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Venezolanos en reality shows: emigrar y toparse con la fama

Sus nombres se diluyen en el gentilicio. Desde Mayré Martínez, “la venezolana que ganó Latin American Idol”, hasta Alejandro Toro, “el venezolano de MasterChef”, muchos de estos talentos son jóvenes que migraron en búsqueda de mejores oportunidades y la televisión internacional les ofreció un espacio para que cantaran, diseñaran o cocinaran sus carreras con esos cinco minutos de fama en pantalla

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ayré Martínez:
La primera Latin American Idol

Antes de tener un nombre propio en el mundo del espectáculo, Mayré Martínez era la muchacha que hacía la voz de Shakira en Cheverísimo. Su talento en la imitación de artistas le abrió las puertas del mundo publicitario, en donde le imprimía la fuerza de sus cuerdas vocales a jingles noventosos como el de “Fundición Pacífico”.

En 2005, el rostro de la caraqueña finalmente se dio a conocer en Fama, Sudor y Lágrimas, el concurso de canto de RCTV en el que el público podía elegir a sus favoritos por mensajería de texto. Cada semana, Mayré le pedía a sus familiares, amigos y alumnos de su academia de canto que votaran por ella. “La semana que supe de las audiciones de Latin American Idol, les pedí lo contrario. ‘Por favor, rieguen la voz. ¡No voten por mí!”, recuerda Martínez desde Los Ángeles.

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Erika de la Vega, conductora del espacio, la veía muy contenta cuando anunciaron su salida del programa. “Me dijo ‘Mayré, te están sacando del concurso’. Yo, que sabía que Érika estaba adicionando para ser la conductora del otro reality show le dije: ‘Nos vemos en Latin American Idol”.

Ambas lograron su cometido y se encontraron en Buenos Aires, ciudad en la que transcurrió la competencia en 2006. A 10 años de haber conseguido el título de la primera Latin American Idol, Mayré Martínez sigue agradecida de la experiencia. “Cambió mi vida en cada área 180 grados. Aún sigo cosechando frutos, todavía es un título que me respalda y me abre puertas. Mis fans siguen apoyándome y recuerdan cada concierto como si hubiese sido ayer. Me siento increíblemente bendecida por haber vivido esa experiencia tan extraordinaria. Aún sigo en contacto con los 10 finalistas a través de Whatsapp”.

Antes de ganar el premio mayor, un contrato discográfico con Sony, Mayré tuvo que compartir la custodia de su vida con los productores del programa. “Recuerdo que fue muy fuerte estar tres meses sin tener libre albedrío. Teníamos todo planeado y agendado, incluso las comidas estaban programadas. Eran muchas cosas a las que debí adaptarme en muy poco tiempo, sumado al estrés natural de la competencia y los niveles de exigencia. La única mala experiencia fue el bendito frío. Una vez me queme un zapato porque, desesperada por el clima, lo pegué literalmente a la calefacción (risas)”.

Actualmente, Mayré está radicada en Los Ángeles. Allí pretende iniciar una carrera como actriz mientras produce un disco de música bailable y realiza una colaboración con la banda Postmodern Jukebox. “Me conecto los lunes y jueves a las 8:00 pm (hora Venezuela) por mi canal de YouNow y de Youtube (MayreTV) en vivo para cantar, conversar y dar tips de canto a mis fans. Lo único que no me gusta de la fama es que grandes amigos de mi infancia o familiares creen que deben tratarme diferente. Algunos hasta no me saludan porque piensan que los olvidé, como si la fama causara amnesia. Sigo siendo la misma y seguiré siéndolo”.

Alejandro Toro
El arepero de MasterChef

Encender un budare en cualquier parte del mundo abre un portal directo a Venezuela. Alejandro Toro ha visitado así su patria los últimos 5 años. Desde la cocina de su casa en Estados Unidos hace un viaje con escala en la nostalgia de la infancia, en el recuerdo del asado negro, en el sabor del arroz con pollo y en el crujido de la arepa, el plato con el que se dio a conocer en la séptima temporada de MasterChef transmitida este año.

Una rellena de mariscos, otra de caraotas con queso y una de carne con salsa de mango. Las arepas fueron las protagonistas del quinto episodio del show para cocineros amateur en el que los jueces, Gordon Ramsey, Christina Tosi y Aaron Sánchez, probaron las creaciones de Toro, un comunicador social que encontró en la gastronomía una excusa para darse a conocer.

