Viciosidades

"Terminator Dark Fate": franquicia exterminada

185 millones de dólares fue el presupuesto de la nueva Terminator. Y el resultado ha sido decepcionante para los fanáticos de la saga. Rubén Machaen le mete el bisturí a la película

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«Terminator Dark Fate» es una película que merece ser ampliamente criticada. La razón de su fracaso en taquilla responde a la decepción de la fanaticada de la saga, expectante por el regreso de James Cameron, escritor y director de “Terminator I”  (1984) y “Terminator II Judgment Day” (1991) y el fiasco que resultó su aportación a “Terminator Dark Fate»: matar a John Connor, eliminando de la ecuación al personaje central de la saga como comandante de la resistencia humana en un futuro gobernado por máquinas opresoras y asesinas.

La distopía perfecta que motivó el argumento de “Terminator II” pierde toda razón de ser, reduciendo la nueva entrega a una suerte de spin off, innecesario y, sobre todo, incoherente.

Otra película

La trama se traslada a la Ciudad de México, donde, tras un viaje en el tiempo, aparece el personaje de Grace (Mackenzie Davis), quien de entrada se sabe que es la buena del asunto, y que no es un robot, sino una humana mejorada, cuya misión es proteger a Daniela Ramos (Natalia Reyes), una mexicana sin nexo alguno con Skynet, John y Sarah Connor, quien en compañía de su hermano Diego (Diego Boneta, el protagonista de Luis Miguel, cuya mayor aportación fue tararear una canción de amor mientras bajaba unas escaleras y morir a los quince minutos), es víctima del primer ataque del Rev9 (Gabriel Luna), un robot vulgarmente similar al magnífico T-1000 (Robert Patrick) de “Terminator II”, y cuyo nombre, Rev9, asienta una nueva gama de exterminadores cuyos modelos ya no empiezan por T, puesto que Skynet dejó de existir (y ni siquiera es conocido) por Grace, quien tiene como misión proteger a Daniela de Legion, el imperio de máquinas del futuro, cuya principal amenaza es Daniela Ramos quien, como pasó con Sarah Connor en Terminator I, debe ser eliminada.

Palabras más, palabras menos, una mezcla reciclada de las primeras dos entregas, que necesita justificarse trayendo al ruedo al T-800 (pero que en esta entrega se llama Carl) (Arnold Schwarzenegger) y a Sarah Connor (Linda Hamilton) quien es, por mucho, el mejor personaje de la película.

Narrativa incongruente

La evolución del T-800 (porque me resisto a llamarlo Carl) lo sitúa en Texas. Tras haber concluido la misión de eliminar a John Connor, dejó de recibir órdenes de Skynet (que en algún momento, inexplicado, dejó de existir) y se quedó varado en el tiempo, haciéndose un hombre de familia (asexual), quien a lo largo de los años manifiesta rezagos de humanización, enviándole a Sarah Connor coordenadas, fecha y hora de llegada, de nuevos Terminators, porque ahora Sarah, en plan Paul Kersey (Charles Bronson), desde la muerte de John, se dedica a cazar exterminadores y —vaya imbecilidad— también nos hace saber que le dedicaron un capítulo completo de America’s Most Wanted.

La humanización de Carl enviándole mensajes encriptados a Sarah Connor contradice la esencia misma del T-800 explicada por Kyle Reese en la primera entrega. El T-800, descrito como una casi perfecta máquina asesina, demostró en T1 y T2 no ser lo suficientemente inteligente como para humanizarse: en la primera entrega, se da la tarea de asesinar a todas las Sarah Connor registradas en la guía telefónica; y en la segunda, aprende a decir gringadas chistosas e irrelevantes (I’ll be back; My mission is to protect you, Come with me if you want to live, etc) que hoy sobreviven en el universo de la cultura pop de los 80 y 90.

De vuelta a “Terminator Dark Fate”, un día de cacería cualquiera, Sarah Connor acude al rescate de Daniela Ramos, protegida por una Grace casi insuficiente, que nos recuerda que es Sarah la soldada-exterminadora-de-exterminadores-madre-de-John-Connor-líder-de-la-resistencia-humana que sabemos que es.

Pero no. Grace alega nunca haber escuchado, ni de Sarah, ni de John Connor, ni de Skynet.

¿De verdad “Terminator Dark Fate” es la continuación deTerminator II Judgment Day”?

