Viciosidades

Weinstein: las claves del caso

El lunes Harvey Weinstein fue declarado culpable de haber cometido dos delitos sexuales. El productor de cine acusado de abusar de su posición en la industria podría pasar hasta 29 años preso

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Justin Lane / EFE
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Los doce miembros del jurado del caso Harvey Weinstein declararon este lunes al productor de cine culpable de dos delitos sexuales que le pueden acarrear hasta 29 años de prisión. Estas son las claves y los principales protagonistas de un proceso que el MeToo y Time’s Up han vivido como un éxito para el movimiento feminista.

VEREDICTO Y CONDENA

El productor de cine se enfrenta ahora a un máximo de 29 años de cárcel -el juez debe concretar la condena el 11 de marzo- después de que el jurado, formado por siete hombres y cinco mujeres, lo haya declarado culpable de dos delitos este lunes 24 de febrero.

Se trata de un delito de acto sexual criminal en primer grado y otro de violación en tercer grado, dando credibilidad así a lo relatado en el juicio por la asistente de producción Mimi Haley y a la aspirante a actriz Jessica Mann. El primer cargo conlleva entre 5 y 25 años de prisión y el segundo sólo un máximo de cuatro años.

Así, el delito que realmente puede hacer que Weinstein quede en prisión por mucho años es el de acto sexual criminal, concretamente por practicar sexo oral a la fuerza a Haley en 2006. El de violación en tercer grado es menor, al no haber un componente de uso de la fuerza.

El jurado, no obstante, absolvió a Weinstein de los cargos que le podían suponer cadena perpetua, dos delitos graves de agresión sexual «depredadora» y otro de violación en primer grado, con lo que en este caso no se ha dado credibilidad principalmente a las acusaciones de Annabella Sciorra, una actriz conocida por su participación en la serie Los Soprano.

WEINSTEIN

Quien fuera un todopoderoso productor de Hollywood, primero en Miramax y posteriormente en su propia compañía The Weinstein Company, ha acudido desde el pasado 6 de enero, ayudado de un andador, al Tribunal Supremo de Nueva York, donde el juez James Burke dirigía su caso.

Su aspecto débil y a veces desaliñado, a lo que contribuía su barba sin rasurar y la corbata muchas veces mal anudada, fueron la tónica de sus apariciones en la sala donde escuchó de viva voz los testimonios de seis mujeres que lo acusaron de abusos sexuales y de violación.

Apareció la mayoría de las veces con semblante serio y la mirada en ocasiones perdida, pero siempre arropado por su equipo de abogados.

Weinstein, de 67 años, decidió no comparecer en su propio proceso, por lo que la historia solo se conoce a partir de los testimonios de las mujeres que le acusan. Al final del juicio, según uno de sus abogados, dijo: «Pero soy inocente; cómo puede pasar esto en Estados Unidos».

LAS VÍCTIMAS

Las imputaciones de la Fiscalía se sustentaban sobre los testimonios de dos mujeres, Miriam «Mimi» Haley y Jessica Mann, mientras que otras cuatro testigos -Annabella Sciorra, Dawn Dunning, Tarale Wulff y Lauren Young- comparecieron para reforzar los relatos principales e intentar demostrar que el comportamiento de Weinstein respondía a un patrón de depredador sexual.

Haley, de 42 años, relató entre lágrimas cómo el rey midas de Hollywood supuestamente la violó en dos ocasiones en 2006, cuando trabajaba como ayudante de producción. Uno de los cargos por los que fue encontrado culpable es el de haber practicado sexo oral forzado a Haley en su apartamento del lujoso barrio del SoHo en ese mismo año.

La aspirante a actriz Jessica Mann, de 34 años, sostuvo que Weinstein la violó en un hotel de Nueva York en 2013 cuando estaba intentando dejar una relación sexual secreta que ambos mantenían desde hacía varios meses.

El jurado encontró culpable a Weinstein de este delito de violación en tercer grado, al no haber uso de fuerza. Sin embargo, lo declaró inocente del cargo de violación en primer grado contra Mann.

Los miembros del jurado también lo encontraron inocente del delito de «agresión sexual depredadora», que llevaba aparejada una condena máxima de cadena perpetua y tenía como parte integral el relato de la actriz Annabella Sciorra, de 59 años.

Sciorra también explicó gráficamente cómo el magnate del celuloide presuntamente la violó en su apartamento de Manhattan, en Nueva York, en el invierno de 1993-1994.

Down Dunning, que en 2004 tenía 24 años y era una camarera aspirante a actriz, resaltó por su parte ante el jurado que en una reunión profesional Weinstein la penetró con los dedos sin su consentimiento y en otra ocasión le ofreció contratarla a cambio de sexo.

Tarale Wulff, también camarera cuando ocurrieron los hechos en 2005, acusó al productor de conducirla, con la excusa de hablar de trabajo, a un lugar apartado en el conocido restaurante de lujo donde ella trabajaba para masturbarse y, en otra ocasión, de violarla en su apartamento.

