Opinión

Vinotinto: en búsqueda de la identidad perdida

La selección que comanda Noel Sanvicente termina su periplo sudamericano con la misma sensación con la que partió: es un equipo en estado embrionario. Lo que asusta es que no aparecen muchas oportunidades en el futuro inmediato que ayuden a su entrenador a implantar la totalidad de los conceptos en los que cree.

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Foto: EFE | Martín Alipaz

C omencemos por comprender que con el cambio de entrenador también se produjo una sustitución en el modelo de juego. ¿Qué es esto? Pues la identidad del equipo. Sanvicente pretende que su selección mute en un combinado ofensivo, que ataque permanentemente al contrario, y que esas acciones ofensivas sean construidas a través de varias herramientas, entre las que destacan la presión alta y rápida, la proyección de los laterales, la aparición de volantes y delanteros por sorpresa en el área y la disminución de espacios entre las diferentes líneas (defensa, medio campo y ataque). Estas son sólo algunas características de esa personalidad que el entrenador criollo pretende que su equipo desarrolle.

Ahora bien, no hay una fórmula mágica para conseguir esa identidad, pero si se requiere de horas/entrenamiento para poder convencer a los futbolistas de que ese es el camino. Y ahí es donde podemos encontrar los dos primeros enemigos de un modelo de juego, sobre todo en una selección: el ego de los futbolistas y la ausencia de sesiones de trabajo. Del ego no vale la pena ocuparnos porque entraríamos en territorio de chismes y supuestos que no nos llevarían a ningún lugar, por lo que se hace necesario entender la importancia que representa la ausencia de ensayos en el caso Vinotinto.

«El entrenamiento para mí sólo es bueno cuando se consigue poner en práctica mi idea, es decir, el entrenador tiene que encontrar ejercicios que lleven al equipo a hacer lo que se pretende en el juego». José Mourinho

Desde hoy y hasta la próxima Copa América, la selección nacional apenas podrá disputar apenas cuatro partidos amistosos englobados en lo que se conoce como “fechas FIFA”, que no es más que las marcas en el calendario en las que los clubes están obligados a cumplir con los pedidos de las selecciones nacionales. Una vez terminado el partido ante Bolivia, la Vinotinto no podrá juntarse, de manera oficial, hasta la semana comprendida entre el 23 y el 31 de Marzo, lo que supone una inactividad de cuatro meses y monedas. Claro que Sanvicente puede retomar los módulos con futbolistas que hacen vida en el país, pero ya todos sabemos que cada llamado despertará viejas rencillas con otros cuerpos técnicos que están en su legítimo derecho de rechazar el pedido de la selección.

Este escenario se complica más si se analiza el partido ante Bolivia, y es que entre tantas dudas, Wilker Ángel ofreció una luz que quizá lleve al cuerpo técnico a tener que profundizar el trabajo con esos futbolistas que juegan en nuestro torneo local. El central del Deportivo Táchira no tiene en su equipaje diez partidos internacionales, pero hoy no solamente cumplió, sino que se le vio más cómodo y eficiente que compañeros con mayor recorrido.

Bajo este panorama llegará el cuerpo técnico de la selección nacional a Maiquetía en las próximas horas. Pero aún hay más ítems por revisar, y quizá estos sean incluso más preocupantes.

La adaptación de algunos futbolistas a este nuevo modelo de juego no ha sido positiva. Hay casos de casos; por ejemplo está Oswaldo Vizcarrondo, un futbolista de mucha experiencia y una actualidad positiva en el fútbol francés. Pero Oswaldo no ha podido aún encontrar la comodidad necesaria para desplegar sus cualidades en esta nueva realidad. Su desempeño en Francia no es trasladable a la selección porque hay algo tan real como importante llamado contexto, que es compuesto por los compañeros, la forma de jugar y mil cosas más que hacen que su versión en el Nantes sea distinta a la de la Vinotinto. De hecho, no hay futbolista en el mundo que, domingo a domingo, esté en capacidad de ofrecer rendimientos similares, más aún si durante una semana debe acoplarse a otra realidad, como pasa con las selecciones.

Esto no quiere decir que Vizcarrondo no esté para la selección. Lo que se busca con el ejemplo antes planteado es comprender que el camino de Sanvicente va a ser mucho más complicado de lo que él mismo puede visualizar, y que quizá deba tomar decisiones muy antipáticas si desea seguir adelante con las modificaciones que está llevando a cabo. ¿Cuáles son esas interrogantes?

Si el fútbol es de los futbolistas, Noel y su equipo de colaboradores ya debe tener un perfil muy claro acerca de cuáles de estos futbolistas están en condiciones de llevar a cabo la tan ansiada transformación. Cuatro partidos y diez días en Madrid parecen suficientes, más aún si se recuerda que no hay más margen de maniobra y que el calendario atenta en contra de la posibilidad de aumentar los ensayos.

César Farías se hizo fuerte luego de que Brasil goleara a su selección el 12 de Octubre de 2008. Consumada esa derrota, el entrenador nacido en Güiria decidió darle una patada a la mesa y jugarse el próximo partido, tres días después, con futbolistas que eran de su total confianza. La victoria tres goles a uno ante Ecuador supuso una toma de oxígeno y un punto de quiebre en su gestión.

Sin la intención de atribuirme funciones de consiglieri que no poseo ni deseo, a Sanvicente le ha llegado el momento de la verdad. No porque peligre su puesto – cosa que desconozco y espero no sea así – sino porque es la hora justa para dejar de ser un invitado y convertirse en el dueño de la casa. Debe sentirse con la potestad de hacer todo lo que crea conveniente y hacer una selección que se parezca a su idea. Pero debe hacerlo ya. Lo suyo no es un concurso de diplomacia sino una carrera de poca distancia. Él no necesita a un plebeyo que le recuerde su mortalidad, pero si debe recordar que a Chita lo eligieron para que fuera Chita, nada más y nada menos.

Es hora de abandonar el retén y enfrentarse a la vida real.

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