Cultura

Wonder: el bullying made in Hollywood que rescató Netflix

A pesar de sus buenas intenciones, "Wonder" naufraga y se convierte en un relato edulcorado que trivializa los problemas que enfrentan los niños con discapacidades o problemas de aceptación

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Lionsgate

Netflix parece que todo lo que toca lo convierte en oro, incluso algunas películas que no habían respondido a la expectativa. Es el caso de «Wonder«, producción que ocupa por estos días los primeros lugares entre las cintas más vistas en la plataforma de streaming. Este éxito, especulo, tiene que ver con el confinamiento.

Hace tres años se estrenó este drama que tenía todo para ir tras un Oscar: Actores: Julia Roberts (Isabel), Owen Wilson (Nate), un niño con una enfermedad rara, el entonces de moda Jacob Tremblay (Auggie), un perro enfermo y hasta el machacado «basado en el betseller de…». En este caso, de la escritora Raquel J. Palacio, la estadounidense descendiente de colombianos.

Lamentablemente, todos estos ingredientes, en las manos del director Stephen Chbosky, no funcionaron. De hecho, la cinta puede ser un gran ejemplo en estos tiempos de corrección política para explicar por qué la intencionalidad de hacer empatía a cualquier costo produce un efecto contrario.

Vamos a la trama: Auggie, un niño de 10 años, abandona la seguridad de la educación en casa para enfrentarse a la escuela y el escrutinio de sus nuevos compañeros, que en un principio se sorprenden por la disostosis mandibulofacial que presenta. Sin embargo, tras los breves desencuentros, no tardan en abrirle a los brazos.

Superado el miedo inicial, nos damos cuenta que Auggie no está solo. Tiene una familia que le quiere, respeta y apoya. También los profesores y alumnos. Incluso quienes se burlan de él, terminan convirtiéndose en sus amigos. Ante la inexistencia de un conflicto, el guión apela a otros tópicos vistos hasta el cansancio, como el perro enfermo o la adolescente ignorada.

La historia de Auggie tendría otro tono si se hubiera ubicado en un contexto menos burgués. Así sucede con Rocky Dennis en «Mask» (1985), el fantástico largometraje de Peter Bogdanovich. El personaje que encarna Eric Stoltz no solo debe luchar con la mirada del otro, sino también con su autoestima y con una madre (Cher) adicta a las drogas.

«Mask» está basada en la historia real de Roy Lee «Rocky» Dennis, un niño estadounidense que sufrió de displasia craneodiafisaria, un trastorno óseo esclerótico extremadamente raro. Y ganó un Oscar por Mejor maquillaje. La película posee una de las escenas más hermosas que se ha visto en el cine. Transcurre cuando el protagonista intenta explicarle el significado de los colores a Diana (Laura Dern), que es ciega. La pueden ver a continuación:

No todo es malo en «Wonder». En determinado contexto, podría propinar la discusión sobre el bullying y la aceptación. No es fácil encontrar, en estos tiempos, producciones que puedan ser vistas por todos los miembros de una casa. Ese es un punto a favor, aunque probablemente no fuera la meta de Lionsgate cuando la sacó al mercado.

Pero incluso el bullying lo encontramos mejor trabajado en obras que preceden a «Wonder». Es el caso del documental «Bully», de 2011. Sí, estamos hablando de géneros diferentes. Sin embargo, lo que deseo remarcar es que dado el material previo, estaba abonado el camino para que cualquier director trabajara el tema de la apariencia física y el acoso, en plena era de redes sociales, con mayor profundidad.

Ya sea por la exigencia del guión, de la productora o por las limitaciones propias, Chbosky no consigue que Auggie tenga una voz verosímil. Algo que sí había logrado en la interesante «The Perks of Being a Wallflower». Aunque también es cierto que los dramas adolescentes son más ricos en textura que los infantiles y, en consecuencia, más fáciles de llevar a la gran pantalla. Creo que aquí está el quid del asunto.

¿Cuántas películas han conseguido explorar el mundo de los niños y la llegada de la preadolescencia? Muy pocas. En «Boyhood» de Richard Linklater encontramos algunas pinceladas, también en «Billy Elliot», incluso, si se escarba, hay algunas señas en la amistad de Elliot con ET, el extraterrestre. Hasta ahí.

Por supuesto, existen producciones fantásticas, de terror o bélicas, que ponen en primer plano los temores, abusos o la resiliencia de los menores de edad. Allí están «Slumdog Millionaire», «Harry Potter», «El imperio del sol», «Bestias del sur salvaje», «Donde viven los monstruos», «El señor de las moscas», «Tenemos que hablar de Kevin», «Sexto Sentido»,  «The Babadook», «Goodnight Mommy»… la lista es larga.

Sin embargo, los títulos de arriba resaltan lo complicado que se hace contar la intimidad del niño sin apelar a la tragedia o a un elemento externo (posesiones, animales, fantasmas, etc.). «Stand by Me», la inolvidable obra de Rob Reiner se erige como una cinta original en ese sentido, porque se centra en los problemas diarios e íntimos de los personajes, lo que convierte a este filme en una obra entrañable. Aunque, de nuevo, los protagonistas no son niños sino casi adolescentes.

Y esa es la principal falla de «Wonder». Incapaz de profundizar en los miedos, deseos, expectativas de Auggie, obsesionado como un profesor de primaria en aleccionarnos y decirnos que debemos ser buenos con nuestro prójimo, Chbosky pierde la gran oportunidad de ahondar en las verdaderas dificultades que enfrenta una persona diferente en una sociedad que le teme a las cicatrices.

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