Nani: "Las canciones están ligadas a colores"
A María Fernanda García Machado seguramente la conoces como "Nani la que canta". Escribe, compone y canta, para ser exactos. En abril de 2022 lanzó un EP y está a punto de presentar su nuevo disco
A María Fernanda García Machado seguramente la conoces como "Nani la que canta". Escribe, compone y canta, para ser exactos. En abril de 2022 lanzó un EP y está a punto de presentar su nuevo disco
Cuando tenía diez u once años de edad, Nani acompañó a una amiga del colegio a su clase de canto. Así fue como la cantautora descubrió lo que hoy es su pasión y su carrera: “Lo sentí muy liberador; quiero decir, se trataba de preparar una canción y luego llegar a cantarla con todo tu corazón. Fue terapéutico”.
Después de ese día, Nani pasó a formar parte del coro del colegio y, posteriormente, del grupo de gaitas, en el que obtuvo nueve premios a la mejor voz después de haber demostrado su talento como solista.
“De joven me gustaba mucho John Mayer, que es un compositor increíble, y me puse a investigar sobre su vida”. Cuando Nani descubrió que su ídolo había estudiado en el Berklee College Music, se propuso hacer lo mismo. Y lo logró: estuvo allí entre 2017 y 2019. Se graduó en el instituto de música y comenzó a promocionar sus canciones por redes sociales, especialmente durante la pandemia.
Soul, pop, reguetón, la música de Nani «la que canta» no tiene un género específico, aunque sus canciones generalmente desvelan emociones profundas. Y tienen público: los más de 23 mil oyentes mensuales en Spotify, los que la vieron en la tarima alternativa del Cusica Fest, los que le han dado play 55 mil, 57 mil veces a algunos de los seis videos que tiene en YouTube, los casi 20 mil seguidores en Instagram. Y los que tendrán la oportunidad de verla en Pizpa el 30 de agosto.
–De niña te gustaba escribir poesía. ¿Considerarías esto como una actividad precursora de tu música?
-Sí, sin duda. Comencé a escribir poesía a los trece años. Me encantaba la literatura, pero yo en ese entonces no sabía conectar esos mundos. La música era una cosa, la poesía era otra; pero en verdad ambos van de la mano. Tengo una canción que termina con un poema y tengo otra que fue inspirada en un poema que escribí. Ninguna ha salido todavía.
-En la descripción de Instagram dices que escribes canciones tristes. ¿Esto a qué se debe?
-No lo sé, la verdad. Siento que me conecto con esas emociones muy fácilmente, y cantar es mi manera de liberarlas. Además, me cuesta mucho escribir canciones felices. De hecho, escribí una canción sobre eso, que tampoco ha salido.
-¿Cómo es tu proceso creativo, desde el momento en que se te ocurre una hasta que grabas el videoclip?
-El proceso es muy individual para cada canción. Quiero decir, a veces me siento en el piano y me pongo a inventar; luego se lo llevo al productor para que hagamos algo con eso. Otras veces se me ocurre una idea y la guardo en mis notas.
Algo de lo que siempre estoy pendiente, sin embargo, es que no se pierda la esencia de la canción. Hay muchos artistas que corrigen la letra hasta el punto en que el producto final no se parece en nada a lo que había al principio. Yo, por el contrario, trato de preservar la emoción con la que escribí ese día. En cuanto a los acordes, son importantes en la medida en que colorean la canción.
-¿Cómo haces los videos de tus canciones? ¿Cómo conociste al equipo de producción que te acompaña?
-Si no veo el video que acompañará las letras desde el principio, pues no existe la canción. O sea, generalmente la descarto. Las partes auditiva y visual van juntas en mi cabeza. Y cuando hacemos los videos tengo unos lineamientos muy claros sobre lo que quiero. Lo más importante para mí es la paleta de colores, que no quiero que nadie me la cambie.
He ido conociendo poco a poco a cada persona con la que he trabajado. Mig Moss, por ejemplo, es uno de los directores de mis videos y es amigo de mi manager. Por su parte, Andrés Estrada me escribió en Instagram porque le gustaba mucho mi música; y Stefanía Chehade, directora también de mis videos, lo conocía a él.
