Opinión

“Zergatik sheath hain larria”

Escribo desde el país vasco. Tenía cuatro años sin venir a España y con las noticias de la crisis, esperaba encontrar un país en el que ésta se notara... Claro, mi vara de medida es Venezuela. Por supuesto, aquí la crisis no se nota como allá. Y es que la crisis venezolana pica y se extiende y pareciera que no tuviera remedio, al menos en el corto plazo.

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No puedo dejar de pensar en cuánto dinero hecho en Venezuela ha ayudado a construir la España moderna. A su vez, la Venezuela moderna que enterramos cuando elegimos a Hugo Chávez presidente, le debe mucho al trabajo duro y sobre todo honesto de tantos españoles que fueron a buscar lo que la España de la postguerra les negaba. Hoy sus hijos y nietos están de regreso aquí, buscando lo que Venezuela les niega… ¡Qué tristeza!…

En Donostiarra (San Sebastián), en la «Consti», la Plaza de la Constitución, nos acercamos a un señor que tomaba fotos con un trípode para que nos hiciera una foto de grupo. Resultó ser un escocés que vive en Galicia. Por sus comentarios me di cuenta de la magnitud del dineral que ha gastado la revolución en lobbies internacionales. Cuando supo que éramos venezolanas, lo primero que nos dijo fue «¡qué viva la revolución!». Cuando le dijimos que no éramos partidarias de esa revolución, su respuesta inmediata fue tildarnos de derechistas. No tenía ni idea de que en Venezuela vivimos en medio de una violencia que se lleva un centenar de muertos a la semana, y quién sabe cuántos heridos y discapacitados de por vida deja. Tampoco sabía que tenemos la inflación más alta del mundo. «Petróleo, petróleo, ustedes tienen petróleo, gasolina barata». Sí, señor, lo único barato. Y el petróleo estos últimos tres lustros lo que ha servido es para enriquecer a una nueva clase social que llegó al poder con hambre atrasada y para hacer pobre a la clase media más pujante de América Latina… ¿Por dónde empezar a explicarle al escocés que somos un pobre país rico?…

No nos creyó que en Venezuela hay que hacer colas de horas para comprar un pollo y dos litros de aceite, que el papel toilette es un lujo, ni que el café desapareció de los anaqueles de los supermercados hace ya un buen rato.

«A mí no me gustaba Margaret Thatcher porque me gusta la pluralidad». Fue una pérdida de tiempo mencionarle que los opositores en Venezuela son perseguidos, hostigados y algunos considerados «apátridas». Que la pluralidad desapareció de nuestra vida política, porque en la Venezuela revolucionaria los adversarios son considerados enemigos.

«Me gusta Evo»… Claro, el discurso de Evo es socialista. Pero sus políticas económicas no tienen nada que ver con las políticas de los “genios” de la “revolución”.

El fotógrafo quería seguir hablando, pero nosotras no. Las vacaciones no son para estar hablando de lo mal que está Venezuela. Nos despedimos con la tristeza de pensar cuántos hospitales y escuelas se hubieran beneficiado si el dinero invertido en convencer a escoceses que viven en Galicia de que la revolución es un éxito, lo hubieran invertido en mejorarlos… Como dicen aquí, “zergatik sheath hain larria”…

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