No hay hambre en las calles del hambre
Una fotografía desoladora. Estas calles, que otrora se abarrotaban de rumberos furibundos, ya no están manchadas de mostaza ni mayonesa. Los bolsillos rotos y los malandros sueltos barrieron con los estómagos necesitados. Mientras tanto, los perreros siguen calentando las planchas del negocio: “uno con todo, por favor”