Margarita en retrospectiva: una perla que aún no se hunde
Crecí en la Margarita en la que no necesitabas un fajo de billetes o punto de venta para comer empanadas y en la que la de pabellón no costaba más de “un millón de los viejos” o el precio de las botellas con la franja roja no se acercaba al valor de un sueldo mínimo.