Si bien una de las constantes de la saga Terminator es valerse de los viajes en el tiempo como herramienta de guerra ente el hombre y la máquina, ante el futuro apocalipsis, “Terminator Dark Fate” plantea una línea de tiempo tan incongruente que no solo insulta la inteligencia de la fanaticada, sino que se vale de los icónicos Schwarzenegger y Hamilton para disfrazar una serie de despropósitos.

A saber:

  • Si John Connor es asesinado, ¿cómo en el futuro llegó a enviar a Kyle Reese para proteger a Sarah en “Terminator I” (1984)
  • Muerto John Connor, Skynet triunfó. ¿Cómo Grace adversa a Legion sin conocer el antecedente de Skynet?
  • Peor aun, ¿cómo Grace no ha escuchado hablar de Sarah Connor?

Matar a John Connor fue la peor y más ofensiva decisión de la franquicia. Y fue idea de James Cameron.

Tras la primera escena, cargada de un CGI que comprueba que para hacer cine prácticamente ya no es necesario estar vivo, sabemos que la prometida secuencia canónica de la saga es una estafa.

Universalidad del argumento

Pese a esto, no podemos olvidar que uno de los grandes aciertos de James Cameron fue plantear una distopía cuya primera entrega, “Terminator I” (1984) es un filme de horror, puro y duro; y la segunda, “Terminator II Judgment Day” un parteaguas en el género del cine de acción, calificada como una de las secuelas más exitosas de la historia del cine y un clásico de la cultura contemporánea, con un argumento universal que, para bien o para mal, da para mucho.

La inminente extinción de la humanidad, víctima de máquinas creadas por la humanidad misma, es un argumento inagotable y eficazmente ejecutado por Cameron en las primera dos entregas de la saga, en la que dejó de participar, hasta 2019, dándole paso a tres películas más de la franquicia, con escasos puntos rescatables, y la inminente sensación de que el clásico que representa la saga Terminator I y II, fue bastardeada y prostituida.

“Terminator III (The Rise of the Machines)” (2003), no es una mala película. Aunque el argumento es pobre, éste cobra fuerza al revelar que la muerte de Sarah Connor tuvo lugar en 1997. También ayuda la presencia villanesca del modelo T-X, interpretada por Kristanna Loken, quien emula con éxito la frialdad del T-1000 de Terminator II, pero en una película mediocre que desperdicia el talento de Loken como villana. Sin embargo, el filme logró otra escena clásica con Schwarzenegger: sostener el ataúd cargado de armas mientras le dispara a la policía. No casualties.

“Terminator Salvation” (2009)

Es la más valiente de la saga. Por primera vez se nos presenta a John Connor (Christian Bale, AKA Bruce Wayne) siendo líder de la resistencia humana, en la distopía anunciada en los primeros dos filmes, y plantea una nueva villanesca en el personaje de Marcus Wright (Sam Worthington).

“Terminator Genisys” (2015)

Una vez más los viajes en el tiempo son determinantes. El filme muestra por primera vez cómo funciona la máquina del tiempo y presenta a la Sarah Connor de 1984 (Emilia Clarke) frente a un John Connor villano (Jason Clarke), cuya principal arma es la nanotecnología, y un T-800 (Schwarzenegger) quien constantemente nos recuerda que es old but not obsolete y que ahora se llama Pope y es el protector de Sarah. Semejante parafernalia solo para que la película pueda seguir llamándose Terminator.

El filme se pega el tiro de gracia al mostrar a un T-800 envejecido, abuelito de Sarah Connor, versus el Schwarzenegger de la primera entrega, sacándolo de la ecuación de la trama, anulando la línea de tiempo de la historia original y desechando una de las escenas mejor logradas y más atemorizantes de la primera entrega: Schwarzenegger atravesando el estómago de un bocazas, arrancándole el corazón como si nada.

Aunado a esto, “Terminator Genisys” se vale de un sentido del humor gringo in- extremis y elecciones musicales burdas y desleales al legado de Brad Fiedel, cuyo soundtrack de T2 emula el sonido metálico de las máquinas y el terror ante la rebelión de las mismas.

La crítica no sabe si definir a “Terminator Genisys” como una precuela, un reboot o un remake de las primeras dos películas. Lo cierto es que omite, abiertamente, a T3 (2003) y a “Terminator Salvation” (2009), haciendo un pastiche tal en la cronología que la mitad de los diálogos de la película consisten en los personajes explicando algo, buscando que el argumento cobre suficiente sentido para seguir viendo la película.

 

Concesiones innecesarias

Si algo caracteriza a las primeras dos entregas de Cameron (cuyas secuelas han pretendido, sin éxito, emular) es la universalidad del mensaje total de la historia: la extinción de la raza humana, razón primera y última del accionar de sus personajes.

