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Vinotinto: ¿La ilusión es recuperable?

Recientemente, alguien en Twitter me escribía diciendo que yo formaba parte de la prensa complaciente que solo aplaude las decisiones que adopta Rafael Dudamel.

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FOTOGRAFÍA: ARCHIVO | EL ESTÍMULO

Esperaba este lector de mi columna anterior, que yo descargara toda la artillería posible en letras para condenarle por no haber tomado en cuenta a Anthony Blondell entre los 30 citados para el doble enfrentamiento de la selección nacional por eliminatorias mundialistas. Me acusaba, cual culpable de la crisis económica y política en Venezuela, de ser cómplice de las decisiones, desacertadas para él, del seleccionador.
De entrada apunto que, en este caso en particular, mi rol de opinador parte del análisis sobre el desempeño de las decisiones de alguien que está en el cargo por sus capacidades, las cuales no las tengo yo. Y eso hago: opino, analizo y me paro sobre el término de la crítica cuando existen elementos para argumentar mis razonamientos, siempre con el debido respeto.
Partiendo de esa premisa, creo que el análisis de todo lo que envuelve estos compromisos ante Colombia y Argentina por eliminatorias debe centrarse en el fondo, en la traducción de una convocatoria que denota un replanteamiento de protagonistas de cara a un futuro de mediano a largo plazo.
Obviamente, los incluidos y los excluidos en la lista de 30 nombres generan debate sobre por qué están y por qué no, sin embargo, en líneas generales estamos ante un nuevo quiebre en el hilo temporal del proceso de selección nacional, que trata de rescatar el prestigio que alguna vez reciente ganó.
Varios intentos se han realizado: Sanvicente buscó un punto de encuentro en enero de 2016 y no halló la fórmula para que los resultados le acompañaran. Terminó yéndose antes de la Copa América Bicentenario, donde de la mano de Rafael Dudamel y acompañado por una muy buen presentación en el torneo de Estados Unidos, invitó a pensar que el barco se podría salvar del naufragio.

Sin embargo, la ilusión se volvió a ir al traste: la realidad del premundial desnudó todas las grietas que quebraban el madero de la barca Vinotinto y las derrotas mandaron a la lona, una vez más, la posibilidad de engancharse de nuevo con una selección triunfadora. El discurso de Dudamel pasó de “seguir luchando hasta que las matemáticas den” a la “urgencia por recuperar la competitividad”. Dos objetivos en un corto tiempo que no se pudieron lograr y que ahora, fuera de la carrera de Rusia, requiere un replanteamiento para traspasar el carro a otro grupo de conductores.
El éxito alcanzado por el seleccionador y sus dirigidos en el Mundial Sub 20 ha sido una bocanada de aire sanador para el de Guama. El Estadio Olímpico coreando “¡Dudamel, Dudamel!” se rindió a los pies de quien en activo fuera el mejor arquero de la historia en Venezuela y reconoció el mérito que tuvo en la conducción inédita a un subcampeonato mundial en torneo FIFA, algo por muchos quizá impensado.
Ese aval, tremendo, sumado a su innegable experiencia y capacidad, le permite a Rafael Dudamel solicitar un voto de confianza al país para impulsar una transformación en la selección de mayores. Algunos efectivos, en su plenitud futbolística individual con sus clubes, han facilitado ese cambio con su renuncia a ser convocado, facilitándole de algún modo ese viraje hacia el hecho de contar con quienes vean en la Selección algún objetivo colectivo importante para lograr dentro de algunos años. Es, efectivamente, un nuevo quiebre en el proceso temporal para impulsar un nuevo despegue. Una nueva Vinotinto 3.0.
Por eso, ante Colombia, valdrá la pena centrar la mirada en el funcionamiento del colectivo, en apreciar cuál será la idea de juego que se plasme en el impecable terreno de un coqueto Pueblo Nuevo, vestido de gala para reconvertirse en la casa indiscutible de la selección.

También hay que poner la lupa en los nombres que elige el técnico, que permitirá ir vislumbrando quiénes serán parte del reparto de la nueva trama hacia Qatar. Ir apreciando cuánta empatía pueda generar entre los seleccionados los conceptos de su entrenador (algo que se respira en el entorno de una simple rueda de prensa o atención en zona mixta). Hay muchas cosas qué evaluar con atención en el comienzo de esta nueva era.
Hay momentos individuales que llegan en la hora adecuada, como los de Josef Martínez, Yangel Herrera, Wuilker Fariñez y Sema Velázquez, y los de otros, reilusionados, como Tomás Rincón en el Torino y Rómulo Otero en Atlético Mineiro.
Es ocasión, una vez más, de hacer borrón y cuenta nueva. Quedan cuatro partidos para ensayar, donde el resultado final quizá no sea tan determinante como la posibilidad de saber que el equipo va creciendo en su juego y competitividad. No le abro el paraguas a Dudamel, es una oportunidad única de aprovechar el máximo nivel para diseñar el modelo que arrancará la carrera hacia 2022. Claro, si los marcadores son favorables, el mérito es triple.
Ahora, en otro plano, se puede debatir algunas decisiones. Con extrañeza sigo preguntándome por qué Wilker Ángel no está en la convocatoria: con continuidad en Rusia y siendo uno de los centrales más utilizados por Dudamel en su proceso, se queda fuera para el choque ante Argentina, justo cuando se necesita experiencia en una zona en la que aún no hay nada definido en cuanto a titulares (la pareja de centrales).
Con 24 años y su charretera internacional, cumple con todo los recaudos para ser uno de los pilares de este nuevo proceso, mismo caso de Roberto Rosales, defenestrado hace ya varios llamados y cuya presencia resulta vital en este renacimiento, más aún tomando en cuenta la ausencia inmediata por sanción de Alexander González ante Colombia. Bien sea la decisión del propio Rosales de no atender al llamado, el haber dejado fuera al mejor lateral derecho de la historia puede pesar y seguirá siendo una ausencia notable e irremplazable.
Bríndele un voto de confianza a este grupo de muchachos que no superan los 24 años y a un cuerpo técnico evidentemente capaz y que tiene en sus manos restituir el caché que presumió la Vinotinto hasta el proceso mundialista de Brasil.
Hay trabajo de sobra, además, que le da el crédito necesario para enamorarse de nuevo de esa novia que se portó mal y que batalla con todos sus medios para volver a ganarse el corazón de los venezolanos que tanto la aman.]]>

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