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Tensión y protestas crecen en Bolivia ante cuestionada ventaja de Evo Morales

El recuento rápido de actas (TREP), reanudado al finalizar la tarde del lunes, daba a Morales un 46,87% y al opositor Carlos Mesa el 36,73% con 95,30% de actas verificadas, y ponía al presidente izquierdista a un tris de evitar una segunda vuelta con su principal rival.  De  inmediato las protestas han sacudido las calles de La Paz, Sucre, Santa Cruz y Potosí.

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Foto Pedro UGARTE / AFP (Dom 20 10)

Sin embargo, imperaba un clima de suspicacias debido a que el Órgano Electoral Plurinacional (OEP) suspendió la noche del domingo el escrutinio de los votos en un conteo rápido TREP, que fue reanudado tras casi 20 horas de parálisis.

El expresidente de Bolivia Carlos Mesa denunció este lunes un «fraude escandaloso» en el recuento oficial de las elecciones presidenciales, que sitúa a Evo Morales como virtual ganador, reportó por su parte la BBC.

Mesa, quien con el 95% del voto preliminar escrutado se quedaba a 0,1 puntos porcentuales de forzar una segunda vuelta, tachó al Tribunal Supremo Electoral (TSE) de «vergüenza para el país».

«Confiamos que la ciudadanía no va a aceptar este resultado tergiversado y amañado«, agregó Mesa.

Después de una jornada violenta el lunes, en la que manifestantes quemaron urnas y sedes electorales, la oposición, sindicatos, organizaciones empresariales y ciudadanos organizaciones empresariales y ciudadanos preparaban nuevas protestas para el martes, pero los actos espontáneos comenzaron en la madrugada.

Las movilizaciones en las calles comenzaron cuando las autoridades electorales, sin explicación alguna, reanudaron el lunes por la noche el recuento de votos interrumpido el día anterior.

Y el recuento rápido de actas (TREP) dio sorpresivamente a Morales un 46,87% de los votos y a su rival, Carlos Mesa, el 36,73%, una vez escrutado el 95,30% de los sufragios.

Las protestas no se hicieron esperar. En Sucre (sureste) y en Potosí (suroeste), enardecidas muchedumbres incendiaron los tribunales electorales departamentales. En La Paz se registraron choques con la policía, mientras la oficina del partido gobernante, el Movimiento Al Socialismo (MAS) era destruida en Oruro (sur).

Los incidentes también alcanzaron a las ciudades de Tarija (sur), Cochabamba (centro) y Cobija (norte), donde la policía dispersó a los manifestantes. En Riberalta, departamento Beni (noreste), los manifestantes destruyeron una estatua del fallecido mandatario venezolano Hugo Chávez, aliado y promotor de Morales.

Para este martes, la movilización se prevé mayor y más organizada. El sindicato de médicos, que mantuvo una huelga de más de un mes por reivindicaciones laborales, anunció movilizaciones en todo el país. «Hoy se juega la democracia», dijo su líder, Luis Larrea.

Fernando Camacho, presidente del poderoso Comité Pro-Santa Cruz (rica región del este del país), un colectivo de derechas que agrupa desde empresarios hasta asociaciones de vecinos, llamó a «bloquear el país».

La influyente plataforma civil Conade, que agrupa a comités cívicos de todo el país, anunció también una «resistencia civil» ante la victoria de Morales.

Su líder, Waldo Albarracín, que recibió un golpe en la cabeza en una trifulca callejera con miembros del oficialismo,  denunció que «se consuma un fraude monumental» y convocó «al pueblo a estar alerta».
Ante el clima de violencia, la Iglesia católica llamó a «la paz y serenidad» y urgió al tribunal electoral (TSE) «a cumplir con su deber de árbitro imparcial».
La ventaja de Morales fue cuestionada por la misión de la Organización de Estados Americanos (OEA), que llegó a Bolivia para observar las elecciones presidenciales y legislativas del domingo.

«La Misión de la OEA manifiesta su profunda preocupación y sorpresa por el cambio drástico y difícil de justificar en la tendencia de los resultados preliminares conocidos tras el cierre de las urnas» el domingo, y que estaban orientados hacia una segunda vuelta entre Morales y Mesa, dijo en un comunicado.

El OEP paralizó la difusión del escrutinio el domingo, tras un primer y único informe de conteo rápido del 84% de las actas que daba un 45,28% a Morales y un 38,16% a Mesa, datos que anticipaban un balotaje el 15 de diciembre.

Mesa, que fue presidente de Bolivia de 2003 a 2005, denunció un «fraude» y anunció que no reconocería los últimos resultados provisionales.

«No vamos a reconocer esos resultados que son parte de un fraude consumado de manera vergonzosa y que está colocando a la sociedad boliviana en una situación de tensión innecesaria», declaró Mesa el lunes en la noche.