La modelo y actriz Lauren Young, de 30 años, contó cómo en febrero de 2003 el empresario de cine la encerró en un baño de un hotel, la manoseó y se masturbó delante de ella.

LA FISCALÍA

La fiscal Joan Illuzzi-Orbon, acompañada en todo momento por su ayudante Meghan Hast, dibujó una imagen de Weinstein como un depredador sexual.

Durante el duro alegato final, Illuzzi-Orbon no dudó en asegurar que era un adicto al sexo, muy poderoso, influyente, «carente de empatía humana» y «extremadamente agresivo».

Seria a veces, irónica otras, la fiscal se dedicó a defender el testimonio de sus seis testigos ante el ataque sin tregua de la defensa, sobre todo recurriendo al testimonio de la psicóloga forense Barbara Ziv, que justificó tanto las lagunas mentales que puede experimentar una víctima de agresión sexual, como la posibilidad de que se cree un vínculo entre la víctima y su agresor.

El fiscal general del distrito de Manhattan, Cyrus Vance, destacó este lunes que las testigos «se negaran a permanecer en silencio a pesar de los abogados, los publicistas y sus espías, que hicieron todo lo que pudieron para silenciar a las supervivientes».

LA DEFENSA DE WEINSTEIN

Los abogados Donna Rotunno, apodada por algún medio local como «la villana», Arthur Aidala y Damon Cheronis fueron la punta de lanza de la agresiva defensa del magnate del celuloide.

Su misión fue la de mostrar a seis mujeres que mentían, que querían aprovecharse de la relación con Weinstein para prosperar en sus carreras o que cambiaron sus historias para «encontrar la gallina de los huevos de oro» que supuestamente esperaban encontrar al final del juicio; frente a un productor de cine que hizo mucho por ayudarlas.

Día tras día intentaron crear confusión, buscaron posibles inconsistencias, lagunas en la memoria, contradicciones en las fechas y sobre todo mensajes de texto en los que se traslucía que algunas de las testigos mantenían relaciones con Weinstein.

En su alegato final, el pasado día 13 de febrero, Rotunno insistió en la inocencia de su cliente, aseguró que era «difícil demostrar algo que no ocurrió», habló del sinsentido de muchos testimonios y acusó a la Fiscalía de inventarse «un guion (cinematográfico)».

Rotunno confirmó este lunes que la defensa va a apelar «muchas cuestiones», desde la selección del jurado hasta el veredicto alcanzado tras cinco días de deliberaciones, y sostuvo que «los mejores abogados de EE.UU.» van a trabajar para Weinstein.

LA PSICÓLOGA, CLAVE

La comparecencia de Ziv fue clave para determinar si, como sostenía la defensa, los relatos de las testigos eran inconsistentes y plagados de lagunas porque eran mentira, o si los escasos y confusos recuerdos de las víctimas eran fruto del trauma de la agresión, como dijo la Fiscalía.

Convocada por las autoridades, Ziv también aseguró que las víctimas pueden desarrollar una relación con sus agresores y que muchas víctimas no denuncian ni hablan de lo ocurrido porque no quieren que «el hombre que las ha asaltado sexualmente» arruine su reputación, sus amistades o ponga en peligro su trabajo.

Sobre esta cuestión, la defensa sostuvo que en unos casos las violaciones no ocurrieron y que en otros, se trató de relaciones consentidas que las testigos tergiversaron una vez que el caso se hizo público.

La defensa recurrió a su propia experta en piscología, Elisabeth Loftus, que sostuvo que «con el paso del tiempo, la memoria se hace cada vez más débil y se vuelve más vulnerable a informaciones posteriores al evento».

EL JUEZ BURKE

El juez James Burke adquirió relevancia porque durante el proceso tuvo que hacer frente a la agresividad de la defensa, que llegó a pedirle que se retirara del juicio por supuesta parcialidad, después de que este reprendiera a Weinstein por usar su teléfono dentro de la sala del tribunal.

Burke se negó a satisfacer casi todas las demandas de los abogados de Weinstein, que solicitaron trasladar el juicio a una población alejada de Nueva York, que el jurado estuviera aislado durante todo el proceso, descalificar a un miembro del jurado o incluso aplazar el juicio cuando se conoció que el empresario también será procesado en Los Ángeles (California).

EL MOVIMIENTO METOO

El movimiento feminista que se internacionalizó tras la aparición de las primeras denuncias contra Weinstein en noviembre de 2017 y que desató una oleada de acusaciones de mujeres contra sus supuestos acosadores sexuales, también estuvo muy presente en parte del proceso, sobre todo durante la selección del jurado, en la que el juez Burke llegó a asegurar que el juicio no era «un referéndum sobre el movimiento MeToo».

Durante el día del arranque del juicio y tres días después, decenas de activistas del MeToo y Time’s Up y varias actrices se concentraron frente a las puertas del tribunal, en el sur de la isla de Manhattan, para protestar contra el magnate, pedir su condena y celebrar que se sentara en el banquillo de los acusados.

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