Rodrigo Solo, un tipo "un poco" intenso
Vocalista de Viniloversus, Rodrigo Gonsalves vuelve a Caracas para un concierto en su faceta de solista: guitarra y voz, el 4 de julio en BOD. Buena excusa para conversar con él
Vocalista de Viniloversus, Rodrigo Gonsalves vuelve a Caracas para un concierto en su faceta de solista: guitarra y voz, el 4 de julio en BOD. Buena excusa para conversar con él
Claro que Rodrigo no está Solo: lo acompañan sus escuchas y sus compañeros en los diversos proyectos en los que participa. Y para entender su evolución creativa hay que pasearse por las más de cien canciones en las que ha participado en sus diferentes bandas.
Rodrigo Gonsalves, para quien no sepa, es el vocalista y compositor de Viniloversus, una banda que nació en los locales del este de Caracas, ganó el Festival Nuevas Bandas en 2006 y se consolidó como uno de los máximos exponentes del rock venezolano actual. A partir de ahí, muchas cosas han pasado: los adolescentes ruidosos, que hacían chistes a toda hora y cantaban canciones con frases como “pero es que la monogamia / yo nunca la comprendí”, ahora son padres de familia.
Al mismo tiempo, casi como un hobby, Rodrigo participa en Arawato, una agrupación que ha hecho de la falta de promoción un signo artístico que no le impidió estar nominados de sorpresa (un amigo envió la postulación) al Latin Grammy en Mejor canción rock y Mejor álbum rock en 2019.
Estas dos bandas no han sido suficientes para contener sus impulsos creativos, así que también hace música como solista bajo el nombre de Rodrigo Solo y en ese contexto lo veremos en Caracas el 4 de julio en un show producido por Cusica. Y, además, desde hace un par de años desarrolla junto con su esposa (Marcia Arocha) OTA El Hipopótamo, un proyecto de música infantil.
-¿Ves alguna diferencia entre el público que escucha a Rodrigo Solo versus el que asiste a un concierto de Viniloversus?
-No había pensado en eso… Sí creo que hay una diferencia. Obviamente mucha más gente conoce a Viniloversus. Hasta el sol de hoy, gente se me acerca: “¡Ah! Y tú también tienes un proyecto en solitario. ¡Qué cool! No lo había escuchado”.
Yo empecé con Vinilo y luego llegó un momento en el que Vinilo no era una plataforma en la que podía expresar las otras exploraciones que quería hacer como músico y como compositor. Y entonces se creó este proyecto que obviamente es más ecléctico y más acústico y explora otros géneros, otros sonidos y se aleja un poco de ese sonido distorsionado, pesado y violento que es Viniloversus en muchas de sus canciones, no en todas. Y sí creo que hay una bifurcación ahí interesante entre la gente que de pronto escucha todo tipo de música y entonces puede escuchar Rodrigo Solo y conocer a Rodrigo Solo por default a través de Viniloversus y viceversa.
No sé cuál es la respuesta correcta a esa pregunta. Lo único que te diría es que ha sido interesante ver cómo la gente que me conoce de Viniloversus ha podido recorrer conmigo esta evolución como artista. Gente que creció escuchando a Viniloversus cuando eran más chamos y de pronto en los últimos 15 años crecieron y se convirtieron en padres de familia y ahora me escuchan a través de un proyecto como OTA El Hipopótamo. Siempre he tenido esta vocación de crear muchos proyectos en paralelo. Realmente nunca le he prestado mucha atención a la audiencia amarrada a cada proyecto, sino más dejar que eso lo defina el proyecto por sí solo.
-¿Y entre los cuatro proyectos musicales en los que estás involucrado, cuál se parece más a tus búsquedas artísticas actuales?
-No te puedo responder. Es como seleccionar un hijo, ¿no? Es como decir: ¿cuál es tu hijo favorito? No es justo. Cada hijo tiene su magia. Y cada hijo tiene su personalidad y su esencia. Es lo mismo con mis proyectos musicales. No es justo comparar un proyecto como Viniloversus con uno como OTA El Hipopótamo. Uno es oscuro, con una búsqueda de líricas profundas; y el otro es un proyecto infantil para niños, con un aspecto muy fácil y sencillo de entender. Y mismo caso: no puedes comparar a Arawato con Viniloversus porque precisamente Arawato fue un proyecto que nació para alejarse un poco de las muletillas o de las estrategias de composición que yo utilizaba en Viniloversus. Y lo mismo para Luis Jiménez: sacarle un poco de su manera de componer para Los Mesoneros. Creo que el hecho de que cada proyecto exista es precisamente una necesidad de querer explorar cosas distintas. Entonces, escoger uno y decir: este es mi favorito, creo que es injusto.
