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#Refugiados de la salud

Refugiados de la salud: Salir del país para burlar la muerte

Se trata de discriminación económica. Solo los que tienen pueden salir del país para tratarse lo que no se pueden curar en Venezuela. Igual, nadie se atreve a soltar una cifra, ni un dato sólido, ni siquiera una aproximación de cuántos venezolanos que padecen enfermedades crónicas han agarrado un avión lejos, en búsqueda de un mejor sistema de salud. Lo que sí ceden son cuentos. Cuentos de los que se van, de los que hoy les hacen falta. El 15 de mayo, el presidente de la Asamblea Nacional aseguró en su programa de televisión "Con el mazo dando", Diosdado Cabello, que los colombianos vienen en hordas a Venezuela para tratarse en nuestro sistema de salud gratuito. Sin embargo, muchos -médicos, pacientes con enfermedades crónicas y sus madres- aseguran que ahora, los que componen esas hordas, son venezolanos. Refugiados de la salud que se van para afuera si tienen los reales. Por primera vez en mucho tiempo, la cola no se desborda por las puertas del Farmatodo pequeño de la Urbina, pero una muchedumbre se pelea por las lengüitas de papel, blancas y enumeradas que salen del rollo rojo y brillante. Ese número es un puesto fijo para comprar el medicamento que no consiguieron en las otras cinco farmacias que visitaron esa mañana. Es mediodía. Existen plagas más temidas que las colas para comprar medicamentos, asegura Pablo -un joven de 29 que prefirió el anonimato. “El cartelito blanco escrito con marcador desteñido” es lo que más miedo le da. Esa es la señal de que tu traslado, tu tiempo y el tamaño de tu cuenta en el banco no sirven de nada. “Aunque tengas el dinero, la distribución está a manos del Estado y no puedes hacer nada”, explica Alejandro -pseudónimo-, de 40 años; le diagnosticaron Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH) en 2006 y ahora vive en Canadá.

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