Free Convict: "Lo que cantamos deja un mensaje, pero le metemos súper crudo"
En 2017 irrumpieron en el underground: la música los ayudó a superar la vida en prisión y a elegir mejores caminos. Free Convict es ejemplo y escuela: acaban de lanzar un álbum doble y tienen otro en espera
Se juntaron en la ya destruida Penitenciaria General de Venezuela (PGV) mientras cumplían diferentes condenas por delitos variados. Allí empezaron a rapear y a freestylear. Allí se hicieron llamar Free Convict. En el 2013, conocieron a Andrés Figueredo, cineasta y codirector de la productora Capitolio, quien hacía labor social en las cárceles venezolanas y en esa ocasión había llevado al rapero Mcklopedia para que diera un concierto en la PGV. Andrés prometió ayudarlos. En efecto, junto con el equipo de Capitolio y otros muchos aliados –entre ellos el propio Mcklopedia– sentaron las bases del proyecto musical y de reinserción social que mantuvo el nombre de Free Convict.
Aun estando privados de libertad, grabaron su primer álbum: Free Convict, Volumen 1. Sin embargo, por diversos motivos, tuvieron que esperar hasta el año 2020 para sacarlo a la calle. Aunque es verdad que para la fecha ya habían lanzado varios sencillos e, incluso, en 2018 estrenaron su primer video: Desde la cárcel para el mundo, el cual se grabó en la PGV.
Muchas cosas han pasado desde entonces. La mayor parte de los miembros del grupo ya se encuentran en libertad, otros se bajaron del barco. Llegaron a ser 15 integrantes activos. Hoy día hay siete –dentro de los que está su líder, Ray Martínez– muy comprometidos con la idea de hacer música que transforme vidas: son ellos quienes cantan en las más recientes producciones. Desde el 2013 están contando sus experiencias a través de la cultura del hip hop. Se han apoyado mutuamente en ese difícil tránsito que es pasar de ser delincuente a integrarse de forma saludable a la sociedad. Parte del proyecto no solo es prestarse el hombro entre ellos, sino también a ex presidarios que decidan transformar sus vidas.
Lo mismo para quienes están afuera: se han ligado a diferentes proyectos sociales como Otro Enfoque, Amnistía Internacional, Caracas Mi Convive. De esta forma, han querido mantener su conexión con los sectores populares y las poblaciones más vulnerables para que sus relatos sirvan de ejemplo.
Además, han sido de los principales promotores del freestyle en Venezuela en el último lustro, organizando algunas de las pocas competencias serias que se hacen en el país. De esta forma, lograron, por ejemplo, una alianza con el súper famoso host argentino Misionero, que hizo una gira por América y estableció vínculos con organizaciones y artistas locales para hacer actividades relacionadas con esta práctica.
Cada vez que hablo con ellos suenan más libres. En el sentido de que parecen cada vez más independientes, más claros de sus siguientes pasos. También son cada vez menos los miembros activos. Free Convict, ese proyecto de reinserción social a través de la música del que se está hablando con fuerza en la escena underground desde el 2017, acaba de lanzar dos álbumes: El castillo del trap y Nuestra vida es un drill. Como se sobrentiende desde el título, en ambos abordan otros géneros más allá del rap (que con el que se dieron a conocer), con temas vocalmente exigentes. Hablé con Ray Martínez, líder de la agrupación, justo antes de que presentaran en vivo, por primera vez, ambas producciones.
-¿Por qué lanzan dos álbumes en vez de uno?
-El año 2022 estuvimos ahí súper frenados, no lanzamos nada. Sí escribimos mucha música y la teníamos guardada. O sea, te estoy diciendo que teníamos para lanzar hasta tres discos. Porque el doble álbum viene siendo un drill y viene siendo un trap. También tenemos uno de hip hop, pero decidimos achantarle un pelo para no saturar tanto, ¿entiendes? Porque queríamos lanzarlos por separado: no queríamos hacer un mix en el que ligáramos todo. La idea era no mezclar los ritmos, sino que la gente supiera que estamos puestos: en el drill sonamos drill, en el trap sonamos trap; y también en el rap sonamos rap. Que vieran también lo distinto que estamos sonando y lo distinto que venimos haciendo las cosas. Vamos a esperar que esto se enfríe un pelo y por ahí se viene muchísima más música.
