Música

King Crimson: 50 años reinando en el rock vanguardista

Al cierre de 2019, recordamos el lanzamiento hace medio siglo de In the Court of the Crimson King, el primer disco de la agrupación británica comandada por el guitarrista Robert Fripp que marcó el inicio de una carrera en la cual tendencias musicales aparentemente opuestas forjaron un estilo único

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El de 1969 fue un año de gran importancia para la música rock; hubo eventos memorables como el Festival de Woodstock y el regreso de los Rolling Stones a las presentaciones en vivo con un recital en el Hyde Park de Londres; los Beatles sacaban a la luz su canto del cisne, Abbey Road, y varias agrupaciones que tomarían el protagonismo  en la década que se aproximaba publicaron sus primeros trabajos: Led Zeppelin, Genesis, Yes, Chicago y la banda cuya manera de abordar la creación musical, poniendo el énfasis en la investigación, la experimentación y la improvisación, le diferenció del resto y le confirió la supremacía del rock vanguardista: King Crimson.

La música de King Crimson resultó una amalgama de diferentes géneros a los que estaban orientados sus integrantes. Fueron los fundadores el guitarrista Robert Fripp, músico inclinado hacia el jazz, que luego de escuchar la pieza de los Beatles “A Day in the Life” se interesó por esa fusión de música académica y rock, pasando a estudiar paralelamente los cuartetos de cuerda del compositor expresionista alemán Bela Bartok y la obra del guitarrista de rock Jimi Hendrix, así como las melodías angulares del pianista de jazz de vanguardia Cecyl Taylor; también el baterista Michael Giles, capaz de ejecutar esos compases de medidas complejas del jazz de vanguardia pero quien abordaba su técnica con una contundente pegada más cercana al rock; y el saxofonista, flautista y tecladista Ian McDonald, formado en la música académica aunque con acercamientos a la música de los saxofonistas Charlie Parker y John Handy.

Por muchos años mantuvo Fripp en modo “apagado” a King Crimson en el siglo XXI luego de terminada su colaboración con Adrian Belew y Trey Gunn; pero en 2015 conformó una nueva versión

McDonald aportaría los sonidos del mellotrón, instrumento que recreaba la textura de diferentes secciones instrumentales que otorga un matiz orquestal a las interpretaciones, elemento que fue fundamental en el aire majestuoso del estilo que caracterizaría a la banda. Greg Lake completó el cuarteto de instrumentistas, un cantante, bajista y ocasional guitarrista, cuya tendencia era el rock y estaba influenciado por Paul McCartney de los Beatles y el grupo Cream, aunque había absorbido además las melodías y armonías vocales de los himnos ingleses pues fue integrante de un coro de iglesia.

Fripp, Giles y el hermano de este último, Peter, al bajo, en 1968 habían grabado como trío un LP de pop-rock con toques de humor, The Cheerful Insanity of Giles, Giles and Fripp, de nula repercusión. El ingreso de McDonald, y el rechazo de Fripp a la tendencia pop de Peter, quien de seguidas fue despedido de la agrupación, señalaron el camino que seguiría la banda tras la llegada de Lake. El conjunto comenzó una serie de ensayos el 13 de enero de 1969 en el sótano del Café Fulhan’s Palace, en Londres y delineó su estilo.

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El resultado fue una simbiosis de ritmos y progresiones armónicas poco comunes, elegancia académica, fluidez instrumental heredada del jazz y un arrollador poderío sonoro. No obstante, la identidad del grupo quedó fijada con la entrada de un quinto integrante, Pete Sinfield, quien intervendría poco como instrumentista, pero sería el autor de las letras de las canciones y, entre otras cosas, quien bautizó a la agrupación con el nombre alegórico de Rey Carmesí.

Sinfield era entonces un aspirante a escritor, muy interesado en la historia, los estudios medievales de la alquimia, y la psicología. Ideó para el conjunto un nombre que tuviera contundencia y reflejara la majestuosidad del sonido con la simbiosis de la disparidad de las tendencias que en el mismo se aglutinaban.

Fripp ha explicado que el nombre King Crimson es el equivalente de Belzebub, anglicanismo del nombre de una deidad de origen sirio, Bil Sabab, que literalmente debe traducirse como “el hombre con un propósito”.

Sin embargo, es de hacer notar que el Belzebub sirio es un equivalente de una versión del dios griego Zeus, específicamente llamada Zeus Apomyus que, como su equivalente oriental, era a quien se invocaba para espantar a las moscas en los rituales de sacrificio. En conclusión, una deidad enclavada en el corazón del oriente y del occidente.

