Joan Rivers, las chicas no lloran
Ella quiso hacer hasta de su muerte una jocunda celebración. Joan Rivers conoció la fama y con sus chistes prosaicos y vulgares iluminó las constelaciones de estrellas de Hollywood. Pero también vivió la pobreza, tristeza y estrechez. Era, acaso sin proponérselo, más humana que diva. Todos temían a su lengua, pero al final todos querían ser quemados por ella