-Ciertamente, tienen un flow nuevo…
-Este álbum está súper cargado de muchas vivencias. Es mucha historia, muchas vivencias personales. Y mucho cariño en el sentido de que tiene un flow particular. Y está lleno de sueños, de cosas que quisiéramos. De cosas que hemos vivido: tiene una esencia súper distinta. Yo lo escucho una, dos, tres veces y todavía sigo viendo lo increíble que es: cada vez descubro algo más. Creo que los ritmos que se usaron están brutales.
-Pasó bastante tiempo desde el primer álbum: “Volumen 1”. Cada vez que hablaba con ustedes, me decían que venía en camino “Volumen 2”; sin embargo, ahora se aparecieron con “El castillo del trap” y “Nuestra vida es un drill”. ¿Cómo fue mutando la idea hasta devenir en esto?
-Es que, literalmente, lo que es el álbum “Free Convict, Volumen 2” está listo. No te sorprendas de que nuestro próximo álbum de hip hop sea ese. Estos que lanzamos ahorita tienen otra esencia, por eso decidimos no sacarlos con esa misma línea de “volumen 1, volumen 2”. En 2022, como te dije, no lanzamos nada. En 2021, lanzamos unos sencillos. Por ejemplo, en el que tenemos el featuring con Mcklopedia. O sea, “Volumen 1” y eso era literalmente lo único que habíamos lanzado. Hace como cuatro meses pasa algo muy loco, y es que yo estoy empezando a manejar lo que es el canal. Teníamos un acuerdo con alguien pero terminó. Y este año como que aprendí un poquito la broma y tal. Aún tenía dudas de cómo funcionaba todo y entonces hice la prueba con un tema que se llama Los cara fea, que está en el álbum “El castillo del trap”. Y entonces se montó y dije: “Muchachos, ya no sé cómo baja esto, así que vamos para adelante”. Lo dejamos y quedó. Y, la verdad, con este disco está pasando algo súper loco: teníamos tanto rato sin lanzar música que apenas lanzamos esto y la gente estaba como que pendiente, activa. Aparte de eso, hace como tres meses comenzamos sesiones de organización de proyectos con Carlos Egaña. Y entonces también ahí, entre ese poco de lluvia de ideas, vimos que teníamos tantas cosas y decidimos lanzar de una vez un álbum doble. Fue como haciéndole honor a que somos “los locos, los de verdad”: que la gente piense que nos volvimos locos, pero vamos a echarle pichón.
-¿De quién fue la producción de estos dos discos?
-Todo fue grabado en Habeatat.“El castillo del trap” tiene colaboraciones en lo que es la mezcla y el máster de Cáceres y de Anthony Serrano. Ellos están en Miami, hicieron una colaboración allí. Zwart también hizo las primeras bases antes de que hicieran el máster y la mezcla. También hay una pista de Andrés Belloso. En “Nuestra vida es un drill” hay una pista de quedó brutal de Lil Einyel, que fue el que se encargó de la mayor parte del trabajo de producción de ese álbum.
-¿Y cómo conceptualizaron los discos?
-Comenzamos con el trap. Ya teníamos súper claro lo que queríamos hacer. Solamente le metimos unos temas más, porque nosotros al principio queríamos sacar el EP con tres temas de trap. Allí teníamos incluido Millo, eso fue mucho antes de pensar en este doble álbum. Luego decidimos meterle unos tracks más y nace “El castillo del trap”. Ahí, por cierto, hay una colaboración también con Horus y con Letra: está buenísima, es un tema que se llama Se prendió. Bueno, entonces un día nos encerramos en el estudio y comenzamos a hacer esos drills. Y cuando vimos, estábamos fluyendo demasiado. Y eso lo hicimos súper rápido. De una vez, sabes, todo fluyó: cada uno hizo en su momento lo que tenía que hacer. Comenzamos a montarnos cada uno en los temas y fluyó.
Teníamos varios conceptos. Le queríamos poner “Estamos en el drill” y otros títulos por el estilo, hasta que entendimos que aquí estamos literalmente contando de la familia. Sí, estamos metiendo otra locura, otro ritmo, pero al final dejamos un mensaje. Todo lo que nosotros cantamos deja un mensaje positivo, pero le metemos súper crudo. O sea, es algo que decimos con base, con fundamento. El drill realmente es lo más calle que pueda haber porque, o sea, si el rap tiene su esencia cruda, creo que el drill tiene un peso más gangsta. Y nosotros le metimos ese peso, pero también le metimos ese mensaje positivo. Lo vas a notar mucho en lo que es el tema Guerra, que es un tema súper brutal y donde cada quien habla de lo que es, de lo que ha vivido, pero también deja un mensaje. Viene cargado de esa realidad callejera. Nosotros decidimos cantar todo ese malandreo pero dejando un mensaje, que es al final la esencia nuestra: siempre dejar un mensaje, para que la gente vea que la vaina no es coba.
