Una de las más fantásticas exposiciones de fotografía, que nos relata mucho de lo que fue el principio del siglo XX, tiene lugar en la galería Neue de Nueva York y está dedicada a la gran fotógrafa austríaca Madame D’Ora
Nacida bajo el nombre de Dora Kallmus (1881-1963), la fotógrafa Madame D’Ora destacó en las altas esferas del mundo de la alta sociedad, los intelectuales y artistas, gracias a su gran cuerpo de trabajo y, sobre todo, de sus íntimos retratos por los que era reconocida como la más importante de su época.
Kallmus fue la primera mujer admitida en el Instituto de Formación Gráfica de Viena en 1905, donde se convirtió en miembro de la Sociedad Fotográfica de ese país. Su técnica, muy particular, utilizaba lentes que difuminaban las siluetas y contornos, además de proponer poses naturales y dinámicas que eran todo lo contrario a la rigidez que se empleaba en las fotos de ese entonces.
Comenzó en su estudio de Viena como fotógrafa de moda para las grandes tiendas y almacenes. En esa era no existía el rol de la modelo como ahora lo conocemos, por lo que utilizaba jóvenes aristócratas para exaltar los atuendos y accesorios. Luego se mudó a París, donde comenzó a codearse con grandes figuras del entretenimiento. En su elegante estudio Art Deco llegaban a posar para ella personajes como la gran Josephine Baker, quien llegó buscando mejor suerte en el país galo y el resultado de la colaboración de ambas son retratos intimistas y con ese brillo dorado que exaltaba su belleza.
Francia dorada
Su fama la alcanzó en París entre la década de los 30’ y los 40’, donde se destacó en la fotografía de moda con Mme Lanvin, Coco Chanel y Schiaparelli o Mme Agnes, para quienes realizaba los catálogos de las colecciones y fotos de sombreros que era el elemento principal a la hora de vestir, pues la mujer escogía primero el sombrero que iba a llevar para luego comprar el vestido que lo complementaría.
La originalidad y genialidad de sus composiciones y escogencia de modelos como Tamara de Lempicka, posando para la casa Rose Descat, la llevó a ser cotizada en revistas como L’Officiel de la Couture o Die Dame, siendo una pionera en esta disciplina.
Entre algunos de los grandes personajes que posaron ante su lente se encuentran Serge Lifar, Maurice Chevalier -con quien tuvo una gran amistad-, la escritora y artista Colette, Pablo Picasso, Cristobal Balenciaga, Gustav Klimt, entre otros.
Adelantada a su época
No puedo dejar de mencionar la serie de fotografías que Madame D’Ora realizó para el Marqués de Cuevas en 1953, después de la Segunda Guerra Mundial, para el baile de disfraces inspirados en Versalles que este hizo para promocionar su compañía de ballet y demostrar su obsesión con Europa y París en particular, un baile que terminó siendo el origen de protestas y demostraciones de gran descontento general.
Al final de la exposición podemos observar una serie de fotos que D’Ora -de origen judio- realizó en un matadero parisino, donde vemos la violencia y la brutalidad con la que tratan a los animales, y ella hace una comparación directa a los campos de concentración como forma de denuncia.
Al analizar el exhaustivo e impresionante trabajo en la trayectoria de esta artista solo queda una reflexión y es lo avanzada que estaba a su tiempo: pionera en la fotografía de moda, del espectáculo y de la danza. Se adelantó a las nuevas técnicas fotográficas de la época, fue de las primeras fotógrafas que realizó lo que hoy llamamos personal marketing para artistas y figuras públicas, y a través de su lente podemos ver más allá que un simple retrato, podemos ver el alma captada por Mme D’Ora.
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