“Era un chamo que sabía hacer arepas, caraotas y romper platos”, dice en un video el locutor y actor de 27 años de edad que emigró a Estados Unidos en 2011 para buscar mejores oportunidades de trabajo. Acompañado del Libro Rojo de Armando Scannone, empezó a experimentar en la cocina y su destino agarró un sabor distinto cuando vio un clasificado en el periódico. “Se buscan jóvenes que sepan cocinar y con buena actitud en cámara”, era todo lo que necesitaba para entrar al show.

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El nombre de Alejandro Toro resaltó entre 20 mil aspirantes. Lo que comenzó como una meta personal terminó siendo la oportunidad de representar a todo un país cuando recibió un delantal, con su nombre bordado, que hacía oficial su entrada al grupo de 20 finalistas.

“En un punto me di cuenta que esta experiencia no se trataba de mí nada más, se trataba también de Venezuela. Me cayó este peso encima, un peso agradable”, cuenta por correo electrónico quien ocupó la posición número 12 en el show. “Siempre he tenido ego, no demasiado, pero sí suficiente para creer en mis metas y hacerlas realidad. No le tengo miedo a exponer mi nombre o imagen, de hecho quisiera seguir creciendo para convertirme en vocero de las cosas que pienso que merecen nuestra atención. Mientras estuve en el show, tomé tiempo para informarle a la mayor cantidad de gente posible la realidad que vive Venezuela”.

Aunque fue descalificado del reality, mantiene buenas relaciones con los competidores y atesora algunas anécdotas con los jueces. “La primera vez que vi a Gordon Ramsey fue fuera del aire, y me dijo. ‘Alejandro tienes buena voz ¿cantas?”, le dije que sí y me contestó: “bueno, canta” . Y yo canté “el periiiiccoooo en el conucoooo…”

Tras su salida de MasterChef, el también productor audiovisual ha recibido propuestas en el área culinaria, pero no todas están servidas en bandeja de plata. “Mi participación en el programa me ha dado más credibilidad. Sin embargo las oportunidades no tocan mi puerta, aún debo salir a buscarlas”.

Por los momentos sigue su carrera fuera de los fogones. “He tenido la oportunidad de viajar a lugares increíbles y capturar situaciones poco comunes con mi cámara y a esto quisiera dedicarme. Quisiera producir documentales en lugares remotos, alejados de la tecnología, para así mostrar la cultura y la comida de estos sitios”.

Sueña con regresar a Venezuela para montar un restaurante. “La mayoría de mi familia y amistades aún viven en Venezuela y es el único lugar que puedo llamar hogar. Sin embargo no he dejado que la nostalgia me detenga. Mientras más cosas pueda hacer aquí, más podré colaborar cuando regrese al país”.

Alan Matheus
El más chamo de La Banda

Alan Matheus colecciona frases en su mente. Ricky Martin lo recibió con un “me recuerdas a mí cuando empecé en Menudo”. Laura Pausini le dio un espaldarazo con un “me encanta tu voz”. Alejandro Sanz lo despidió de la competencia con un “yo soy como tú, bailo fatal. Pero eso no significa que no serás un gran artista”.

Con su voz, el adolescente nacido en Florida pero con ascendencia venezolana desató la euforia de los seguidores de La Banda, el reality show de Univisión que buscaba jóvenes talentos para una integrar una agrupación musical en 2015.

El joven de 15 años de edad persiguió su sueño un paso a la vez, pero tenía dos pies izquierdos. Su poca habilidad para el baile lo puso en la mira de los jueces, quienes lo descalificaron luego de que entró a la lista de 10 finalistas.

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“Mi profesor de guitarra me dijo que fuera a audicionar para este show. El proceso de selección siempre fue un gran misterio porque uno no entiende realmente lo que los jueces están buscando. Lo más difícil era tener que aprenderse las canciones que a uno le asignaban de un día para otro. Supongo que así buscaban eliminar a los que no trabajaban duro y rápido”, contesta por correo electrónico el joven que creció influenciado por la música. Su tío es Alfredo Matheus, reconocido compositor e ingeniero de sonido que ha trabajado con artistas como Marc Anthony, Luis Fonsi y Cristian Castro.

“Antes de entrar al show tenía 200 seguidores en Instagram y hoy en día tengo 110.000. Cada semana que salía en televisión aumentaba 10.000 seguidores aproximadamente”, cuenta el estudiantes de secundaria que a pesar de no haber ganado el concurso, sigue su carrera musical.

“Sí me dio mucha tristeza cuando me eliminaron, pero a la misma vez estoy muy feliz por el avance que logré. Alejandro Sanz me pidió que le enviara mis canciones originales para ayudarme en un futuro, pero hasta ahora no le he enviado ninguna. Desde que fui eliminado de La Banda no lo he vuelto a ver. Todas las canciones que grabo y los videos que filmamos los estoy haciendo yo mismo con la ayuda de mi familia”, dice Matheus, quien ha escrito cuatro canciones de su autoría.

