Primero, lector. Después, narrador de ficciones y hechos. Entrenador y analista de fútbol. Se formó leyendo en una cancha. El balompié le enseñó a vivir y la literatura a comprender la vida. Percibe el mundo a través de historias. Le reza al arte, al talento y al trabajo. Militante de la cultura del esfuerzo.
Ha hecho varios talleres de escritura de la mano de Álvaro Pérez Capiello, Cristóbal Guerra, Mario Morenza, Carlos Noguera, Luis Laya, Héctor Torres, Fedosy Santaella, Roberto Echeto, Ricardo Ramírez Requena y Humberto Valdivieso. Sus textos han aparecido en diferentes revistas y periódicos nacionales e internacionales y fue parte activa del equipo de Foro Vinotinto. En el 2013, resultó finalista del Premio de Narrativa Breve Biblioteca Fimba (España). En el 2015, recibió mención en el concurso de crónica Que la ciudad eche su cuento, de Seguros Caracas. Actualmente, colabora para varios medios.
Venezuela es el peor país de Suramérica para envejecer. La atención geriátrica es mínima. La que proporciona el Estado, insuficiente; y la privada solo tiene cierto brillo cuando logra ser dolarizada. Pero el entorno puede más y toca la puerta de quienes se refugian, aun con comodidades, dentro de casas de reposo donde se intenta que la crisis no saque más canas
Casarse rápido. Casarse para irse. Casarse para tener un apoyo emocional. Casarse para tener certeza de algo en medio de tanta turbulencia, un contexto casi imposible y un país que te golpea. Las historias rosa de cuentos de hadas comparten altar con las meramente instrumentales, y hacen frente a la posibilidad del fracaso temprano impulsado por la inmadurez y la “corredera”
Una generación completa sigue abrigada en el techo que provee su familia. Con el bolsillo estrecho para alquilar dónde vivir, y sin posibilidad alguna de comprar vivienda, acumulan frustraciones y limitantes. Quienes logran independizarse lo hacen por contar con espacios heredadados, sueldos en dólares o luego de emigrar. Mientras tanto, las familias aumentan bajo las mismas cuatro paredes
En los cementerios de todo el país se repite un fenómeno: los muertos se quedan sin un nombre que señale el lugar de su reposo eterno. El bronce de las lápidas es preciado. Se vende a buen precio en mercados secundarios, o sirve como materia prima para hacer balas. Los familiares, a veces, hasta extravían el punto exacto donde llorar su pérdida
Pobreza, hambre, conflictos. Permanecer en Venezuela es afrontar un gran reto: sobrevivir. Las condiciones para hacerlo ponen en jaque los tejidos sociales y humanos más básicos, los domésticos. La crisis ya no solo toca la puerta, sino que entra a los hogares y dispara al estómago y los corazones
En el sector Montaña Alta de los Altos Mirandinos se vivieron jornadas completas de intensas protestas y refriegas con la Guardia Nacional. Los vecinos del lugar se organizaron para manifestar, trancar calles, armar barricadas y también defenderse de la arremetida uniformada que disparó gases, perdigones y hasta balas. Pero la zona ahora está calmada, pues el miedo bañó el asfalto: el hogar ya no es protección
El 2 de enero de 2020 el técnico Rafael Dudamel renunció a su puesto en la selección nacional a tres meses del inicio de las eliminatorias. Con esta fase pospuesta de forma indefinida a consecuencia de la pandemia, es buen momento para analizar su desempeño con la Vinotinto
Un engaño más del socialismo, de Chávez y Maduro. El finado juró reivindicarlos, darles hogar, insertarlos en sociedad. 20 años después, los niños en condiciones de calle se ven, deambulan, mendigan, pasan hambre. No se sabe cuántos son. Lo único cierto es la inexistencia de estadísticas
Cuando cae la noche, el Metro de Caracas -que cumple años cada 2 de enero- deviene casa del terror o infierno sobre rieles. Masturbaciones públicas, menesterosos, tragos de aguardiente y soplos de cocaína son algunas de las escenas que se descubren en el sombrío subterráneo. Por miedo, cada vez son menos los pasajeros; porque cada vez son más los atracos y actos vandálicos