-¿Ustedes siguen teniendo relación con Capitolio [la productora que le dio forma al proyecto y que los impulsó, cuando todavía estaban en la cárcel]?
-Sí, eso es algo que siempre va a estar. La diferencia es que ahorita ya tenemos la libertad de hacer cosas por fuera. Ahorita es más alianza, no que nos den órdenes directamente. En este tiempo cada uno de nosotros ha aprendido varias cosas y tenemos la capacidad de decidir. Capitolio tiene un concepto creativo súper fino, pero tiene una línea muy definida. Nosotros a veces hemos querido salir de esa línea un pelo. Ahorita, además, tenemos la libertad de hacer cosas con otras personas.
-Como ya has dicho, en estos dos álbumes se evidencia la evolución de ustedes en cuanto a sonido, a encarar nuevos ritmos. Me llama mucho la atención el caso de Trébor, que aquí tiene una participación más notoria que en el primer álbum. Incluso, en Perfume, se anima a cantar…
-Hay varios que cantan. Bueno, Weedja siempre lo ha hecho. El As también está cantando. En Perfume, además, nos atrevimos a hacer cosas súper distintas. En los coros le metimos más voces, por ejemplo. Ahorita estamos pasando por un proceso de educación musical, eso ha hecho que este proceso sea totalmente distinto. Todo evoluciona, todo cambia y Free Convict no va a ser la excepción. Cuando comenzamos a rapear había muchos que ni siquiera habían entrado a un estudio de grabación. Eso ya ha cambió, por supuesto. Cuando hicimos “Volumen 1”, estábamos en la cárcel y estábamos súper ansiosos, queríamos ver ya cómo sonábamos; ahorita las cosas son más estructuradas, nos sentamos a pensar, a conversar: buscamos gente que nos pueda aportar cosas. La práctica también te ayuda a crecer. Todo eso nos anima a ver qué va a ser lo próximo, porque si esto suena candela lo siguiente tiene que sonar mejor.
-¿Qué tal es cantar estos álbumes en vivo?
-Nos dimos cuenta en algún momento de que no era tan fácil cómo creíamos. Grabamos fino, pero el ritmo en vivo es otra cosa. Y tú sabes que Free Convict se caracteriza porque no nos gusta doblar en vivo, nos gusta cantar nuestras canciones. Es un reto, porque el trap usa mucho autotune y el drill usa un pelo. Y nosotros hemos tratado de compaginar las voces de modo tal que uno sea el autotune del otro, sin tener un autotune, ¿me entiendes? Ha sido un reto súper violento.
-Es que hay canciones muy exigentes…
-Sí, total. Hemos venido trabajando eso. Weedja está súper afilado. Trébor está haciendo un trabajo muy bueno. El As también está montando en su vaina. Yo también comencé a recibir clases de vocalización, entonces poco a poco hemos entendido más cómo es la cosa. El primer ensayo nos preocupamos full, no te lo niego. Pero el segundo fue mejor. Y en el tercero ya nos acoplamos más.
-“Nuestra vida es un drill” empieza con Ready, en la que se da una resta: “de quince pasaron a diez y diez continuaron a siete”. ¿Es lo que les está pasando, no? Pregunto porque cada vez escucho menos voces en las canciones.
-Es que justamente eso es lo que queríamos reflejar allí. Ahorita estamos aquí siete echándole pichón. Creo que pasa en todos los procesos de vida. Los que no están por ahora no es que se les han cerrado las puertas; al contrario, es que entiendan la importancia de que haya una estructura para que las cosas funcionen: mantener el orden, organizarse. Nosotros estamos montando una estructura desde hace cinco años, estamos dándole fuerte desde que yo salí [de prisión]. Y hay personas a las que no les gusta el sistema, no les gustan las normas y deciden alejarse. Todos relajados, sin conflicto. Nosotros, eso sí, seguimos trabajando, no podemos frenarnos. Así quedemos cuatro o cinco, tenemos que seguir echándole pichón. Eso es lo que está sucediendo ahorita, hay siete que estamos súper enfocados y todos nos estamos apoyando. Así es cómo está funcionando ahorita Free Convict: sólido.
-Ray, El As, Weedja, Trébor, Fagil, Elio y…
–Y Terrorista.
-¿Cuál es la relación con los que están afuera del país? DosK, por ejemplo, hizo unas grabaciones en Colombia… ¿Siguen teniendo vínculos con los que están fuera del país?
