Melomanía

Roberto Musso, del Cuarteto de Nos: "Te soy sincero, sólo veo manchas"

"Lámina Once" es el más reciente disco del Cuarteto de Nos, un conjunto de temas potentes y reflexivos. Cusica los trae nuevamente a Venezuela y aquí conversamos con su vocalista sobre canciones, psicología y el paso del tiempo

Cuarteto
Foto: Jerónimo López
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Con El Cuarteto de Nos las cosas no son fáciles, ni a la primera. Hay una intensidad en sus canciones, un trasfondo siempre hasta en la letra más ligera. ¿Todo un disco planeando sobre la idea del test de Rorschach? ¿De qué habla este tipo? ¿Qué nos está diciendo? ¿Por qué se va por ahí? Y quizás el enganche es más por tracción y así, de a poco, vas incorporando sus temas a tu repertorio de opciones y terminas sumándote al viaje que propone la banda uruguaya conformada por Roberto Musso, vocalista y guitarrista; Santiago Tavella, bajo y voz; Álvaro Pintos, batería; Gustavo Antuña en la guitarra; y Santiago Marreroen los teclados.

Ese viaje, los trae a Caracas y Maracaibo -22 y 23 de marzo- luego de que experimentaran ellos mismos en directo la respuesta del público en el Cusica Fest 2022 y pasó lo que tenía que pasar: «La gente ya desde la primera sílaba que canto en el concierto, hasta el último acorde que cierra todas las canciones, está conmigo, viviendo esa catarsis», explica Roberto Musso: «Ese ida y vuelta es increíble».

-¿El show que traen a Venezuela es la gira del disco «Lámina Once» o es más un concierto de paseo por los éxitos de la banda?

Es una mezcla de las dos cosas. “Lámina Once” es un disco bastante corto. Son ocho canciones, de las cuales estamos tocando unos seis temas, pero este es un show de 1 hora 45 minutos, más o menos. Hace mucho hincapié también en “Jueves”, que es el disco anterior y que no habíamos podido tocar lo suficiente por el tema de la pandemia. Entonces, es un show que tiene mucho énfasis en los dos últimos discos, pero incluye un montón de canciones de las emblemáticas de la banda, de “Raro” en adelante. La mayoría del público venezolano nos conoció en aquel momento, entonces pasa que que, claro, a uno le gusta escuchar las canciones de cuando se enamoró de la banda. Esas canciones no pueden faltar.

Es como un concierto de presentación, aunque ya ustedes estuvieron por acá…

Sí, pero es como revivir esa llama de aquel momento, digamos, de alguna forma. Nosotros estuvimos muchas veces allá por el 2009 y el 2012, se cortó un poco el vínculo y ahora en el último Festival Cusica Fest fue un reencuentro muy, muy emotivo y muy fuerte con la gente. Vimos que que había una mezcla interesantísima del público que nos conocía desde aquella vez, pero también un montón enorme de gente muy, muy joven, que se ha enganchado con las canciones del Cuarteto de la última etapa. Es algo que nos pasa en todos los países de Latinoamérica, esa cantidad de gente joven, adolescente se diría, que también se se conecta mucho con las letras de las canciones, sobre todo.

Cuarteto
(Foto: Alejandro Kaminetzky)

-Hablemos de “Lámina Once”… ¿Conoces algún otro caso de un disco en el que un test psicológico tenga tanto protagonismo?

-(Ríe) No sé… El test de Rorschach, viste el de las láminas, para la gente que no lo conoce, es un test creado por Kerman Rorschach, un psiquiatra austríaco, allá por 1930, por ahí, que también era artista plástico. A mí siempre me causó mucha curiosidad cómo pudo congeniar sus profesiones en algo tan plástico como son esas imágenes, que siempre me llamaron la atención a nivel visual, ¿viste? Es un test que él que creó con esas láminas que son unas manchas simétricas de tinta. Son diez láminas y justamente por eso el disco se llama “Lámina Once”, porque es la lámina que no está, que no existe en ese test de Rorschach. Es un test que se usó mucho, a mí me tocó hacerlo -quizás a ti también- estaba muy de moda en los 90 por ahí, para pruebas de inserción laboral, vocacionales, para un montón de cosas… Y mezclando esas dos ideas, la parte estética de las manchas y la parte de lo que tiene que ver con una metáfora de lo que trata el disco, nos pareció muy interesante abordarlo desde ese lado.