Para representar alegóricamente este aspecto de Zeus, Sinfield recurrió a la figura histórica de Federico II de Prusia, en quien encontró aspectos en los que basó su ideal del Rey Carmesí. Nieto de Federico I Barbarroja, Federico fue soberano de Sicilia y después emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, y es un personaje prominente de la historia universal, pues causó asombro en su tiempo por sus posturas e ideas que precedieron en siglos las de pensadores del Renacimiento y modernos.

Mientras a mediados de 1972 se creía que la banda ya había agotado sus recursos, los impresionantes conciertos que hicieron en sus giras a partir de 1973 les ganaron el favor del público y la crítica

Federico II simboliza, para diferentes historiadores, la unión de esferas diferentes, ya que abrió el imperio a las influencias del mundo musulmán, impulsando en su corte el estudio de los textos de origen árabe, especialmente las traducciones de Aristóteles, y las obras de Avicena y Averroes; se enfrentó al dogmatismo religioso; creó la primera universidad secular, en Nápoles; estableció unas constituciones que impregnó de los principios del derecho romano y que contemplaban la presencia de asambleas de ciudadanos, siglos antes del origen del Parlamento Inglés; favoreció la observación experimental (escribió un tratado sobre halcones, inicio de la moderna ornitología) y propició el debate de ideas. Por su protección a los estudios del médico y filósofo árabe Averroes fue excomulgado, se enfrentó a la Iglesia Católica, acusó al papado de desvirtuar la enseñanza religiosa y se embarcó en cruentas guerras contra la Santa Sede. Por sus características ha representado una suerte de unión de opuestos: oriente y occidente, pasado y presente, ciencia y religión, tolerancia e intolerancia.

La visión que se tenía sobre este monarca para la época de los inicios de King Crimson correspondía a la plasmada en el libro El Emperador Federico II, de Ernst Kantorowiz, republicado en 1957; aunque posteriores estudios han reducido los aspectos románticos de su leyenda. Sin embargo, su adopción de la alquimia, que atraía a Sinfield por las connotaciones psicológicas que se han descubierto, fue determinante al servir de base a un personaje alegórico con el que simbolizar la personalidad del grupo.

Justo en 1968 se había publicado en la revista Quadrant un Resumen de la Psicología Analítica, escrita por Edward F. Edinger, en el que se describe y resume las teorías del psiquiatra suizo Carl Gustav Jung y los paralelismos que este detalló entre los procesos psicológicos con la alquimia. Allí se expresa lo siguiente:

“El simbolismo alquímico nos da numerosos ejemplos del arquetipo central de la unión de los opuestos. Por ejemplo, la piedra filosofal, uno de los objetivos del proceso alquímico, fue descrito como el resultado del matrimonio del rey rojo y la reina blanca, o como la unión del sol y la luna, o el fuego y el agua. El producto de tal unión es una imagen paradójica varias veces descrita como hermafrodita. Otras imágenes que son utilizadas para definir la unión de los opuestos son la reconciliación de facciones partidistas y la reconciliación del bien y del mal, Dios y Satán”.

Ascenso

El grupo de Fripp, Giles, McDonald, Lake y Sinfield comenzó a tocar en algunos clubes en abril del mismo año y se hizo habitual del célebre Marquee, de Londres; pero fue su actuación como teloneros de los Rolling Stones en el mencionado concierto en el Hyde Park, el cinco de julio de 1969, el que catapultó a la banda. En octubre saldría su primer disco de larga duración, In the Court of the Crimson King, una obra clave por su influencia en el desarrollo de dos movimientos diferentes en el rock: el progresivo (del que Robert Fripp rechaza estar vinculado) y el heavy metal, con el que ha identificado alguna parte de su obra.

El impacto del primer LP de King Crimson venía desde la cubierta, el dibujo de una cara gigantesca, toda de color rojo y deformada por una desmesurada expresión de asombro aparentemente ocasionada por algo que el personaje ve hacia un lado. El rostro abarca la totalidad del espacio de la portada, pero al desplegar la cubierta del álbum y ver la contraportada la imagen continúa: el personaje está en el espacio y el rostro se amplía con una prolongación de la oreja y de la frente en la misma dirección de la mirada, mientras el cosmos sirve de fondo.

Al ver la parte interna de la carpeta, continuaban las imágenes alegóricas y se descube que el asombro provenía de la observación de una imagen amable, de tipo femenino. Toda una metáfora del proceso psicológico de descubrimiento del inconsciente en el hombre como lo plantea Jung.

