Opinión

¿Y qué hacemos con Cuba?

Ha surgido un movimiento por la democracia y se siente su impacto dentro y fuera de la isla. ¿Cuál ha sido la respuesta de los países de la región? Parece que los gobiernos latinoamericanos prefieren mirar hacia otro lado

Cuba
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Cuba atraviesa, según diversos observadores, una situación propicia para la actuación mancomunada de las democracias y los demócratas de América Latina. Se registran dos situaciones, sin duda enlazadas. Y es momento de dar respuestas.

Por un lado, ha surgido un nuevo movimiento pro-democracia dentro de la isla, con bastante impacto, especialmente entre los jóvenes; y junto a eso el relevo en la dirección del Partido Comunista de Cuba, tras el retiro de Raúl Castro, dando paso a lo que se considera un castrismo sin los Castro.

Con pesadumbre, no pocos creen que de lado de los gobiernos latinoamericanos no se puede esperar mucho, pues no tienen el tema de Cuba en su agenda y ni siquiera establecen relación entre el rol del régimen cubano y la crisis venezolana. Es como si sólo vieran el árbol, pero no el bosque.

Cuba si bien geográficamente es parte de América Latina y el Caribe, en materia política no figura como prioridad para los países de la región. Y esto no ha cambiado en la actual circunstancia, ni siquiera ante el actual contexto de movilizaciones por la democracia, dentro de la isla caribeña. Es un hecho que debería tener por respuesta un respaldo de los países democráticos y los ciudadanos demócratas de la región.

Al contrario de lo que ocurre con las derivas autoritarias de Venezuela o Nicaragua, ante las cuales se evidencia interés de la diplomacia de algunos países de la región, el devenir cubano no parece despertar interés, al menos públicamente, entre los gobiernos democráticos de América Latina.

Consulté a la académica venezolana Elsa Cardozo sobre el tema. Ella me comento una eventual agenda para los gobiernos democráticos de América Latina para que rompan con la inmovilidad que les rodea en relación al momento crucial que vive Cuba, en la actual coyuntura.

Cardozo sostiene que los gobiernos deberían “asumir conjuntamente declaraciones de condena a la represión y a procedimientos arbitrarios de detención”, que están teniendo lugar en este momento en Cuba. Esto en consonancia con la defensa de la “universalidad e indivisibilidad de los derechos humanos”, asegura quien fue directora tanto de la carrera como de la maestría en estudios internacionales de la Universidad Central de Venezuela (UCV).

A su juicio, tal como se ha hecho ante otras situaciones que demandan respuesta regional en bloque, los gobiernos democráticos deberían “mantener el caso cubano en agenda en organismos y foros internacionales”.

Y complementa: “Organizar, como para el caso de Venezuela, conviene fortalecer un grupo de democracias con actitud proactiva, atenta y proactiva ante la situación cubana”.

Es importante ver la crisis de derechos humanos y la respuesta de activistas sociales y culturales ante la dictadura cubana como algo que no es ajeno a América Latina. En esa dirección, los gobiernos latinoamericanos deberían ver que el gobierno de partido único de Cuba es un límite para el fortalecimiento de la democracia en su conjunto, en América Latina.

El sentido de oportunidad, de una respuesta regional, tendría doble propósito. Delimitar la cancha para que el nuevo Presidente y Primer Secretario del PCC, Miguel Díaz-Canel, entienda que la región no ha dejado a Cuba a su suerte, y dar un mensaje de esperanza y solidaridad al movimiento pro-democracia de la isla caribeña.

Más allá del papel de los gobiernos, hay otra arista que a fin de cuentas resulta positiva y que habla del rol de otros actores, sociales o culturales en la promoción de la democracia y la defensa de los derechos humanos.

Desde América Latina viene creciendo la sensibilidad y el apoyo de referentes progresistas de la cultura y la academia, en especial hacia el Movimiento San Isidro y el 27N. Muchos artistas independientes de Cuba son reconocidos en América Latina por su trabajo y además representan un aire renovado en la lucha pacífica por la libertad de expresión en Cuba, esto me lo comentó Gabriel Salvia, desde Buenos Aires, director general de CADAL.

Y no menos importante, la política hacia Cuba por parte de América Latina tiene hilos de conexión con lo que a su vez decida Estados Unidos.

Sin que Cuba sea una prioridad para la nueva administración de Joe Biden, se está generando un escenario diferente a lo que fue la exacerbación de la sanciones por parte del gobierno de Donald Trump, pero sin llegar a lo que fue el foco de atención que le dio Barack Obama al tema cubano.

Es indispensable que América Latina asuma un rol proactivo, tanto gobiernos como sociedad civil, para dar una respuesta democrática a lo que acontece en Cuba.

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