un balón maldito que podría convertir en película James Wan.

Pero el optimismo sigue allí, porque bueno, creemos que un mediocampo con Junior Moreno, Tomás Rincón, Cristian Cásseres y Rómulo Otero no solo podrá asistir a Fernando Aristeguieta sino también que será capaz de echarle una mano a una defensa que en la altura se vuelve doblemente frágil. Entonces, a los cinco minutos, llega el primer golpe que nos regresa a la tierra: los laterales sufren con los desbordes y los centrales con los balones cruzados.

Pudo hacer Marcelo Martins (33 años y 1.88 metros) dos o tres goles con un simple movimiento: atacar el espacio entre Jhon Chancellor (29 años 1.97 metros) y Wilker Ángel (28 años y 1.89 metros) y cuando no fue él, fue Diego Bejarano (29 años, 1.74 metros). Para que esto fuera efectivo, los compañeros debían tirar centros educados. Farías lo sabía. Quien sabe cuántas veces lo entrenó, como lo hacía en tiempos de Gabriel Cichero, Fernando Amorebieta, Grenddy Perozo y Oswaldo Vizcarrondo. Todos protagonistas inesperados que marcaron en su ciclo.

Y hay que aceptarlo. Con jugadores que compiten en Copa Libertadores y en el torneo local, como el portero Carlos Lampe del Always Ready, los mediocampistas Erwin Saavedra del Bolívar, Ramiro Vaca del The Strongest o el mediocampista ofensivo Juan Carlos Arce del campeón boliviano, Bolivia fue infinitamente superior. Los mejores minutos de la Vinotinto, intermitentes eso sí, sucedieron después del empate. Luego, el local hizo lo que quiso en el segundo tiempo, cuando los venezolanos intentaban que el aire llegara a la cabeza.

Siempre un técnico tiene un partido en la cabeza. Cuando ese plan no funciona, se nota o no el conocimiento de la plantilla para encontrar soluciones. Ahí es cuando la Vinotinto da ventajas por el perfil escogido para relevar a Rafael Dudamel. José Peseiro no es un estratega curtido en las eliminatorias sudamericanas ni con un conocimiento profundo del torneo local ni de sus dirigidos. Para eso hace falta tiempo. Fue lo que le costó el puesto a un buen técnico como Carlos Queiroz en Colombia.

Si el 1-0 a los cinco minutos obligó a Peseiro a mover a sus jugadores, el 2-1 lo dejó nocaut. No hubo, que recuerde, una jugada hilvanada con sentido colectivo. Todo estaba planificado como producto del juego directo. Eso y el balón parado, lo que explica que Rómulo Otero jugara todo el partido. De sus piernas salió el rebote para el empate y de sus piernas se dependió para el hipotético descuento. ¿Qué más había en la banca?

Ahora, del optimismo, que había dejado el triunfo ante Chile, se pasó al escepticismo. El mismo que rondaba tras la aplastante derrota ante Colombia y la caída ante Paraguay. Es lo normal en este tipo de competencias. Todo cambia de una jornada a la otra por lesiones, tarjetas acumuladas o actualidad. Colombia y Chile, intercambiando técnicos, son prueba de ello. ¿Es la Vinotinto un equipo mejor a este? Probablemente. Pero solo si tiene a su plantilla completa. Y depender de eso, en un torneo tan espaciado, es depender de la fe.

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