Mesa, historiador y periodista de 66 años, llamó a una «movilización ciudadana» hasta que se difunda el resultado definitivo.

El ministro de Gobierno (Interior), Carlos Romero, responsabilizó a Mesa por los disturbios. «No corresponde convocar a la violencia y la confrontación, esa no es una actitud democrática», señaló.

Estados Unidos expresó su preocupación y llamó a restablecer la «credibilidad y la transparencia» del proceso electoral en Bolivia, una línea a la que se sumaron los gobiernos de Argentina, Brasil y Colombia.

Morales, que cumplirá 60 años el sábado, dijo que confiaba en la votación de las zonas rurales para evitar la segunda vuelta.

Su decisión de volver a postularse es mal vista por un segmento de la población y fuertemente criticada por la oposición, que creen que su victoria conducirá Bolivia hacia una autocracia.

Para evitar cuestionamientos, el canciller Diego Pary y los veedores de la OEA «acordaron establecer un equipo de acompañamiento permanente en el proceso de conteo oficial de votos» de los comicios, consignó un Twitter el Ministerio de Relaciones Exteriores de Bolivia.

El acuerdo sigue a un llamado público de Pary a los organismos y embajadas extranjeras en el país a seguir el conteo «para que el proceso concluya con toda la transparencia necesaria», luego que el candidato opositor y expresidente Carlos Mesa acusara al gobierno de «manipular» el resultado de los comicios para evitar un balotaje.

Horas más tarde, la OEA tuiteó que «rechaza la interrupción del conteo definitivo» en la región de Potosí, donde comenzaron las protestas contra el tribunal electoral, acusado de falta de transparencia. Las protestas se extendieron luego a La Paz (oeste), Santa Cruz (este) y otras ciudades menores.

Mesa, quien gobernó entre 2003 y 2005, denunció ante los veedores de la OEA que el ente electoral «interrumpió arbitrariamente» el conteo y exigió que «en el curso del día conozcamos el resultado final que no es otro que el de una segunda vuelta».

El Tribunal Supremo Electoral (TSE) paralizó la difusión del escrutinio el domingo, tras un primer y único informe de conteo rápido del 84% de las actas que daba un 45,28% a Morales y un 38,16% a Mesa, datos que anticipan un balotaje el 15 de diciembre.

Según La Constitución boliviana, el ganador en primera vuelta debe obtener el 50% más uno de los votos válidos o al menos 40% de los sufragios con una ventaja de 10 puntos sobre el segundo.

Waldo Albarracín, líder de la influyente organización civil de derecha Conade, alertó que el oficialismo genera un clima de inestabilidad y afirmó que «si en este país se suscita una guerra civil, es responsabilidad de este gobierno».

Mientras, Estados Unidos expresó preocupación por la «repentina interrupción de la tabulación electrónica de votos» y llamó a restablecer «ya» la «credibilidad y la transparencia» del proceso electoral, en un tuit del subsecretario interino de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, Michael Kozak.

A su pedido se unieron los gobiernos de Argentina, Brasil y Colombia.

¿Segunda vuelta?

Morales, de 59 años, confía en que el voto rural y del exterior volcará el resultado a su favor para asumir nuevamente el 22 de enero y cantó victoria la noche del domingo, sin referirse a un eventual balotaje.

«El pueblo boliviano se ha impuesto para continuar con el proceso de cambio (política oficialista)», dijo desde la casa de Gobierno en La Paz.

En un escenario de polarización, un balotaje se convertiría en una suerte de referéndum para Morales sobre sus casi 14 años de gobierno, según deslizó Mesa en un encuentro con la prensa donde calificó de «triunfo incuestionable» su pase a segunda vuelta.

«Si hay una segunda vuelta se transforma en referéndum», dijo a la AFP Gaspard Estrada, especialista en América Latina de la universidad de Ciencias Políticas de París.

En ese caso, «Bolivia tendrá que escoger entre dos opciones» y «el país conoce perfectamente cuál es el camino de la construcción democrática», dijo Mesa.

«Esa será una elección en la que se juega el destino de Bolivia», insistió el expresidente de 66 años.

La sombra de la rebelión

Si en cambio se plantea un triunfo de Morales en primera ronda, en medio de un clima de sospecha, algunos sectores de oposición, como el Conade, han llamado a la «rebelión».

La decisión de Morales de volver a postularse es mal vista por un segmento de la población y fuertemente criticada por la oposición, que cree que si gana, Bolivia va camino hacia una autocracia.

Morales se vio favorecido por un fallo del Tribunal Constitucional que lo habilitó en 2017 para una reelección indefinida, alegando que postularse es su derecho humano, un año después de perder un referendo que consultaba a la población sobre el tema.

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