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In the Court of the Crimson King (1969)

Musicalmente, el álbum comienza con “21st. Century Schizoid Man”, una pieza poderosa que inicia con un estruendoso riff metálico de guitarra eléctrica, al que sigue la voz de Greg Lake (con efecto de distorsión) que entona versos apocalípticos contra las secuelas de la civilización industrial y las guerras, con solos demoledores de McDonald al saxo y de Fripp a la guitarra, para cerrar con una improvisación acelerada que conduce a un paroxismo cacofónico reminiscente de aquel final de “A Day in the Life”.

Luego del estruendo proseguía la calma de “I Talk to the Wind”, una tonada estilo folk que habla sobre la futilidad de intentar explicaciones para el hombre que se pretende correcto. El lado A del entonces disco de vinilo cierra con la luctuosa «Epitaph» donde en tono solemne se canta el posible devenir de la civilización actual.

Los siguientes álbumes siguieron la tónica del primero, continuando las alusiones a los procesos alquímicos y a los tiempos medievales, pero sin la fuerza arrolladora de aquel

Después de otro tema calmado, “Moonchild”, el álbum termina con la épica “In the Court of the Crimson King”, que nos ubica en los tiempos del Rey Carmesí. Alegóricamente se remite a la corte del emperador Federico II, nombrando al flautista púrpura (posible alusión a Tomás de Aquino, primo del emperador, quien habría de comentar las obras de Aristóteles y buscó sintetizar las enseñanzas del filósofo griego con los principios del cristianismo); también al hechicero del fuego (un alquimista), una flor pisoteada (Francisco de Asís y su prédica por una Iglesia que se alejara del poder y el dinero).

El álbum llegó al quinto puesto de las listas inglesas y al 28 en las estadounidenses y fue la base para giras por Europa y Norteamérica que consagró a la agrupación. Pero, habiendo nacido prácticamente en la cima, el grupo se desmoronó durante la última parte de su periplo por Estados Unidos.

Y caída

Ian Mcdonald y Michael Giles decidieron abandonar la banda para dedicarse a realizar una música “más amable”; un año más tarde editarían un álbum como dúo que no tuvo éxito y abandonaron la escena musical. McDonald reapareció seis años más tarde en la banda de hard rock Foreigner.

Fripp quiso mantener a flote el nombre King Crimson. Junto a Pete Sinfield, reclutó al virtuoso saxofonista Mel Collins (influenciado por John Coltrane). Michael Giles accedió a tocar la batería durante la grabación de un segundo LP, In the Wake of Poseidon (1970), y algo similar hizo Greg Lake, quien luego de una disputa con Fripp se iría para comenzar, junto a Keith Emerson y Carl Palmer, la agrupación Emerson, Lake and Palmer.

Lake cantó en todos menos uno de los temas del segundo larga duración, antes que Fripp incorporara a Gordon Haskell como cantante y bajista. La nueva entrega discográfica acusó los cambios de personal, a pesar de lo cual hubo piezas de la talla de “The Devil’s Triangle”, derivada del poema sinfónico Mars, de Gustav Holst, y “Cat Food”, donde destacan las líneas de piano de Keith Tippet, quien estuvo invitado en este y los siguientes dos discos.

Los siguientes álbumes siguieron la tónica del primero, continuando las alusiones a los procesos alquímicos y a los tiempos medievales, pero sin la fuerza arrolladora de aquel. El estilo derivó más hacia el jazz y la música de cámara que al rock y esto motivó la poca aceptación masiva de los nuevos trabajos: Lizard (1970) y Islands (1971), a pesar de que en ambos hubo piezas de enorme factura.

In the Wake of Poseidon (1970) | Lizard (1970)

Juntando las piezas

Rota la colaboración entre Robert Fripp y Pete Sinfield en 1972, el guitarrista apostó una vez más por el grupo. Formó a finales de ese mismo año una nueva versión con músicos notables: John Wetton (exintegrante de Family) al bajo y voz y Bill Bruford (exmiembro de Yes) a la batería. Un violinista de formación académica, David Cross, y el excéntrico percusionista Jamie Muir completaron la formación.

Con nuevas ideas, Fripp logró reactivar el poder del mejor King Crimson, desarrollando composiciones que comenzaron a surgir a través de las improvisaciones a las que se abocaron, tan libres como lo habían sido las del free jazz de la década de los 50.

