Guerra en Ucrania

La nueva estrategia de Ucrania: aislar a Rusia fuera del campo de batalla

"Si dejamos que Rusia gane la guerra, entonces podrá dictar sus condiciones a Europa (...). En el mundo comenzará una reacción en cadena en la que otros Estados autoritarios entenderán que pueden lograr sus objetivos con la ayuda de una guerra agresiva", aseguró Mijailo Podolyak, asesor presidencial ucraniano, a un diario finlandés

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Ucrania
EFE

Con la central nuclear de Zaporiyia en manos rusas, Kiev intenta implicar a toda costa a la comunidad internacional en su conflicto armado con Moscú, que se opone a la internacionalización de la guerra.

«Si dejamos que Rusia gane la guerra, entonces podrá dictar sus condiciones a Europa (…). En el mundo comenzará una reacción en cadena en la que otros Estados autoritarios entenderán que pueden lograr sus objetivos con la ayuda de una guerra agresiva», aseguró Mijailo Podolyak, asesor presidencial ucraniano, a un diario finlandés.

Con el general invierno a la vuelta de la esquina, Kiev no sólo necesita armamento para mantener el tipo en el campo de batalla antes de las primeras nevadas, sino también el apoyo del mayor número de países en el mundo para aislar diplomáticamente al Kremlin.

Involucrar a la ONU

El primer paso de esta estrategia es involucrar a la ONU en el arreglo del contencioso por el control de la mayor planta atómica de Europa, objeto de bombardeos diarios y que esta semana fue desconectada durante más de 24 horas de la red eléctrica general.

El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) mantiene intensas negociaciones para enviar una misión de inspección a la planta, para lo que ya tiene el visto bueno de rusos y ucranianos.

Su director, Rafael Grossi, ya tuvo un papel muy activo en marzo a la hora de rebajar la tensión nuclear cuando las tropas rusas tomaron la central de Chernóbil, abandonada finalmente por las tropas ucranianas.

El problema es que, como dijo el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, la única forma de reducir al mínimo el riesgo de una catástrofe nuclear es que el Ejército ruso ceda de manera permanente el control de la planta a la agencia nuclear ucraniana, Energoatom.

Moscú no está dispuesto a ello y todos sus esfuerzos diplomáticos, como quedó de manifiesto esta semana en el Consejo de Seguridad de la ONU, se limitan a presentar pruebas de que es la artillería ucraniana la que está atacando la central y no las tropas rusas y las milicias prorrusas.

Rusia versus Guterres

Tampoco quiere oír hablar de la desmilitarización de la zona, donde Rusia habría emplazado vehículos militares, aunque no «armamento pesado», según desmintió el sábado el general Ígor Konashénkov, portavoz de Defensa ruso.

El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, ha sido duramente criticado por Moscú por dicha propuesta y por obstruir supuestamente la llegada de la misión del OIEA y negarse a condenar los ataques ucranianos.

La controversia salpicó a la ONU, ya que Rusia vetó la aprobación del documento de revisión del Tratado de No Proliferación (TNP) precisamente debido a la central de Zaporiyia, ya que Occidente pidió a Moscú que abandone la planta.

Guterres lamentó el sábado la falta de consenso justo cuando hay más amenazas a la seguridad colectiva y demandó una «acción urgente y decidida» para evitar el uso de armas nucleares «por accidente o por error de cálculo».

La delegación rusa se escudó en que Occidente quiso politizar el documento, por lo que pidió la modificación de varios párrafos relativos a Zaporiyia, pero también al Memorándum de Budapest, por el que Ucrania debía recibir garantías de seguridad al renunciar a su arsenal nuclear y sumarse al TNP en 1994.

«Ucrania y los patrocinadores del régimen de Kiev tienen plena responsabilidad por la ausencia de un resultado final positivo», afirmó Andréi Beloúsov, subjefe de la delegación rusa.

Rechazo a las negociaciones

En lo único que están de acuerdo ambos bandos es en el rechazo a estas alturas de las negociaciones, ya que Kiev asegura que no renuncia a recuperar los territorios ocupados, lo que incluye la anexionada península de Crimea, y Moscú insiste en demandar la total capitulación del enemigo.

«El presidente Zelenski está claramente en contra (de las negociaciones) y la sociedad ucraniana tampoco está a favor, ya que somos plenamente conscientes de los riesgos», dijo y se mostró convencido de que Moscú aprovechará cualquier pausa en las acciones militares para lanzar una nueva ofensiva contra Ucrania.

Podolyak advirtió que las iniciativas de paz que llegan desde Europa ya fracasaron en 2008 (Osetia del Sur) y 2014 (Crimea y Donbás) y que Rusia lo interpretaría como una muestra de debilidad y una carta blanca para atacar a Moldavia, Georgia, Kazajistán e incluso los Bálticos.

«Rusia sólo estará dispuesta a aceptar la paz si sufre pérdidas significativas a nivel táctico. Sólo entonces dejará de emitir ultimatums (…). Cuando Ucrania llegue a la frontera acordada en 1991, Rusia se sentará en la mesa de negociaciones y firmará un acuerdo de paz. Esa es la única oportunidad de garantizar los principios liberales y la libertad de Europa», afirmó.

Al respecto, el jefe del comité de Asuntos Internacionales de la Duma, Leonid Slutski, subrayó que Moscú sólo negociará con Kiev si ésta se muestra dispuesta a «la capitulación incondicional», si reduce sensiblemente sus Fuerzas Armadas y completa la total «desnazificación» de su territorio.

Subrayó que después del reciente asesinato cerca de Moscú de la hija del conocido pensador ultranacionalista ruso, Alexandr Duguin, del que Moscú responsabiliza a los servicios secretos ucranianos, Rusia no puede defender ninguna otra posición que exigir la rendición del enemigo.

En una entrevista con la prensa francesa, el expresidente y actual subjefe del Consejo de Seguridad de Rusia, Dmitri Medvédev, negó planes de asesinar a Zelenski, al que descalificó como interlocutor por su inexperiencia y absoluta dependencia de Occidente, aunque no descartó unas futuras negociaciones al máximo nivel para el arreglo del conflicto.

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