Opinión

Vivir feliz con adolescentes es posible

Tal y como si de tratara de una computadora, el cerebro de nuestros adolescentes comienza un proceso de actualización que los prepara para la vida adulta y que trae cambios importantes en sus conductas que parecen desafiar la cordura de cualquier padre. No te asustes, esto también pasará de la mejor forma si te prepararas para ello

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Las conversaciones entre padres de adolescentes suelen buscar una respuesta a los constantes cambios de humor de esos jóvenes que tienen en casa. Pasan sin razón aparente de la alegría al enojo y ya no aceptan las órdenes con tanta facilidad, por no decir ninguna.

La buena noticia es que es posible transitar de forma positiva junto a ellos esta importante etapa de desarrollo, donde sus cerebros cambian para abrirles el camino hacia la adultez.

En los adolescentes comienza el proceso de maduración del cerebro, una especie de actualización que les permitirá adaptarse al entorno y quedar listos para la vida adulta.

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Foto Cottonbro / Pexels

Comprender este proceso de cambio en sus cerebros es clave para entender las variaciones en su comportamiento. Los expertos señalan que la adolescencia es la segunda gran ventana de oportunidades para formar adultos saludables, independientes y socialmente adaptados, una etapa que comienza en la infancia pero que se completa y fija en la adolescencia.

Cómo acompañarlos y no morir en el intento

Nadie nos prepara para ser padres, mucho menos de un adolescente. La psicóloga Lilian Cifuentes explica que la mejor forma de prepararse para enfrentar la temida etapa de la adolescencia de nuestros hijos, es anticiparnos a ella.

“Se trata de empezar a cultivar lazos fuertes de afecto con nuestros hijos, basados en el respeto y la comunicación, donde ellos desde pequeños conozcan las normas de funcionamiento del hogar, las reglas que deben cumplir y las consecuencias de sobrepasar estos límites”, detalla la psicóloga especialista en niños y adolescentes.

Agrega que no se trata de que los padres se conviertan en unos tiranos, por el contrario, cuando las normas son claras, estables (sin cambios repentinos y/o sin explicación) desde la infancia y si las mismas son establecidas desde el respeto y el diálogo, los niños las adoptan como propias sin mayor dificultad.

“Si mantenemos la buena comunicación con nuestros niños, durante toda la etapa de su desarrollo, podemos llegar a la adolescencia sin mayores dificultades, porque ya tendremos establecido el puente comunicacional que nos va a conectar desde el amor y el respeto y no desde la fuerza y la imposición”, dijo Cifuentes, quien advierte que estas dos últimas son la peor forma de abordar a un adolescente, ya que lo único que lograremos así es que se distancien cada más vez de nosotros, pudiendo generar una ruptura en la relación paterno-filial.

Todo empieza con…

Uno de los cambios más notables en nuestros adolescentes son las conductas desafiantes, donde dejan de ser niños amorosos, cariñosos y obedientes transformándose en seres conflictivos, oposicionistas y cuestionadores. Con estas conductas pretenden abrirse espacio en el mundo adulto.

Foto Cottonbro / Pexels

Ante estos cambios, la psicóloga Lilian Cifuentes apunta que “debemos ayudarles a reconocer sus emociones, a identificarlas y lograr que las pongan en palabras para que podamos conversar y lograr acuerdos. Recuerda que ni ellos tienen toda la razón, ni tú como padre tampoco eres el poseedor de la verdad absoluta, por eso debemos fomentar el diálogo y la comunicación efectiva y afectiva.

Otro cambio que muestran nuestros chicos durante esta etapa del desarrollo es que pierde importancia la opinión de los padres, cosa que en la infancia era considerada muy valiosa, mostrando un interés absoluto en la percepción que tienen los pares sobre ellos.

“Verás cómo ya deja de gustarle la música que antes compartían. No les interesa ir a los lugares que antes frecuentaban o visitar a personas que antes disfrutaban. Respeta estos cambios en sus gustos y procura interesarte por las cosas que ve y hace”, recomienda la especialista.

En cuanto al área emocional, los cambios ocurren en una amplia gama de formas y de intensidad, pueden ser muy sutiles o marcadamente fuertes.

“Suelen tornarse más irritables, se molestan con facilidad y pueden presentar gritos o llanto fácil. En ocasiones pueden llegar a tener muy mal manejo de la frustración, sobre todo cuando esto no se ha trabajado durante la infancia. Algunos tenderán a aislarse, tornándose callados y reservados”.

Foto Cottonbro / Pexels

La sugerencia de Cifuentes para los padres, es que no se confíen ni los dejen por su cuenta. “Acérquense a ellos, hablen con sus hijos, qué les pasa, qué tienen, qué están viviendo, cómo están interpretando las circunstancias y acontecimientos que les rodean”.

No lo hagas

Fijarnos solo en sus conductas inadecuadas, es un error que no debemos cometer. Por el contrario, céntrate en destacar en ellos los logros y aciertos, así sean de forma parcial, ya que en esta etapa su autoconcepto suele estar muy debilitado. Si solo reciben críticas asumirán que no hacen nada bien, que no podrán lograr nada.

La psicóloga señala que criticarlos constantemente es de esas acciones que debemos evitar. “Los padres suelen recriminarlos por el tipo de ropa que les gusta, la forma de maquillarse, el grupo de amigos, con este tipo de actitud lograremos alejar a nuestros hijos de nosotros, en el momento que más nos necesitan. Si logramos ser más tolerantes con sus nuevos gustos, y/o estilos y en adición, buscamos la forma de hacer de nuestra casa un espacio cómodo para nuestro hijo adolescente y sus amigos, podremos conocerles mejor generando la confianza que necesitamos para que se sientan seguros, amados y aceptados”.

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Foto Jack Winbow / Pexels

Advierte que tampoco se debe ser absolutamente permisivo, hay que poner límites claros. Por ejemplo hay cosas que no necesitan como un teléfono último modelo porque es el que tienen sus amigos, otras que simplemente no les son beneficiosas como ir a una fiesta hasta horas muy avanzadas o en zonas riesgosas o donde tú no conozcas a las personas que irán, por lo que simplemente se deben recordar los límites.

Recomienda evitar querer convertirte en el mejor amigo de tu hijo. “Tu hijo va a tener muchos amigos a lo largo de la vida, pero solo un papá y una mamá. Un amigo es permisivo, le aplaude todo lo que el amigo hace y hasta le alcahuetea en situaciones. El rol de los padres debe ser de poner límites amorosos, de hacer respetar las normas, de sancionarlas cuando son incumplidas y esto es muy necesario en la vida de cualquier individuo”.

Acompáñalos

La mejor manera de transitar esta etapa es conectando con nuestro hijo desde el corazón, y no desde la razón. Dejemos de lado “el deber ser”, nuestras expectativas y nuestros deseos de perfección. Recordemos que la perfección nos aleja de la felicidad y lo más importante es que nosotros y nuestros hijos podamos coexistir felices.

Dejemos de lado los prejuicios de lo que el entorno nos exige o espera. Con frecuencia nos imponemos tantas cosas y tenemos expectativas tan altas que ahogamos a nuestros hijos con lo que nosotros queremos para ellos, sin darles espacio para que se descubran y crezcan desde lo que ellos esperan y desean de sí mismos.

Si empezamos a educarlos en valores desde la infancia, cultivamos en ellos el respeto y el amor por sí mismos y por los demás; fortalecemos su autoestima y la confianza en sí mismo; podrán tomar buenas decisiones en las siguientes etapas de su vida.

También debemos darle espacios para equivocarse, de los errores también se aprende.

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