El impacto del primer LP de King Crimson venía desde la cubierta, el dibujo de una cara gigantesca, toda de color rojo y deformada por una desmesurada expresión de asombro

Este rescate de la energía inicial fue recreado incluso en la portada del nuevo álbum, Larks’ Tongues in Aspic (1973). El contenido pasaba por esa fusión de jazz, rock y música clásica contemporánea del tema homónimo; pasando por piezas conmovedoras como “Exiles”, hasta el exótico instrumental “The Talking Drum” que desemboca en la soberbia “Lark’s Tongues in Aspic part II”, construida en torno a un fuerte riff de arpegios de guitarra eléctrica distorsionada, un año antes de que la agrupación Judas Priest comenzara a dar forma definitiva al heavy metal.

Esplendor

Mientras a mediados de 1972 se creía que la banda ya había agotado sus recursos, los impresionantes conciertos que hicieron en sus giras a partir de 1973 les ganaron el favor del público y la crítica. Pero a finales de ese año el percusionista Jamie Muir abandonó la formación para unirse a una comunidad budista, por lo que el siguiente disco, Starless and Bible Black fue grabado como cuarteto en 1974.

Meses después el conjunto editó el álbum Red, grabado solo por Fripp, Bruford y John Wetton, pero que contó con Ian McDonald y Mel Collins como invitados. El trabajo incluye la pieza “Starless”, el testamento definitivo del King Crimson de los 70, con una lírica que alude nuevamente a procesos alquímicos y psicológicos.

Las presentaciones en vivo que precedieron a la edición del álbum, como se puede verificar en los registros sonoros de la época, fueron avasallantes. Pero, aunque Wetton y Bruford tenían grandes expectativas de una nueva gira con Ian Mcdonald reinsertado en la alineación, esta vez fue Fripp quien no se sintió listo. El guitarrista, de hecho, abandonó la escena musical por tres años. John Wetton alcanzaría el estrellato a partir de 1982 al estar al frente de la agrupación Asia, mientras Bruford asumió una carrera solista.

Islands (1971) | Larks’ Tongues in Aspic (1973)

Transformación

Robert Fripp retomó paulatinamente su presencia en el mundo de la música. En 1977 y 1978 tocó en el álbum de David Bowie Heroes (producido por Brian Eno) y produjo el segundo LP de Peter Gabriel. También tocó con bandas de la Nueva Ola estadounidense, como Blondie y Talking Heads, empapándose de las nuevas vertientes del rock.

En 1979 publicó un primer disco como solista, Exposure, y formó su propia banda de new wave, The League of Gentlemen, con quienes grabó un álbum del mismo título y salió de gira. Pero fue su reencuentro más adelante con Bill Bruford y el comienzo de su colaboración con dos músicos estadounidenses lo que le llevaría a resucitar el nombre de un grupo que ya se tornaba legendario.

Starless and Bible Black (1974) | Red (1974)

El guitarrista y cantante estadounidense Adrian Belew, quien había tocado con Frank Zappa en 1978 y 1979 y con David Bowie en ese último año, además de con Talking Heads en 1980, se alió con Fripp para conformar una nueva propuesta junto al norteamericano Tony Levin en el bajo, que había tocado también con Peter Gabriel.

El cuarteto manejó el nombre de Discipline pero, a decir de Fripp, la manera de abordar el hecho musical, aproximándose a la investigación y la experimentación, le hizo decidir que debían utilizar el nombre de King Crimson.

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Es esta etapa tal vez la más discutible de las encarnaciones de King Crimson, pues el sonido había variado notablemente, no solo por la incorporación de guitarras sintetizadas y baterías electrónicas, o porque la voz de Belew no tenía similitud alguna con las de Lake y Wetton, sino porque se notaban influencias diferentes a las del grupo original (en lugar de los Beatles o Jimi Hendrix había un aire a Talking Heads y al minimalismo) y se había abandonado el tono solemne y majestuoso.

El que fuera diferente al King Crimson anterior no quiere decir que la música fuera menos creativa. Al contrario, “Elephant Talk” con todos sus efectos y ruidos abría el nuevo disco, Discipline, de manera muy contundente, mientras que el poder y la sobriedad de la nueva agrupación descollaba en “Frame by Frame”, de asombrosos contrastes entre pasajes de aparente quietud y los de “caos controlado”. Los caminos novedosos por los que se aventuraba la banda se mostraban en “The Sheltering Sky”, cuya lírica estaba basada en la obra del mismo título del escritor Paul Bowles.

