Sociedad

¿Y cómo quedan la belleza y el cuidado personal en cuarentena?

Parece cosa banal, pero no lo es. Y menos en un país como este que rinde culto a la belleza y en el que ponerse en manos de peluqueras, maquilladoras, esteticistas y entrenadoras forma parte de la rutina de tanta gente. ¿Qué están haciendo las personas que trabajan en estos rubros? ¿Cuáles son sus preocupaciones y decisiones en estos días? Con ellas iniciamos esta serie sobre oficios desprotegidos

PORTADA: YISELD YEMIÑANY | Fotos en el texto: Cortesía
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Tras la inamovilidad laboral decretada por el Gobierno, este aseguró que pagará un salario mínimo a las nóminas de pequeñas y medianas empresas que lo soliciten. El bono “Quédate en casa” complementará el pago de la nómina. Eso dijeron. Pero estas medidas no ayudan a los trabajadores del sector formal y mucho menos a los independientes. En la cuarta semana de la cuarentena social, cuando ya el arreglo personal no es prioridad, la cosa se pone fea para las trabajadoras de la belleza, las que se encargan de acicalarnos, de aportar su toque profesional a las mujeres de un país que rinde culto a la belleza.

Y la situación podría ponerse realmente horrenda cuando vuelvan a trabajar, pero sus clientas no tengan dinero para invertir en embellecerse.

Mariela Morán: “Estábamos preparados para esto”

La esteticista y neuronaturóloga tiene ocho años haciendo lo suyo. Vive en el 23 de Enero y trabaja a domicilio. Nada de todo esto le resulta diferente, ni siquiera el que después de las 4:00 pm no pueda transitar: “Cuando vives en este país, ya sabes que tienes que hacer magia, tienes esta práctica, creo que estábamos preparados para esto”.

Por ahora, no se rebusca ni se reinventa: “Si me dejaran pasar al Metro y los clientes lo permitieran, claro que trabajaría, es mi sustento”. Las únicas limpiezas faciales, masajes y terapias holísticas que está realizando son a sus familiares. Y así se entretiene. A veces sale a comprar lo más básico para ella y sus tres perros. Le queda poco efectivo y no sabe qué hará si se le acaba antes de que levanten la cuarentena. Tampoco sabe cómo pagará el jeep para salir a trabajar entonces. Confía, eso sí, en sus clientas: “Son terapias que la gente necesita para cuidar su salud”.

Belleza y

Karola Hernández: “Empezar otra vez con más ánimo”

Es estilista y colorista certificada por Wella, L’Oréal y Schwarzkopf, vive en San Bernardino y trabaja en una peluquería en El Rosal. Con 33 años en un oficio que no es de quince y último, ahorra siempre para una emergencia. Aunque, claro, jamás pensó que sería una emergencia sanitaria mundial. Tiene alguito para que ella y su hijo puedan aguantar por seis meses con el ajuste del menú a dos comidas al día: un brunch y un almuerzo-cena.

En estas tres semanas ha salido a cortarle el pelo a tres clientes a domicilio, todos hombres: “¡El hombre venezolano es coqueto! ¡No se aguantan estar pelúos! ¡Están desesperados!”. Y ella también, porque poco aguanta estar sin contacto físico cuando lo suyo no es tocar melenas, sino abrazar a quien la lleva. Por lo demás, ordena gavetas, el clóset y hasta se ha puesto a coser y bordar, mientras no sea durante la hora de agua en su edificio. Cree que todo esto pasará pronto y que se reencontrará con sus clientes, porque “más que para verse bonitos, van a la peluquería a hablar, relajarse, drenar, a que los atiendan, a hacer algo fuera de lo que hacen habitualmente y empezar otra vez con más ánimo”. Eso sí: cuando la Luna decrete que es tiempo para levantar la cuarentena de tijeras y secadores.

Belleza y

Mariely Guerra: “Esta cuarentena me enfría todo”

Si no fuera por la cuarentena y sin importar que viva en Guarenas, la maquilladora a domicilio certificada por Foto Pose Venezuela y la ABC School by Ender Torres, estaría maquillando, depilando, pigmentando cejas y pegando pestañas a sus clientes, realizando las pasantías en la ABC como parte del equipo para el desfile de Alejandro Fajardo y para un canal de TV, y dictando otro taller de automaquillaje.

Toda esa actividad está en pausa: “Ya me estaba empezando a proyectar más y que empezara esta cuarentena me enfría todo. Esto me genera ansiedad, preocupación, me quita el sueño, me da hambre.”

Belleza y

Ahora las mañanas son para cumplir las tareas escolares de su hija y a lo largo del día mantener la buena alimentación de la familia con lo que su esposo haya logrado conseguir y comprar. Luego de soltar creyones y sartenes mantiene su presencia en redes sociales haciendo retos de maquillaje: “Al culminar todo esto, volveremos a retomar. Nos ayuda muchísimo a sentirnos bien cuando dedicamos tiempo al cuidado de nuestro cuerpo, a nuestra apariencia. No creo que eso sea algo banal”.

Sara Volcán: “No era tan organizada antes de la cuarentena”

En su casa en La Pastora la diseñadora de modas de Brivil acaba de terminar un vestido de fiesta y sigue trabajando en los tops y leggins de su línea sport, en unos diseños a mano para una primera comunión que quedó suspendida hasta nuevo aviso y en unos tapabocas con material quirúrgico que confeccionó antes de la cuarentena y que, desde entonces, no han dejado de encargarle.

Trabajo tiene, así como ideas para nuevos bocetos, una rutina de ejercicios y hasta tiempo para echarle broma a sus amigos. Lo que no tiene son los pagos, pues los clientes no pueden retirar sus encargos. Tampoco tiene la quimioterapia para su mamá, ni fecha de control, ni de exámenes. Esa es su preocupación, más que no tener un mercado completo: “Por ella es que me cuido mucho más, trato de salir cada 15 días”. Los pedidos que entregará cuando se restituyan las actividades sociales, más que piezas, serán la entrega del ánimo que contagia siempre que dice que sus diseños “son piezas importantes para la ocasión de muchas vidas”.

Génesis Villalobos: “No entrenaba en mi casa”

Desde que inició la cuarentena en su casa en Colinas de Bello Monte, la entrenadora personal IFBB no solo ajustó lo que era su rutina de ejercicios en el gimnasio de El Cafetal donde trabaja, sino la de cada uno de sus clientes. Ahora, luego de hacer sus entrenamientos, realiza los videos de las rutinas personalizadas y cada mañana del siguiente día las envía por WhatsApp.

Desde Chile, dos nuevos clientes iniciaron sus entrenamientos en plena cuarentena, sobre todo porque esta dinámica exige videos de vuelta para evaluar posturas, técnicas, movimientos y ánimo. Sus palabras tienen peso: “Venían con un ritmo, tratando de alcanzar una meta y mi interés es que ellos logren esos objetivos. No es lo mismo entrenar en un gimnasio, pero no por eso debemos dejar de entrenar. Un cuerpo funcional lo podemos lograr en cualquier lugar”.

Aunque sus ingresos no se han visto afectados compra solo lo necesario, y junto con su hermana hace el mercado de su mamá. Espera que todos vuelvan con ella al gimnasio y, como ella, fortalecidos: “En este estilo de vida te sientes mejor cuando terminas la rutina y la satisfacción de cumplir contigo va más allá del físico”.

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