Rafael Esquivel: el producto de la complicidad
Empezaba un nuevo proceso. Todo era esperanza. Juan Arango aparecía como un muchacho tímido que intentaba cuajar en un equipo donde Jose Manuel Rey ya era el líder. En la calurosa Maracaibo, Dinamarca, un rival acostumbrado al frío, enfrentaba a la selección nacional. Horas antes del pitazo inicial, Rafael Esquivel, visiblemente afectado por el alcohol, le gritaba a un celular: "A mí nadie me va a enseñar cómo hacer negocios". Lo hizo frente a un grupo de periodistas que prefirieron mirar para el techo.