“Terminator Dark Fate” comete el grave error de suscribirse a agendas políticas y estéticas de lo considerado políticamente correcto: el muro fronterizo marca Trump; las celdas de detención de los inmigrantes ilegales; la existencia de La Bestia (en la que viaja el T-800, para más detalle) y sus peligrosos viajes cargados de migrantes centroamericanos; hasta un chistecito/crítica sobre cómo en Texas todo el mundo está armado hasta los dientes.

La marcada temporalidad de los sucesos de “Terminator Dark Fate” (además de su pésima trama y ejecución) impide que la película pueda ser considerada un clásico, precisamente, por carecer de la atemporalidad (o al menos la sensación de esa realidad ambigua y permanentemente amenazante) de la primeras dos entregas.

¿Cómo Tim Miller y James Cameron no pensaron en esto? Seguro lo hicieron, pero es tiempo de concesiones y mensajes edificantes, no matter what.

Sin embargo, lo que más lamento de la crítica a “Terminator Dark Fate” es cómo reclama y se mofa de una aparente agenda feminista, en la que (en teoría) Mackenzie Davis y Natalia Reyes asumen la batuta del desarrollo del argumento, con el espaldarazo de Linda Hamilton.

¿Que no era el regreso de Sarah Connor lo que la fanaticada estaba esperando?

terminator

La concesión falla, sí, mas no por el hecho de la presencia mayormente femenina en la película, sino en su ejecución. Si la formula funcionara, ¿qué importa que el rol protagónico esté a cargo de un hombre o una mujer? O yendo más allá, ¿no es Sarah Connor pionera de la existencia de personajes tan alabados por la crítica como Lisbeth Salander (saga Millennium)?

El antifeminismo recalcitrante pierde saliva y denota ausencia de intelecto frente a los tiempos que corren, agregándole una raya innecesaria a una película ya de por sí plagada de inconsistencias temporales, un CGI tan pobre como exacerbado (lástima sentiría David Foster Wallace, quien calificó a T2 como un espectáculo de “Pornografía de Efectos Especiales”) y, en definitiva, la destrucción completa de una saga en la que sus miembros originales pasaron a ser prescindibles.

Grace, aun siendo un personaje interesante por tratarse de un humano mejorado, no logra destacar frente a la veterana Sarah Connor, no por falta de presencia, sino por diálogos sosos sobre «future shit» y sermones demodé a Daniela Ramos como futura líder de la resistencia humana. Argumento escasamente desarrollado por una Natalia Reyes incapaz de sustituir la omnipresencia de John Connor en la trama, y cuyo papel de Daniela Ramos pudo haber sido interpretado por cualquier otra actriz, posiblemente olvidable e intrascendente.

Igualar a Sarah Connor siempre ha dado trabajo.

Queremos tanto a Sarah

Lena Headey (AKA Cersei Lannister) interpretó a Sarah Connor en 2008 en «Terminator (The Sarah Connor Chronicles)», una serie que fue primer y pésimo experimento sobre la historia de Sarah y John tras los eventos de T2 y que no logró aportar nada sobre Sarah Connor que de antemano no supiéramos, y mostró a un John Connor adolescente, apático y llorón, que aun así cerró la segunda y última temporada con un cliffhanger medianamente interesante.

Emilia Clarke (AKA Denerys Targaryen) fue la responsable de dar vida a Sarah Connor en el fiasco de «Terminator Genisys», hasta ahora calificada como la peor entrega de la saga, pero que con «Terminator Dark Fate»pasó a segundo puesto, a pesar del efecto comercial de poner a Khalessi en los zapatos de la icónica Sarah Connor, caricaturizando al personaje de Linda Hamilton, una mujer oscura y peligrosa, que Emilia Clarke no pudo emular en el más mínimo detalle.

Aun así, la crítica de «Terminator Dark Fate» rescata el regreso de Sarah Connor como ícono del cine de acción, cumpliéndose una de las misiones primarias del relanzamiento de la franquicia. Un nuevo capítulo en la historia de Sarah Connor era algo que, desde hace casi 30 años, el público esperaba, y que en «Terminator Dark Fate»fue logrado por una Linda Hamilton cuya imponencia y carácter, reduce al dúo Grace y Daniela Ramos (en teoría nuevas protagonistas de la saga) a personajes relegados y de relleno, que poco o nada tienen que ver con el legado de la historia original y que tendrán que hacer un gran esfuerzo por darle continuidad a la franquicia, si es que no la dejan, de una vez y para siempre, ser exterminada.

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