-Yo sigo conversando con todos. Con Shootman, con DosK, con 45Flow. Ellos están en algunos proyectos por allá. Hace poco, cuando se estrenó el libro, también estuvieron participando en todo esto. Estuvimos pendientes de que mandaran algunas cosas, pero al final no se mandaron. Y ya estábamos en el tope en el que no podíamos esperar más y se lanzó el álbum. Quizá en el futuro… Tenemos en mente poder cruzar frontera. Quizá en ese cruce de frontera nos reencontremos y hagamos algunas cosas. Nosotros seguimos siendo todos hermanos, ¿me entiendes? Aún quedan Pólvora y Jazy que están privados de libertad, también estamos en contacto con ellos. Landro ahora es pastor evangélico, pero igual siempre tenemos contacto también.
-En estos dos álbumes, mucho más que en el anterior, hacen mucho hincapié en que ustedes son “los reales, los de verdad”. Y de alguna manera le tiran a, bueno, “esos artistas que los moldean, los calquean, ninguno son real”. ¿Ese mensaje va dirigido a artistas de afuera o del país?
-No. La gente tiene a veces ese pensamiento de que uno le está lanzando a alguien. Y no se dan cuenta de que uno como artista se sienta, compone, fluye y sale la vaina. Al final es como que: “Bueno, esto salió. Si alguien se lo quiere agarrar para él, fino. Pero me gusta cómo suena”, ¿me entiendes? No va dirigido a nadie ni queriéndole faltar el respeto a nadie. ¿Qué estamos viendo? Una realidad en la que hay artistas que ceden ante cosas, pero es algo que ha pasado en todos los tiempos. Pero la canción [Los cara fea] no va dirigida a nadie en particular. El día que nosotros le vayamos a lanzar una canción a alguien, le vamos a hablar claro. Solamente nos estamos expresando, si el día de mañana alguien se toma la canción para sí mismo, bueno, como quien dice: el que se pica es porque ají come. Pero no va dirigida a nadie. Tampoco estamos hablando de algo que es mentira, ojo, es algo que pasa y que ha sucedido siempre. Pero la intención de Free Convict no es señalar a alguien.
-Pero ustedes son “los locos, los de verdad”…
-Eso tiene una historia. Cuando comenzamos a hacer rap dentro de la cárcel, la gente nos decía que estábamos locos. “Mira dónde van esos locos, esos bichos están locos”. Al principio, nos hacía mucho ruido: “No, ¿qué se cree ese bicho? ¿Por qué me va a estar llamando loco?” y tal. Pero después entendimos la locura, y es bonita esa locura: es la que nos ha traído hasta aquí.
-¿Les molesta la falsedad en la música?, ¿que haya intérpretes que puedan posar de gangsta cuando nunca han delinquido?
-No es que moleste, porque uno entiende que hagas lo que hagas al final estás trabajando y es un esfuerzo súper grande el que haces. Uno ahorita que está en todo ese rollo de grabar entiende todo el esfuerzo que es crear una música, grabar, ensayar para cantar la música… es algo súper violento. Sin embargo, y aquí yo quiero hablar a título personal, algunos no saben el poder que tiene la música y todo lo que influye: tanto construye, como también destruye. Entonces, no es que a uno le molesta, es que uno está en una lucha para que los chamos no pasen por las cosas que uno ha pasado.
A nosotros la música nos transformó de una manera abrupta. Te estoy hablando de que, bróder, me andaba entrando a plomo con el Gobierno, con los malandros, y ahorita no, ahorita estoy en paz. Entonces, sabiendo lo que se vive es muy arrecho que yo le de un consejo a alguien de que es burda de fino cargar una pistola, cuando estoy claro de que es un falso ego porque lo he vivido. Yo creo que lo de nosotros es un llamado de conciencia, más bien. De que otros artistas se den cuenta del poder que tienen con su música y con sus letras. Del poder transformador que tiene la música.
Entonces, te repito, no es que me molesta: admiro el trabajo de un montón de gente, e incluso escucho la música de un montón de gente. Pero hay una diferencia en que uno la consuma siendo ya consciente de lo que estás escuchando, viendo que suena bien pero entendiendo el mensaje que deja. Hay gente a la que le escriben canciones y las canta sin haber vivido eso. Yo entiendo que haya artistas que se creen un personaje y eso me parece muy bien, pero el hecho está en no saber ni siquiera el poder que tienes con ese personaje, lo que puedes llegar a influenciar.