Venezuela es el peor país de Suramérica para envejecer. La atención geriátrica es mínima. La que proporciona el Estado, insuficiente; y la privada solo tiene cierto brillo cuando logra ser dolarizada. Pero el entorno puede más y toca la puerta de quienes se refugian, aun con comodidades, dentro de casas de reposo donde se intenta que la crisis no saque más canas
Venezuela es el peor país de Suramérica para envejecer. A la escasez de medicinas, pérdida de peso de los adultos mayores y la soledad, hay que sumar la violencia: entre enero de 2016 y marzo de 2017 se produjeron, según un informe de Convite, al menos 448 muertes violentas entre esta población
Casarse rápido. Casarse para irse. Casarse para tener un apoyo emocional. Casarse para tener certeza de algo en medio de tanta turbulencia, un contexto casi imposible y un país que te golpea. Las historias rosa de cuentos de hadas comparten altar con las meramente instrumentales, y hacen frente a la posibilidad del fracaso temprano impulsado por la inmadurez y la "corredera"
En los cementerios de todo el país se repite un fenómeno: los muertos se quedan sin un nombre que señale el lugar de su reposo eterno. El bronce de las lápidas es preciado. Se vende a buen precio en mercados secundarios, o sirve como materia prima para hacer balas. Los familiares, a veces, hasta extravían el punto exacto donde llorar su pérdida
Una generación completa sigue abrigada en el techo que provee su familia. Con el bolsillo estrecho para alquilar dónde vivir, y sin posibilidad alguna de comprar vivienda, acumulan frustraciones y limitantes. Quienes logran independizarse lo hacen por contar con espacios heredadados, sueldos en dólares o luego de emigrar. Mientras tanto, las familias aumentan bajo las mismas cuatro paredes
En ambientes rurales es común que la tradición oral rumie historias de encuentros sexuales con animales. En los Andes y llanos venezolanos más de un hombre se ha iniciado con burras o gallinas. Sin prejuicios ni tiquismiquis, el bestialismo es una práctica para calmar calores y lujurias. No en cambio la zoofilia, que refiere a una atracción emocional hacia los animales
Cuando alguien pudiera pensar que nació en el lugar equivocado, hay casos que reflejan cómo eso no es impedimento. Estos cuatro deportistas venezolanos tienen historias de película: un guajiro con discapacidad triunfa en la nieve, un caraqueño impone récords de esquí, un banquero se transfigura en atleta y un muchachito de Monagas hace hoyo en uno
Pobreza, hambre, conflictos. Permanecer en Venezuela es afrontar un gran reto: sobrevivir. Las condiciones para hacerlo ponen en jaque los tejidos sociales y humanos más básicos, los domésticos. La crisis ya no solo toca la puerta, sino que entra a los hogares y dispara al estómago y los corazones
En el sector Montaña Alta de los Altos Mirandinos se vivieron jornadas completas de intensas protestas y refriegas con la Guardia Nacional. Los vecinos del lugar se organizaron para manifestar, trancar calles, armar barricadas y también defenderse de la arremetida uniformada que disparó gases, perdigones y hasta balas. Pero la zona ahora está calmada, pues el miedo bañó el asfalto: el hogar ya no es protección
Tiempo, ensayo y error —también muchas horas de sudor— tuvieron que pasar para que la selección Vinotinto sub-20 alcanzara el nivel deportivo que mostró y pateó en el mundial Corea del Sur 2017. La oncena hizo gala de su técnica y elementos tácticos. Entendió que, en equipo, se proyectan buenos resultados y goles ¿El futbolista nace o se hace? Según el entrenador español Oscar Cano Moreno, “se hace con base a las cualidades con las que nace”. Pero para que alguien descubra su talento, debe relacionarse con la actividad en cuestión. Y para que ese talento germine, debe ponerse en tierra fértil. Ni lo primero ni lo segundo sucedía con frecuencia en Venezuela. Hasta que, hace 16 años, Richard Páez llevó a la selección nacional Vinotinto absoluta —que tenía apenas tres victorias en 34 años de competencia— a ganar cuatro partidos seguidos en la Eliminatoria para Corea y Japón 2002. Corría el año 2001 y los hoy subcampeones del Mundial sub-20, que entonces sumaban apenas tres y cuatro años de edad, comenzaron a respirar ilusión.