Fue una simbiosis de ritmos y progresiones armónicas poco comunes, elegancia académica, fluidez instrumental heredada del jazz y un arrollador poderío sonoro

Esta iteración se mantuvo estable por cuatro años en los que editaron tres álbumes. Al ya citado Discipline le siguió Beat en 1982, una suerte de homenaje al movimiento literario de la generación beat, con las canciones “Neal and Jack and Me”, que alude a las andanzas de Neal Cassady y Jack Keouac (autor de la novela On the Road), la desenfrenada “The Howler”, inspirada en el poema “The Howl”, de Allen Ginsberg; la caótica “Neurotica”, que era el nombre de una revista en la que se editaron trabajos de escritores del movimiento, y “Heartbeat”, más cercana a la balada pop, y cuyo nombre estaba inspirado en el libro de memorias de Carolyn Cassady sobre las actividades de los escritores beat, autores que marcaron distancia con las convenciones sociales y estaban muy influenciados por el budismo zen, con lo que el pensamiento oriental también estuvo indirectamente presente en esta etapa del grupo. El disco tuvo éxito y “Heartbeat” contó con amplia difusión radial, pero la banda recibió críticas duras por su acercamiento al pop.

Discipline (1981) | Beat (1982)

El último álbum de esta etapa fue Three of a Perfect Pair (1984), que mostraba claramente las dos tendencias que se debatían a lo interno de la agrupación, una más cercana al pop y otra dirigida a la experimentación, la improvisación y el sonido extremo. Y al igual que pasó en 1974, cuando los músicos consideraban que estaban a las puertas del éxito definitivo, Robert Fripp cerró este nuevo capítulo de la banda. En esta oportunidad, para ser el instructor de unos seminarios de guitarra acústica, para la cual había ideado una nueva afinación y un método de aprendizaje derivado de las enseñanzas de G. I. Gurdjieff, un maestro espiritual.

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Fuerza demoledora   

Diez años pasaron antes de que Fripp presentara una nueva versión de King Crimson, una que nació decididamente para continuar en el punto donde el conjunto había quedado con la estética del álbum Red, de 1974.

Al cuarteto con Belew, Levin y Bruford, Fripp sumó un segundo baterista, Pat Masteloto. Trey Gunn, discípulo del seminario de guitarra, vino a aportar líneas que oscilaban entre los registros del bajo y las guitarras, incrementando la anchura de las texturas y los tejidos entre las diferentes secciones.

Three of a Perfect Pair (1984) | Thrak (1995)

Con Thrak, álbum de 1995, King Crimson volvió a provocar un fuerte impacto, con piezas impecables como “Vroom” y la homónima al LP. La agrupación volvió a ser cabeza de cartel y atraer a grandes cantidades de público en sus conciertos, que les llevaron no solo a Europa y EEUU, sino a América Latina, donde se había convertido en un grupo de culto con gran cantidad de seguidores en países como Argentina y México.

Lamentablemente, esta encarnación no tuvo continuidad. Formaciones diferentes de tres o cuatro de sus integrantes existieron bajo el nombre Projects, a los que Robert Fripp se refirió como “fractales” del grupo madre; hasta que Bruford y Levin abandonaron la formación. Entonces Fripp, Belew, Gunn y Masteloto grabaron en 2000 el álbum The Construction of Light y The Power to Believe en 2003.

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Cierre

Por muchos años mantuvo Fripp en modo “apagado” a King Crimson en el siglo XXI luego de terminada su colaboración con Adrian Belew y Trey Gunn; pero en 2015 conformó una nueva versión reintegrando al virtuoso saxofonista Mel Collins (de la etapa 70-72) y al bajista Tony Levin, y dando entrada al cantante y guitarrista Jakko Jaszik, quien junto al propio Collins, Ian McDonald y los hermanos Giles habían actuado bajo el nombre de Banda Esquizoide del Siglo XXI, que tocaba temas del primer LP de King Crimson.

La novedad era contar con tres bateristas, Bill Rieflin y Gavin Harrison se unieron a Pat Masteloto y, en los conciertos, se colocaban al proscenio, convirtiédose en protagonistas.

The Construkction of Light (2000) | The Power to Believe (2003)

Y es con esta formación que Fripp y sus amigos han estado recorriendo el mundo y por primera vez interpretando piezas de todas las épocas de King Crimson, en una especie de cierre de círculo donde finalmente, como la serpiente mitológica que se muerde la cola (ouroboros), la banda ha vuelto a demostrar el poderío y majestad de sus inicios. Han sido un espectáculo sobrecogedor y de gran fuerza las actuaciones de este septeto interpretando todos los temas emblemáticos de la historia de la banda con una contundencia y maestría inigualable. El rey carmesí se mantiene reinando luego de 50 años y aún no aparece en el panorama musical contemporáneo quien pueda disputarle el trono del rock vanguardista.

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