Votar por hambre y no por convicción
No fue por gusto o por intimidación. En los comicios municipales del 10 de diciembre se evidenció cómo la necesidad movió a muchos electores a sacar el comprobante de votación y llevarlo a un punto rojo. No importó la violación a la ley ni el quiebre del secreto del voto, que nadie castigó sino que se alentó desde el poder. En las zonas populares, el crujir de los estómagos sonó más duro que cualquier consigna política. Y las promesas no se cumplen