Venezuela

Violencia sexual y de género: los peligros del camino para las migrantes venezolanas

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Dominicano
Fotografía: AP

Hay numerosos riesgos para las mujeres que escapan de la crisis de Venezuela. La posibilidad de ser víctima de redes criminales o forzadas a trabajos sexuales se multiplican para las migrantes que salen en condiciones precarias y sin la documentación necesaria

«No es lo mismo emigrar siendo hombre que siendo mujer. Los peligros en el camino son mayores», fueron las palabras de apertura del embajador Eduardo Porreti en el Seminario Los Peligros del Camino, enfocado en la violencia sexual y de género que atraviesan las migrantes venezolanas.

En el seminario hubo ponencias de representantes del sistema de Naciones Unidas, como la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados y la Organización Internacional para las Migraciones; organizaciones no gubernamentales: Éxodo, Nativo y Cepaz, y el sector académico representado por la Universidad Católica Andrés Bello. 

El embajador resaltó la importancia para los países de la región de incluir la perspectiva de género en las agendas de desarrollo y de Derechos Humanos. A su criterio, la falta de protección para las mujeres migrantes evidencia las fallas en esta materia y agregó que el tema no se está abordando con la suficiente atención.

Durante su ponencia el Coordinador de la Organización Internacional para las Migraciones, Alejandro Carnero, alertó que la trata de personas en Venezuela ha aumentado en 300% entre 2014 y 2018; 198.000 casos específicamente. Agregó que la falta de cifras oficiales impiden saber cuantas mujeres sufren de esto, pero se estima que conforman 68% de las víctimas.

De acuerdo con Carnero, las mujeres que emigran son mucho más vulnerables a caer víctimas de esta clase de delitos, situación que se ha visto agravada en países como Chile, Ecuador y Perú, donde las restricciones de ingreso para los venezolanos han aumentado.

La representante de Cepaz. Carolina Godoy, habló sobre el incremento de casos de violencia sexual y de género enmarcado en la actual situación migratoria de Venezuela.  Desglosó un perfil aproximado de las venezolanas emigrantes: jóvenes de entre 18 y 29 años de edad, con un nivel de estudios básico, mayormente solteras y, en un porcentaje importante, madres. 

Explicó que se realizó una encuesta a 605 mujeres que salieron del país por Táchira con destino a Colombia y otras naciones de la región. 91% de las encuestadas reportaron haber dejado de comer por lo menos 10 veces en un mes, mientras que 33% podía cubrir su estancia en el exterior durante solo una semana. 

Estas circunstancias, aunadas al hecho de emigrar de forma ilegal, facilitan los riesgos de ser víctima de trata y tráfico de personas, violencia sexual y psicológica, femicidio, explotación sexual y laboral y xenofobia, entre otras modalidades delictivas.

«Las mujeres venezolanas nos llevamos en la maleta un elemento de desigualdad que no afecta a los hombres. Además de ser inmigrante, extranjera e ilegal, somos mujeres», señaló Godoy, haciendo énfasis en la necesidad de aceptar el género como un elemento diferenciador a la hora de correr riesgos en el exterior. 

Acnur estuvo presente a través de Adriana Negry, quien explicó los alcances del proyecto «Red de espacios seguros Venezuela», el cual es desarrollado de manera integral por varias organizaciones de la sociedad civil y de las Naciones Unidas que trabajan en apoyo al Estado venezolano para la prevención y la respuesta a la violencia de género y en la protección de la niñez y adolescencia en riesgo.

La red está presente en cinco estados (Apure, Bolívar, Miranda, Táchira, Zulia), en Distrito Capital y pronto en Amazonas. Señaló que 85% de los casos de violencia de género atendidos en el estado Táchira son violaciones, aunque esto no signifique que sea la región dónde el delito ocurra más. 

“La violencia de género se agrava en situaciones de crisis humanitaria, crisis económicas, en todo esto, la crisis es factor de incremento de la violencia de género”, expresó Negry.

María Gabriela Cuevas, de la Universidad Católica Andrés Bello, enfocó su ponencia en el caso de los niños y adolescentes. Señaló que ser niño coloca a las personas en un lugar de vulnerabilidad aún mayor. 

«La trata de personas es uno de los negocios más rentables, ya que el ‘producto’ es reutilizable. Por esto, es conveniente captar a las víctimas de edades tempranas», explicó Cuevas quien destacó que las edades de las víctimas son cada vez más bajas. 

La mendicidad, el tráfico de órganos y la adopción ilegal son riesgos que corren los niños y adolescentes en el marco de la crisis migratoria venezolana. Cuevas también explicó que mientras las niñas son más propensas a ser explotadas sexualmente, los niños lo son ante la explotación laboral. 

Tanto los asistentes como los expositores del seminario hicieron énfasis en el desafío que significa enfrentar este flagelo dentro del contexto de Venezuela, a la vez que destacaron la importancia de emigrar con los papeles en regla, dado que esto les brinda más seguridad en el lugar al que emigre. 

Adriana Negry de Acnur señaló que no es necesario contar con cifras para emplear un plan de acción, sin embargo, en un país en el que el gobierno no acepta el problema, esta situación no parece cercana a solucionarse.

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