-¿Cuál es la relación de la música con los colores?
-No lo sé. Sencillamente me pasa que escribo una canción, o la escucho, y para mí es de un color. No creo que tenga sinestesia ni nada, solo que para mí están muy ligadas las canciones a los colores.
-¿Qué artistas te han influenciado, tanto en la música como en la cotidianidad?
-Desde el principio de mi carrera, Adele fue una influencia muy importante. Me gusta mucho la manera como comunica sus sentimientos; es muy bonita. Está Billie Eilish, que me parece una niña que se atreve a hacer lo que quiere y le gusta. Y Rosalía, que me gusta y con quien me relaciono mucho. Estas tres son mis artistas referentes más importantes.
Por otra parte, me gusta mucho leer poesía y novelas. Por ejemplo, tengo en la casa una copia del libro Rayuela, de Julio Cortázar, que está casi destruido por tantas veces que lo he leído. También me gusta leer a una escritora colombiana que se llama Laura Restrepo. Su libro Delirio es muy bello. Borges me gusta, pero es un poco más complejo.
Últimamente estoy conectando más con mujeres, porque me gusta cómo vivimos el arte. Creo que sentimos más fuerte y lo expresamos de una manera muy bonita. Se diferencia de los hombres porque siento que nuestras maneras de amar son distintas.
-En tus canciones incursionas en distintos géneros. ¿Sientes que te especializas en alguno? ¿O simplemente escribes lo que te provoque?
-Yo lo llamo pop, porque siento que todo entra dentro de ese término. Pero ciertamente creo que mi música no tiene género. O sea, en el álbum que voy a sacar hay una bachata, un bolero oscuro súper raro, dos baladas y un pop ochentero. Siento que mi hilo conductor son las historias, no tanto el género de la música. Simplemente me gusta experimentar acorde a lo que tenga ganas de hacer el día en que escribo una canción.
-¿Qué haces cuando no estás haciendo música?
-Escucho mucha música. Siento que de ahí salen muchas de mis inspiraciones. Leo de vez en cuando; menos de lo que quisiera. Y veo TikTok, como todos. También cuido a mi hija, que tiene cuatro años. Comparto mi vida de mamá con mi vida de artista. Intento reunirme con algunos de mis amigos una vez a la semana; eso me hace muy feliz.
-¿Cómo es tu relación con las redes sociales?
-Le debo mucho a las redes sociales, porque fue como me di a conocer en la pandemia y empecé a hacer contacto con personas que hoy día son grandes amigos. Es una relación de amor-odio; como todos, creo. Esto se debe a que me hace muy feliz usarlas cuando quiero, pero comienzan a pesarme en el momento en que me siento obligada a eso. Trabajo con las redes sociales, por lo que debo controlar los números y a veces pueden ocasionarme ansiedad.
-En el mundo de la música hay una parte ciertamente artística, y una parte más competitiva. ¿Cómo lidias con ambos aspectos?
-Estoy tan segura de lo que hago que trato de que la competitividad no se me meta en la cabeza. O sea, obviamente siempre afecta un poco: es inevitable, todos somos humanos, pero para mí es más importante trabajar en mí y en toda esa vena artística. La competitividad es chévere cuando es porque entraste en un show de música o algo por el estilo, pero nunca ha sido mi prioridad.
-¿Puedes hablarme un poco sobre el álbum en el que estás trabajando?
-Sí, te puedo contar un poco de qué va. Siento que es el álbum más personal que he escrito. Di como un pequeño abreboca en 2022 con «el pedacito de <3 que me robaron», mi primer EP. Y este álbum va a ser más ‘bienvenidos a mi universo, esto es lo que yo quiero decir’.
Lo más bonito para mí es que cada canción cuenta una historia. Y cada track complementa una historia más compleja. Es un álbum más emocional, crudo y lleno que lo que genuinamente quiero expresar y que lo que las otras personas quieren decir.
Siento que, como compositora y cantante, le doy un poquito de valor a las personas para que digan lo que quieren, así sea dedicando una canción o escuchándola hasta entender mejor sus sentimientos. Eso va un poco en este álbum.