Hoy, más que nunca, quisiera celebrar la vida maravillosa que llevas dentro y el amor que sembraste en mí. Solo deseo que esa injusticia que nos separa en tu cumpleaños, se transforme en la fuerza que necesitas para resistir.
Durante todo este tiempo me han preguntado cómo terminamos tú y yo juntos, buena pregunta ¿no? Casi 10 años después de haberte conocido en la universidad, la vida te puso frente a mí. Aquel cruce de mensajes y luego el encuentro en el estadio, mientras trabajabas como asistente de prensa en el Trujillanos FC, me parecieron normales en su momento, pero hoy sé que allí, entre miradas y pocas palabras, encontré el comienzo de algo profundo y hermoso. Ya no nos unía el periodismo, la universidad o nuestros amigos en común; nos unía el amor, ese que se transformó en nuestro combustible.
Desde el momento de tu detención, han transcurrido más de 100 días sin tus mensajes de buenos días, sin esa costumbre tuya de obligarme a ver los juegos de la Liga FUTVE, sin las clases de diseño que de vez en cuando me dabas y sin nuestras maratones de películas los domingos.
Son 100 días en los que cada hora se vuelve interminable, en los que extraño más que nunca perderme en el verde de tus ojos, esos que reflejan la nobleza que tanto admiro en ti. Esos ojos donde siempre he encontrado paz y que se convirtieron en el refugio que busco cada vez que cierro los míos.
Cada noche y en cada oración, veo tus fotos, videos, releo tus mensajes. Tú, en cambio, te consuelas en mi perfume, ese que quedó impregnado en el uniforme que usas cada día. Saber que entre esas paredes encuentras un pedacito de mí, me mantiene fortalecida.
Pienso en ti, Paul, en el hombre lleno de amor y bondad que eres, y en cómo has enfrentado cada prueba con esa nobleza tan tuya. Desde aquel 30 de julio, los días no han sido fáciles, pero mi amor y mi fe no se tambalean. Aunque el tiempo y la distancia sean difíciles, confío en que esta tormenta pasará y podremos celebrar la vida como lo mereces. Mientras llega ese día, quiero que sepas que cada pensamiento, cada susurro y cada latido mío están contigo, apoyándote y esperando por ti.
Daniela