-El logo del escudo con los dos ratones del Cuarteto parece una figura del test…

Claro. Fue un poco la idea también de poner en la portada del disco el escudo heráldico del cuarteto como test de Rorschach, como si fuera esa lámina 11, digamos, que no existe y donde no importa lo que se vea porque no vas a tener problema de caer en un casillero de alguna patología psicológica.

Ese planteamiento general de “Lámina Once”, ¿en qué medida recoge y refleja tu estado mental o el estado de la banda y en qué medida refleja también los tiempos que vivimos?

Es una muy buena pregunta… No me he autorealizado el test de Rorschach a ver qué veo en esa lámina… En realidad la psicología y filosofía psicológica y temas de ese tipo, han sido una constante en la la historia del Cuarteto en sus canciones. Es un tema que a mí, como como escritor de las letras, me ha interesado siempre abordar. De hecho, el disco que presentamos en Venezuela en 2009 se llamaba “Bipolar”, más explícito que eso imposible. Me parece que con la pandemia es una de las cuestiones que nos explotó en la cara como sociedad y cuyas esquirlas vamos a ir viendo en el correr del paso del tiempo. Sobre todo, yo creo, en la gente joven y en la gente también mayor, que me da la impresión que fue la que más sufrió todo el tema de las cuarentenas, el encierro, la pérdida de los vínculos sociales. Entonces, me pareció interesante elaborarlo nuevamente pero desde un ángulo diferente.

Cuarteto

¿Qué pasó entre canciones como «Eres una chica muy bonita» y «El día que Artigas se emborrachó» y estos temas más intensos de “Lámina Once”? ¿Se trata de un efecto de la edad o hay una acumulación de desencanto?

-Bueno, primero, pasaron 30 años -que no es poca cosa- entre una etapa y otra. También en los 90 era un tema muy, como te diría, muy generacional de los integrantes de la banda. Nos tocó vivir nuestra mayor cantidad de años de la adolescencia en una dictadura militar aquí en Uruguay. Había un montón de temas que no se podían tocar ni hablar. La adolescencia es una edad en donde quedan marcadas a fuego un montón de cuestiones para toda la vida. Nuestra generación justo coincidió que cuando entramos a la universidad venía de vuelta a la democracia y entonces fue una época de una ebullición cultural muy fuerte en Uruguay, a nivel de reflotar todo lo que fue la parte del arte visual, de artistas plásticos, de teatro, de cine, de un montón de cuestiones que fueron generacionales con nosotros cuando teníamos 18 o 19 años, fijate vos. Entonces, esa idea de ser más contestatario -¿viste?-, de ir un poco en contra de lo que era el establishment, el sistema, está grabado a fuego en el ADN de la banda.

Obviamente eran canciones de los 90, mucho más irrespetuosas en cuanto a que era lo que se vivía en aquel momento. Pero claro, uno fue creciendo y ya te digo, después como con 30 y pico de años, 40 y pico de años, este periodo de inspiración me pareció genial en aquel momento, pero ahora en este momento me gusta que me llegue de otro lado diferente. Y eso también ha hecho que la banda sea una banda contemporánea, que no ha ido envejeciendo, que se ha ido siempre renovando con público joven que se ha ido sumando y conectando mucho con las canciones de los últimos tiempos.

Pero al mismo tiempo el Cuarteto es una banda que refleja su edad, su evolución, manteniendo elementos constantes, ¿no?

Sí, sí, sí, tal cual como vos decís. Creo que también el manejo -¿viste- que ha tenido mucho el Cuarteto de la ironía, del personaje observador, del personaje medio outsider y rebelde sigue estando. El personaje de la canción «Rorschach», justamente es un personaje así, típico del Cuarteto.

Ese personaje, como tú lo defines, ahora como que se divierte menos o está más atormentado…

¡Tiene más problemas! ¡Es verdad! En realidad, creo que los personajes de los 90 también tenían muchísimos problemas, pero lo verbalizaban de una forma diferente. Si vos te ponés a pensar, la mayoría de las canciones de aquella época eran también personajes atormentados, con otro lenguaje para verbalizar lo que le sucedía.

Todavía esperas que el mundo cambie, como dice la primera línea de la canción “Flan”?