Te voy a contar una historia. Va a perecer trillada, porque en estos días escuché a Don Omar y dijo que le había pasado lo mismo. Pero es verdad, a mí me pasó: cuando yo era un chamo y escuché a Baby Rasta cantar “Tengo una .40”, mano, yo quería una .40. Yo no quería el 380, yo quería una .40, era una vaina muy loca. Eso era porque la escuchaba todos los días y me encantaba. Yo crecí escuchando Baby Rasta y Gringo, Tempo, música gangsta. Incluso, yo canté rap gangsta. El proceso me hizo entender, ver y saber lo que me influenciaron esas letras malas. Entonces, si ya lo sé, ¿cómo lo hago? Es una lucha, no una molestia. Uno que estuvo también en drogas, sabe lo heavy que es estar en drogas… algunos cuentan con el apoyo y logran salir, pero hay muchos que no y terminan destruidos. Y eso se logra con la música, influenciando. Yo tengo muchos panas que cantan cosas, pero no les voy a decir para componer un malandreo todo loco. Ese es mi punto de vista, el punto de vista de Ray: lo pones ahí claro, por favor.
-¿Van subiendo para Europa?
-Hermano, totalmente. Totalmente. Tengo mi pasaporte listo. Han venido sucediendo procesos y ahorita estamos ya listos para el otro escalón: estamos más compenetrados, más remando para el mismo lado. Hemos entendido la importancia de educarnos y de un poco de cosas que no entendíamos hace un pocotón de tiempo. Vamos a empezar a subir poquito a poquito, así tengamos que saltar primero a Colombia. Vamos para allá.
-Ah, ¿es que la canción [Europa] hace literalmente referencia a que se van para Europa?
-Si lo crees lo creas, ¿no?, ese es el dicho.
-Eso decía Walt Disney…
-Entonces nosotros creemos en Walt Disney y Walt Disney creó un pocote de cosas. Nosotros estamos creyendo, porque estamos creando. Es de la cárcel para el mundo y ahorita “ey you –canta– y conmigo nadie se topa de lo caliente que está la sopa / vamos subiendo para Europa”. Es lo que te estoy hablando ahorita, la palabra tiene un poder grandísimo. Esa es una proyección que venimos haciendo. De repente no es Europa, es Colombia, no sé, México. Vamos subiendo y estamos más cerca.
-¿Y la idea de bajar no les gusta? ¿Chile, Uruguay, Argentina?
-Todo puede ser posible, porque incluso estando en Chile ya estamos más cerca de Europa también, ¿no?
-Sí
-[Ríe] Yo creo que cuando se abre una puerta se empiezan a abrir muchas. Y eso es lo interesante de todo lo que nos ha pasado: rompimos un paradigma empezando a grabar con un BlackBerry, de ahí pasamos a una Canaimita, después al estudio. Y ya hemos estado en estudios súper importantes: hemos grabado con Jerry Weil, hay temas con Horus, con Mcklopedia. Yo creo que vamos dando pasos. Eso que yo digo en la canción no es mentira: ya mi rostro lo vieron en Ámsterdam. Ahí exhibieron la película de Andrés [Figueredo], ¿sabes?, entonces ya un poco de gente sabe por allá que uno existe. “Ya mi rostro lo vieron en Ámsterdam, lo sé / ahora voy a tomarme un café en la Torre Eiffel, apártense” [ríe].
-¿Piensan en algún tipo de público cuando escriben?
-Aquí hay algo importante. Cuando la gente escucha que uno dice que la canción tiene un mensaje, hermano, se aburren y se van: les da ladilla. Si escuchan que la canción es de tetas, culo, ahí sí se quedan. Entonces, ¿qué es lo que queremos hacer ahora? Te ponemos un trap o un drill, y mientras la gente está en actitud de rumba, les damos un mensaje. Entonces, sí pensamos en la gente, porque la gente quiere rumbear, quiere vacilar, quiere mover el esqueleto; pero mueve el esqueleto quedándote con algo en el cerebro.
-Ese es exactamente el ideal, digamos, de Desorden Público: música que te haga bailar y reflexionar. ¿Harían una colaboración con ellos?
-Sin duda, Desorden Público me dice para hacer una colaboración y yo les digo que plomo.
-Revienta…
-[Risas] Nosotros estamos súper abiertos a cualquier flow.
-¿Y abiertos a escribir sobre cosas que no tengan que ver con su experiencia carcelaria o de transformación?
-En cualquier momento van a ver esa faceta de cualquiera de los Free Convict. Estamos también chambeando en lo que es composición, quizá escuches también una canción escrita por nosotros cantada por otra persona…
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