“Recientemente publiqué en las redes sociales mi canción original ‘That Dream’ y la pueden escuchar en Spotify o comprar en iTunes. También pueden ver el video de la canción en YouTube”.

Fernanda Bosch
La venezolana de The Voice

“Aprendí primero a cantar antes que hablar”. Fernanda Bosch no tuvo opción, la música estaba en cada rincón de su casa y en varias de las ramas de su árbol genealógico. El ritmo de la guitarra la ha acompañado durante sus 19 años de vida y su sangre es la misma de Miguel Ángel Bosch, integrante de Serenata Guayanesa .

“Yo siempre he sido más de disfrutar mi talento que de tenerlo como un trabajo. A los 11 años comencé a cantar en una agrupación en la que interpretábamos canciones que nos gustaban”, cuenta por teléfono la joven de ascendencia venezolana nacida en Montreal. “Grabé unos covers y los subí a internet, ahora los oigo y pienso que suenan horrible”.

Esas versiones fueron, sin querer, las que canciones que le abrieron la puerta de The Voice, el reality show de talentos en la que fue juzgada por Gwen Stefani, Adam Levine, Pharrell Williams y Blake Shelton, el cantante de country que la apadrinó durante las preliminares en las que fue descalificada.

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“Al principio me mandaron un mail en el que me invitaban a la audición. Yo creía que era una broma. Buscamos a la persona que me estaba contactando y todo era verdad. Empecé a hacer las entrevistas y las pruebas previas”, comenta quien se tuvo que presentar en el escenario con una canción que no conocía pero que supo hacer suya: I Try, de Macy Gray.

“Cuando salí en pantalla mi teléfono empezó a sonar. Gané 3000 mil seguidores en una hora. Me sentía la más famosa del mundo, entré en shock. Mucha gente de Venezuela me comentaba. Aunque es la patria de mi padre, la siento como mía. Cuando alguien me pregunta de dónde soy yo, siempre digo: Venezuela”.

Aunque no logró entrar en la lista de finalistas, Bosch aprovechó sus cinco minutos de fama. “Empecé a trabajar con productores, hice algunas cosas que no tuvieron trascendencia. La música siempre estará presente en mi vida, pero ahora necesito enfocarme en mis estudios”.

Cursa el segundo año de Ingeniería Biomédica en Florida, una profesión que quiere conjugar con la pediatría. “Alguien me dijo que tenía que escoger una carrera que hiciera gratis, y esa es la música. Con mi carrera universitaria quiero lograr grandes avances. El otro año empiezo a tomar clases de robótica, esta profesión se relaciona con el diseñar mecanismos presentes en la biología, como algunos tipos de prótesis”.

Roberi Parra
Puntada criolla en Project Runway

Roberi Parra creció rodeado de telas, hilos, botones y planos. Una abuela costurera, un abuelo arquitecto y un tío sastre vieron crecer al diseñador venezolano que encontró en la moda una forma de comunicarse.

El talento emergente intentó hacer una carrera en Venezuela, pero la situación del país le metió el pie en la pasarela. La escasez de materiales, el poco interés de la población venezolana por el lujo debido a la crisis económica y los robos que sufrió su taller en La Castellana, fueron algunos de los motivos por los cuales Parra cambió su cama en Caracas por un sofá en Miami, ciudad a la que se mudó recientemente.

Mientras revisaba su Facebook, encontró la convocatoria para la edición 15 de Project Runway, el popular reality show de diseñadores de moda conducido por la modelo Heidi Klum.

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Los creadores le hicieron un primer llamado. Se interesaron en el perfil del joven graduado del Instituto Brivil de Caracas e inmediatamente lo pusieron a prueba. Parra debía mostrarles ocho de sus creaciones a los productores, pero él no llevaba ninguna prenda original en las dos maletas con las que emigró. Tuvo que crearlas desde cero y en tiempo récord, una coyuntura que lo puso a tono para la dinámica de la competencia.

«Es muy difícil vivir en Caracas. Decidí venir a Estados Unidos para hacer una vida y comenzar de cero», le dijo a PRI para un trabajo que lo presentó como el diseñador que salió de la escasez de comida a las pasarelas de Nueva York.

Roberi Parra accedió a contestar una entrevista a la revista Clímax vía correo electrónico. Luego de que se enviaron las preguntas y tras varios intentos por volver contactarlo, no se obtuvo respuesta.

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