Opinión

Yo sí celebro que hayan devuelto el Sambil

Algunas reacciones en redes sociales a propósito de la devolución del centro comercial expropiado en La Candelaria empujan a Carolina Jaimes Branger a recordar quiénes son los verdaderos responsables de la crisis venezolana

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Tras 14 años de haber sido expropiado a su dueña, la Constructora Sambil, el centro comercial del mismo nombre, ubicado en la Candelaria, Caracas, le fue devuelto. Como bien apuntó María Corina Machado cuando en aquella oportunidad emplazó a Chávez en la Asamblea Nacional: “expropiar es robar”. El Sambil de La Candelaria no era un bien público, contaba con todos los permisos (la Alcaldía de Libertador de Freddy Bernal los otorgó en 2005), e iba a convertirse en una fuente de trabajo, esparcimiento y diversión para sus vecinos y sus no tan vecinos. Y se lo robó la revolución socialista y bolivariana.

Hugo Chávez declaró en aquel momento, durante un «Aló, presidente»: “Me tendrán que sacar de Miraflores para que haya un Sambil en La Candelaria. Eso es un crímen (…) ¿Cómo vamos a hacer el socialismo entregándole los espacios vitales del pueblo a ese comercio desmesurado, consumista?”. ¡Como si el que hubiera un Sambil en La Candelaria fuera algo malo! ¡Si solo bastaba ver los ríos de gente que salían del Metro de Chacao en dirección al Sambil de la Avenida Libertador! Todavía, en plena pandemia, el Sambil sigue atrayendo público porque es seguro, espacioso y tiene una variada opción para todos los gustos y bolsillos. Para el pueblo que, contrario a lo que pensaba Hugo Chávez, es consumista. ¡Y el que hoy no pueda serlo es por culpa de Chávez, de Maduro y de su maldita revolución!

Un excelente reportaje de Emily Avendaño en estas mismas páginas del 22 de febrero de 2018, explica que para el momento “Ya no es refugio, ahora funciona como depósito del Ministerio de Comercio. Ni sombra de la clínica, escuela o universidad prometidas”. Y es que un centro comercial está concebido para ser un centro comercial. Recuerdo cuando Chávez habló de hacer la universidad, que me pregunté dónde iba a meter los salones de clases -más aún esperando que iba a tener miles de estudiantes- si los locales comerciales, en su mayoría, no tienen el tamaño adecuado para albergar pupitres, escritorios y estudiantes. ¿En los espacios abiertos? ¡Tampoco! Hubieran tenido que cerrarlos porque el ruido de unas clases interfiriendo con otras, más los estudiantes movilizándose por los alrededores, hubieran hecho imposible las clases. Igualmente, la idea del hospital: tenía que haber sido concebido desde el principio como tal. Pero la megalomanía de Chávez era tal, que estaba convencido de que todo lo que a él se le ocurría era posible ¡pues porque sí!

Lo que me ha sorprendido son las reacciones de algunas personas ante la noticia. Sin averiguar, sin preguntar, sin saber, sentenciaron que “la familia Cohen había negociado con el régimen”… “Freddy Cohen sufre del síndrome de Estocolmo, está negociando con sus captores”… “Los dueños legítimos tuvieron que bajarse de la mula con $$$$$$$$$$$ !!!MAS NÁ!!!!!!”… “El caso Sambil destila un olor a guiso bien podrido … si fue expropiado e indemnizado, lo pertinente es reprivatización… una oferta pública , licitación o lo que sea…. No devolución…. Debe ser aclarado”.

¿Cómo se lanzan a la ligera aseveraciones tan duras y sobre todo, tan injustas? ¡Lo que le criticaron a Chávez lo están haciendo ellos: hablan, juzgan y sentencian sin saber!

También salieron a relucir otros casos de expropiación no devueltos -injustos, por demás y ojalá que los regresen a sus dueños- pero bajo la premisa de que “como los Cohen tienen real y pagaron, se lo devolvieron”. Hasta a Franklin Brito lo sacaron, como si los Cohen tuvieran la culpa de lo que le hizo Hugo Chávez.

Señores, aquí el gran culpable del desastre que estamos viviendo, de la diáspora que día a día sigue creciendo, de la hambruna, los sueldos de miseria, los engaños, y el robo se llamaba Hugo Chávez y lo sigue en la destrucción su sucesor, Nicolás Maduro. No nos equivoquemos.

Por los momentos, no puedo sino alegrarme de que le hayan devuelto su propiedad a la familia Cohen, honorable y trabajadora, quienes no dejaron de pagar a sus empleados, devolvieron las inversiones de pequeños comerciantes que planeaban tener sus tiendas en el centro comercial y ahora planean reabrir -con todo el gasto que eso significa- para dar -en cálculos de Freddy Cohen- trabajo a unas 3.500 personas.

Tengo muchos defectos, pero la mezquindad, por fortuna, no está entre ellos. Yo sí celebro que hayan devuelto el Sambil a sus dueños. Lo que lamento es que Salomón Cohen no haya vivido lo suficiente para haberlo visto.

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