Sí, sí… eternamente. Esa frase también tiene un poco de ese sarcasmo bendito que me gusta poner en canciones… Uno muchas veces dice «estoy esperando que cambie el mundo» cuando en realidad uno lo que está esperando es cambiar uno mismo. Ese mundo del que se habla es un mundo más interior que externo. Esa frase la tenía compuesta antes de la pandemia, justamente, antes de irnos de viaje la tenía ahí. Y cuando volvimos de la gira de presentación de “Jueves”, llegamos a estar en cuarentena acá en Uruguay. Fue una de las cosas que me pareció que se había resignificado, digamos, ¿no?

Un caso de «ten cuidado con lo que deseas»

Totalmente. Entonces me pareció interesante ver que hubo una frase que había escrito en un contexto mundial totalmente distinto y que se había resignificado. Nos pareció interesante que fuera la la open line del disco.

Siguiendo por esa idea de que el mundo cambió, una canción, por ejemplo, como “El putón del barrio” en estos tiempos los pondría en una situación incómoda, de cuestionamiento… ¿Sientes que ahora hay cosas de las que no puedes escribir o cantar con total libertad, que debes cuidar más lo que dices?

Hay obviamente un contexto, si no existiera “El putón del barrio”, hoy no se me ocurriría escribir esta canción, no estaría en mi radar, digamos, de cuestiones inspiracionales. En aquel momento sí. Es una canción que me parece maravillosa para aquel momento. Pero lo que vos planteás es cierto, hoy hay que cuidarse un poco más por la extrema sensibilidad. Y yo lo respeto mucho, viste, también eso. Intento irme por lugares en los cuales la censura no me agarre, digamos. Las primeras canciones que escribí tenían que pasar por la censura de los que aprobaban los espectáculos públicos y es algo que no me gusta para nada y no quiero volver a vivir de ninguna forma. Por eso como que me gusta ir por laberintos o carriles en los cuales me inspire mucho, sean cuestiones que tenga ganas de escribir, pero tratando de que no choquen con sensibilidades. Me parece que estas últimas canciones han sabido transitar por este camino.

Cuarteto
(Foto: Alejandro Kaminetzky)

Como compositor de la mayoría de las letras de las canciones de la banda, ¿qué sientes que has ganado y qué sientes que has perdido con el paso de los años?

Está bien lo que decís… Uno gana la experiencia, obviamente, el tener menos presión en general por la trayectoria que uno tiene en las espaldas, cosa que también sirve como un soporte interesante, ¿viste? Pero claro, capaz que se pierde esa habilidad o ese «no me importa nada» de los años juveniles y medio punk que se llevó con el Cuarteto. No lo extraño, sinceramente, porque lo aproveché escribiendo canciones en aquel momento, pero a veces si uno se pone a pensar en cuántos filtros uno va teniendo con con la edad… y está esa sensibilidad de ver qué es lo que proyectás en otros seres que quizás no la tenía tanto cuando empecé a hacer canciones a los 16 años. Lo cual me parece lógico… No sería malo un experimento para que fuera al revés: escribir con la cabeza de antes.

Ahora escribes lo que quieres escribir a esta edad y en el momento en el que estás…

Por eso te digo, una canción como “No llora”, que escribí cuando fui padre y que es muy emotiva y que sigue siendo un punto muy alto, emotivo, del show del Cuarteto, si yo le dijera al Roberto de 16 años “mirá esta canción”, me dice no, no, no la escribas, no la escribas por favor…

¿Además de canciones, escribes otras cosas, cuentos, ensayos?

No, no, no, vos sabés que no… Me lo ha preguntado mucha gente eso de por qué no aprovechar a veces esa pluma…

Es que tienes esa vibra de que tienes un montón de cuentos guardados y que un día vas a sorprender a todos sacándolos…

Sabés que no, no los tengo. Y no sé tampoco si seré tan bueno escribiendo ahí como lo que más o menos me sale en las canciones. Ese formato de canción en el cual uno tiene que condensar en tres o cuatro minutos una historia y que tenga ese desarrollo a veces cinematográfico de las canciones del Cuarteto, no sé si lo podría hacer en un formato diferente. Sí soy muy buen lector, me encanta leer y me encanta leer a autores latinoamericanos, sobre todo. También te digo que estoy muy ocupado escribiendo canciones porque es algo que no me brota. No soy un autor al que se le caigan canciones por ahí. Lo que más me lleva tiempo de todo justamente es componer, entonces tampoco me he puesto a pensar si quiero hacer algo más de otro género.

