Consternada e indignada se encuentra la población tachirense ante los hechos acaecidos la tarde del pasado lunes 1 de julio, cuando en medio de una protesta por falta de gas doméstico, la comunidad de Táriba, en el municipio Cárdenas, fue reprimida por funcionarios de seguridad, quienes lanzando gas lacrimógeno y perdigones, hirieron a un adolescente de 16 años, ocasionándole la pérdida total de la visión.
El domingo 30 de julio de 2017 nuestro periodista Andrés González Camino fue herido dramáticamente en el ojo izquierdo tras recibir el ataque directo de los cuerpos de represión del Estado en las protestas que tuvieron lugar en Los Ruices, Caracas. Esta personalísima crónica obedece a una cobertura del acontecimiento, los estertores de las protestas en un día decisivo como lo fue el 30 de Julio de 2017, día de la elección del poder constituyente impuesto por el Gobierno. Enfocando la vivencia y el motivo presencial que significa coexistir en ese panorama actual de la ciudad de Caracas, la situación converge en este relato, ejemplo de la convulsa y vapuleada situación de abuso represivos sumado a enfrentamiento. Y, de paso, cumple lamentablemente con llevarse una muestra no muy gratificante del sufrimiento que muchos políticos, activistas, manifestantes y - en este caso, además- periodistas, padecieron durante estos últimos cien días.
Un día que prometía ser tranquilo terminó por asestarle una herida punzante. Armando Nori, comunicador social de 28 años, vivió en carne propia lo que muchas veces capturó en su cámara: un perdigón de plomo alojado en el codo y un montón de vivencias que todavía duele. Testigo integral de estos meses de protesta
El mismo día en que otro manifestante opositor venezolano fue asesinado a balazos por agentes del Estado, el presidente Nicolás Maduro negó lo que han sido eventos comunicacionales, públicos y notorios: la Guardia Nacional y la Policía Nacional usan armas letales para contener a manifestantes opositores.
La Policía Nacional Bolivariana le vació el ojo derecho a Alfredo Duque de un perdigonazo. La represión de una protesta en la cual no participaba destrozó sus vasos oculares y redujo su visión a la mitad