De Interés

El universo animal de Trampa-jaula

El amor se siente, sin duda. Es algo que viene de lo más profundo del hombre, propio de su naturaleza. Pero cabría preguntarse si lo que viene después, el mantenimiento del amor, es también natural o acaso una construcción del hombre, una convención, un artificio que al final fracasa.

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La relación de pareja, ¿no será la trampa-jaula del amor? La misma necesidad de amar, de intentar tener alguien al lado, ¿no será también una trampa? ¿Sobre qué se sostiene el amor, esa decisión de «ser feliz? ¿Es una decisión racional? ¿Qué queda luego de golpes, decepciones y traiciones? ¿Qué se hace con el amor cuando una ciudad, un país y el mundo te aplastan?

El libro de cuentos Trampa-jaula de Liliana Lara explora un pequeño universo casi novelesco (por la conexión de algunas historias) en el que nos encontramos, principalmente, parejas en crisis. El escenario: una Maturín que pareciera de alguna manera estar cercada, rodeada, asediada por paisajes devastados, áridos, selváticos, profundamente indómitos.

Pero no sólo tenemos las crisis amorosas de los personajes y una ciudad transformada por el entorno natural, también el país juega su rol.

El país de Trampa-Jaula está sumido en el caos. Marchas, protestas, paros, desempleo, son los síntomas de una Venezuela en zozobra (la de 2002-2003) donde se mueve el entramado de siete historias magníficas en la que los personajes, en algunos momentos entrelazados de un cuento al otro, se confrontan a una cierta bestialidad.

Desde el primer cuento, «El cuerpo», entramos en ese universo de lo que va más allá de la razón, de lo que perturba y aun así debe ser enfrentado. Allí está el cadáver, un cuerpo que late en su muerte, que exige ser movido, trasladado, llevado fuera del motel donde ha terminado sus días como persona mientras tenía sexo —esa otra pasión animal contra la que luchamos—, con el jovencito de ocasión.

Este cuerpo crudo, animal en su desnudez, es el pórtico al resto de los cuentos donde la razón y lo irracional, el dolor y el placer, el hombre, lo animal y lo bestial se entremezclan en un juego de alegorías y de historias que ahondan en la sicología de los personajes.

«Miss Baygón», el cuento siguiente, gira en parte en torno a una mujer de edad cuyo perfume hace que la narradora del relato se sienta atrapada como una mosca; también ella nos cuenta que esta miss Baygón es una mujer a la espera de un amor que no termina de llegar; la llama así, Madame Butterfly, madame mariposa.

«La cacería», el tercer cuento, abre con la siguiente frase: «Es como irse de cacería a un zoológico». Acto seguido, asistimos al robo de una casa en Maturín, la casa de unos adinerados descendientes de libaneses o sirios. El personaje, desempleado, ha decidido cometer pequeños robos a sus vecinos. En la casa hay un perro de nombre Cástor, enorme y manso.

El ladrón, a cuenta de vecino y conocido de la casa, se lo ha ido ganando. Tanto el perro como el protagonista dan la impresión de ser bestias emasculadas. Cástor es sumiso y juguetón; nuestro transgresor, por su parte, está sometido al carácter de su esposa (tiene, por ejemplo, que fumar fuera de casa, lejos, a bastante distancia).

La idea del robo incluso podría antojarse como una especie de rebeldía ante la opresión femenina.

El relato, como es de esperarse, dará una vuelta de tuerca, y la pasividad de una de las dos bestias despertará, dejando claro que lo que parece no es; lo que se antoja un robo sencillo, resultará verdaderamente una trampa-jaula.

Otro relato, «La rebelión de Tonoro», se abre con la crisis de una pareja, pero, sobre todo, con una mañana neblinosa en la que la protagonista está al descampado y rodeada de «culebras, animales e insectos microscópicos».

Ella ha sido dejada en el sitio tras una discusión con su pareja, allí, en una carretera de Maturín con mechurrios y su fuego al fondo. Esos mechurrios, como también la imagen congelada del barco petrolero Pilín León, son los signos claros de un país en paro, de un país en crisis, como en crisis está la protagonista, que de alguna manera eligió «ser feliz» al pasar por alto algunas oscuras señales del hombre que eligió como pareja.

Así el libro se va tejiendo, no sólo porque algunos personajes se repiten y porque un cuento completa una historia de otro cuento (lo que resulta un logro de la narradora, pues relato es completo en sí mismo), sino también porque el bestiario de símbolos que se viene señalado une las partes de libro y lo enriquece.

En otro relato hay una pesca de pirañas unida también a la crisis sentimental, en otro un animal muerto nunca descrito se constituye igualmente en el eje de otra relación desajustada y cargada de resentimientos, y por supuesto, está la trampa-jaula, física, real, y los pájaros que caen en ella y mueren de ira.

Una ciudad rodeada por una naturaleza hostil, un país en paro, parejas e historias que se encuentran y se desencuentran, el giro hacia lo animal y lo bestial, hacia el deseo de muerte, de sexo, de venganza, y aquello que al final queda luego de las tempestades de los sentimientos: el hastío, la melancolía, las almas rotas.

Todo esto se encuentra en Trampa-jaula manejado con estética cuidada, con dominio de lenguaje, sin rebuscamientos de palabras y moviendo hábilmente las tramas en el tiempo y el espacio dentro de un mundo específico, determinado y claro: el universo de Maturín y del país de los tiempos del paro petrolero.

Liliana Lara aporta así un libro de cuentos muy bien trabajado, que hubiera podido merecer, sin duda alguna, el primer lugar del Oswaldo Trejo.

Como sabemos, este trabajo quedó finalista en ese concurso en el año 2012. Vale decir que de ese mismo certamen salió otro libro de cuentos que considero fundamental para el desarrollo del cuento venezolano de estos años: Triticruel de Domingo Michelli.

Sin duda, Liliana Lara demuestra una vez más que es una de nuestras más sólidas narradoras contemporáneas. Trampa-jaula, como muchos otros libros de calidad literaria publicados en estos años, ha pasado por debajo de la mesa, porque al parecer la gente no puede hablar de política y leer literatura al mismo tiempo.

Lástima que hemos descuidado tanto nuestros deberes y nuestros placeres. Pero ahí vamos, seguimos leyendo.

El libro Trampa-jaula fue publicado en 2015 bajo el sello Equinoccio de la Universidad Simón Bolívar.

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