Volviendo al disco “Lámina Once”… Llama la atención que sin afectar mucho la esencia sonora de la banda, musicalmente hablando es un disco muy potente, muy guitarrero, fuerte, como diciendo está bien, vamos a pensar, vamos a reflexionar mucho, pero también vamos a descargar con este sonido…

Sí, claro que sí. Creo que el Cuarteto tiene ese chip, digamos, en el cromosoma del rock. Está muy presente porque fue así como nacimos nosotros: una banda de impronta rockera y por más que hemos experimentado con un montón de cuestiones, siempre se vuelve en un círculo concéntrico a la parte rockera fuerte.

Me parece que hoy por hoy para cualquier artista, y más para nosotros que giramos mucho y tocamos muchísimo en vivo, la carta de presentación se ha vuelto más el show que el nuevo disco o el nuevo material. Lo hemos vivido así. Y cuando estoy escribiendo canciones nuevas pienso en cómo se van a adaptar esas canciones con sus hermanas mayores en un repertorio que realmente es muy variado y donde conviven de distintas épocas. Para un show del Cuarteto te preguntás cómo puede ir “No llora”, junto a “Yendo a la casa de Damián” y la canción de la computadora… y justamente encajan como ruedas de engranaje, ¿viste? Porque también le dan a la gente un respiro, otro lado distinto con un arreglo diferente, que la de la computadora se despoja totalmente y parece más una cosa teatral que de show de rock, que “No llora” es una balada, pero enseguida, por ejemplo, viene “Rorschach”, que te vuela la cabeza.

Hemos estudiado mucho cómo hacer un espectáculo que sea entretenido, divertido, potente, que no baje la energía en ningún momento. Y me da impresión de que por ahí es el asunto: pensar los discos no como concepto cerrados en sí mismos, sino preguntarse estas canciones cómo van a convivir con el show, que es, en definitiva, donde más nos representan.

Como un “cuerpo de obra”…

Exactamente.

Cuarteto
(Foto: Jerónimo López)

Otra cosa que llama la atención es que crearon un podcast para invitar a profesionales de distintas disciplinas a analizar las canciones de “Lámina Once”. ¿En esa experiencia del podcast te has topado con sorpresas, revelaciones, del tipo de encontrarte ante interpretaciones que no esperabas de sobre tus propias letras?

-El podcast es un capítulo por cada canción e invitamos a la gente que nos parecía que podía estar relacionada con esa canción para hablar libremente del tema. Invitamos a profesores de filosofía grado cinco, a profesores de psicología de la universidad, a gente de algunos medios, a un director uruguayo de cine que está instalado en Los Ángeles… También supone un desafío el pensar cómo estar yo en un mano a mano con un profesor grado cinco de filosofía hablando de una canción del Cuarteto, ¿no? Eso fue todo un desafío. Y lo primero que me llamó la atención fue que gente tan grosa, tan importante, ninguno dijo que no. A todos les fascinó la idea. Todos conocían al Cuarteto, pero quizás no eran fans. La verdad es que nos llenó de orgullo. Eso fue increíble.

Y después lo que decís, sí las interpretaciones, viste, que surgieron en las charlas me dieron un montón de feedback y de retroalimentación interesantísima. Pero te soy sincero, vos sabés que lo que más me llama la atención a mí, más que lo del podcast, es lo siguiente: yo no soy de redes sociales, no tengo personales ni nada, pero otras personas del Cuarteto sí y a veces me dicen “che, mirá, fijate en el comentario de YouTube de tal video”. Y empiezo a ver y te digo, ¡el nivel intelectual de los fans del Cuarteto!. En su mayoría, digo, es increíble cómo elaboran historias paralelas a las canciones y también en el metaverso de los personajes del Cuarteto que te dicen «ah, claro, porque tal personaje de la canción de Rorschach es el mismo que capaz en tal video estaba ahí escondido y es el mismo que le habla sin tener nombre…». Es increíble.

-Como bien dijiste al principio, este disco propone la existencia de una lámina del test que sólo tiene diez. ¿Qué ves en la figura que forma esa lámina 11?

Sólo veo manchas. Te soy sincero, solo veo manchas…

Eso es trampa, citarte a ti mismo es trampa…

¿Pero viste que sale bien igual, no? Queda bien.

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