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Jack Warner, en el centro del escándalo de la FIFA, es filántropo en Trinidad

Jack Warner recibe una por una en su oficina a todas las personas que pacientemente lo esperan desde la madrugada para verlo por unos minutos. Uno de los hombres que se encuentra en el centro del escándalo de corrupción en la FIFA, se muestra como un filántropo en Trinidad y Tobago.

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Algunos llegaron a la oficina en Chaguanas West, al sur de Puerto España, a la 1 de la mañana, otros a las 4. Vienen a pedir ayuda, a contar algún problema o a expresarle su respaldo. Pero comparten una cosa: hablan con devoción de él y ponen en duda los cargos que pesan en su contra por el amplio esquema de corrupción en la FIFA.

«Las críticas del extranjero vienen de personas malvadas que quieren decir cosas negativas» sobre Warner, un polémico pero popular político en su país, dice Joy Hawls Duyel, de 48 años.

La semana pasada, Hawls Duyel durmió frente a la cárcel donde Warner permaneció una noche detenido a pedido de la justicia estadounidense, antes de salir bajo fianza.

Warner llegó este sábado hacia las 6 de la mañana, pero sus colaboradores en la oficina en un edificio de tres pisos en la principal avenida de Chaguanas West, la zona que representa en el Parlamento trinitario, dicen que a veces aparece a las 2 de la madrugada. No saben en qué momento duerme, comentan.

Cuando entra al edificio ya hay unas 25 personas esperando pacientemente por el hombre calvo, delgado y de tez negra que sigue asistiendo a actos públicos partidarios y defendiendo a capa y espada su inocencia en mensajes televisivos y artículos de prensa.

– Atención personalizada –

Warner, un carismático político millonario, atiende a cada persona, escucha atentamente, pronuncia palabras reconfortantes, da regalos a los niños, pide a sus asistentes que consigan el teléfono de algún funcionario u ente que pueda ayudar a resolver un problema.

En su oficina de paredes moradas y azules destacan las banderas de Trinidad y trofeos que recibió durante su larga carrera como dirigente del deporte: primero al frente del fútbol en el Caribe, luego como presidente de la Confederación de América del Norte, Central y Caribe (Concacaf) y vicepresidente de la FIFA.

Permite que una cámara de AFP lo grabe mientras recibe a la gente, pero se niega a responder preguntas porque alega que la prensa ha sido «muy desagradable» con él desde el escándalo de la FIFA, que ha generado mucha atención internacional sobre Trinidad y Tobago

Warner, en la lista de los requeridos por Interpol, solo habla para comentar sobre una foto que domina su oficina, que lo muestra junto al presidente estadounidense, Barack Obama, en la Casa Blanca, cuando Estados Unidos hacía campaña en 2009 para conseguir ser la sede de la Copa del Mundo.

En la sala de espera, Daryl Meade afirma que Warner es intachable. Espera verlo alguna vez como primer ministro de Trinidad.

«Es un hombre muy bueno. Hizo mucho por el fútbol y por llevar a Trinidad a la escena mundial», dice este conductor de camión de 45 años, quien vino a pedirle ayuda porque se lesionó el pie en un accidente.

«Ha sido perseguido sin descanso en el extranjero por cualquier razón, y yo personalmente creo que es triste que alguien con sus cualidades tenga que pasar por esto», afirma Meade.

– 50% y 50% –

Pero fuera de su oficina no todo el mundo muestra igual devoción por el hombre acusado de haber obtenido 10 millones de dólares a cambio de dar su apoyo a la candidatura de Sudáfrica para organizar el Mundial de 2010, y muchos lo critican por manchar el nombre de Trinidad.

«Del 100% de esta comunidad, yo diría que 50% lo ve como bueno y 50% no», dice el obrero Jason Williams.

«Es un mal ejemplo del país», estima con disgusto Ramchan Jones, dueño de una pequeña tienda en Chaguanas, a pocas cuadras de la oficina de Warner.

«Jack nunca vino a ayudar a nadie por acá. Lo vimos una vez para las elecciones y más nunca lo volvimos a ver», señala.

El nombre de Warner despierta amor u odio, pero en todo caso no deja indiferente a casi ningún habitante de este pequeño país anglófono de 1,3 millones de habitantes.

«Algunos dicen que ayudó a mucha gente, otros dicen que es un artista del fraude», resume Aquille, un joven que se encontraba en una noche reciente en una popular avenida de comida callejera en Puerto España.

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