En este momento estoy tratando de producir cuanta música pueda, estoy tratando de colaborar con muchos artistas, no limitándome a la búsqueda del éxito comercial, sino más a la búsqueda de crear un catálogo de música extenso. Y antes de cumplir mis 40 años tener no menos de 150 canciones publicadas con todos mis proyectos. Creo que Rodrigo Solo es un proyecto que me permite hacer eso. Recientemente publiqué una canción en inglés, que no necesariamente va a recibir mucha atracción, mucho apoyo de la plataforma porque apela a un público en inglés, cuando la mayoría de mi público es hispanoparlante. Entonces, si tuviese que responder esa pregunta de una manera concisa –aunque estoy haciendo un pésimo trabajo en hacer eso- te diría que no puedo escoger un proyecto, estoy siempre pensando en los cuatro.
Actualmente estoy publicando música de OTA El Hipopótamo, que produzco junto a mi esposa, pero en paralelo estoy produciendo música de Rodrigo Solo y también de Viniloversus. Soy muy esquizofrénico con mi proceso creativo y necesito tener más de una avenida porque creo que no sería sano para mí solamente hacer música infantil, no sería sano para mí solamente hacer rock and roll. Necesito varias fuentes para descargar un poco mis necesidades creativas, supongo.
Los cuatro proyectos me emocionan por igual y me tienen igual de motivado. Actualmente la respuesta honesta es esa. Realmente los cuatro proyectos se están moviendo en paralelo, cada uno a su velocidad, pero le estoy invirtiendo tiempo y energía a los cuatro por igual.
Te confieso que el de música infantil me tiene muy motivado porque es un proyecto que tengo junto a mi esposa, con quien nunca había colaborado musicalmente y la logré convencer para cantar conmigo en una canción, muy a lo June Carter y Johnny Cash. El hecho de tener el proyecto con ella es algo que tiene un factor adicional de cariño para mí. Me emociona mucho esa idea de hacer música para los niños y este proyecto me da la libertad o la licencia para poder explorar la comedia también y reírme de mí mismo. Cuando hice Rodrigo Solo la búsqueda era liberarse de la etiqueta del “tipo este de la banda de rock and roll”. Y ahora con este proyecto de música infantil se trata de explorar una faceta más colorida, más infantil, menos amarrada al ego. Eso ha sido muy bonito de ese proyecto, el desapego.
-¿Y cómo gestionas el tiempo entre los cuatro proyectos?
-Mucho café. Muchas horas sin dormir… Trabajo en las noches, cuando mis chamos se duermen. También tengo responsabilidades de trabajo. Trabajo en una compañía de distribución muy importante de música llamada Believe y eso ocupa la mayor parte de mi tiempo. Entonces las noches, las horas entre las 10 y la 1 de la mañana, son un momento sagrado para mí. Procuro por lo menos un día de la semana dedicárselo a cada proyecto. Arawato lo hacemos cuando estamos los tres juntos. Entonces me divido el tiempo entre los restantes. Y Viniloversus lo hago más que todo cuando estoy con la banda, lo que me permite dividirme un poco más entre el proyecto de música infantil y Rodrigo Solo. Lo distribuyo lo mejor que puedo, honestamente. Soy humano, así que a veces le doy más atención a uno que al otro.
-¿Y las expectativas de las personas que te acompañan en esos otros proyectos? ¿Hay por ahí a veces exigencias de tus compañeros?
-Por supuesto, sí. Las bandas son como matrimonios. Es importante regar la matica, mantener un poco vigente la conversación y que se sienta un compromiso. Creo que la fórmula del éxito es la honestidad absoluta sobre el nivel de compromiso que puedes dedicarle a cada proyecto. En el caso de Arawato, hemos sido muy honestos entre nosotros sobre nuestros calendarios, sobre nuestra disponibilidad. A partir de eso, trabajamos en función de encontrar esos espacios para hacer música. Sin juzgarnos, sin pretender que se supone que tenemos la responsabilidad de hacerlo. Sino más bien partir de que tenemos un previo acuerdo de que cuando podamos hacerlo, lo vamos a hacer.
En el caso de Viniloversus es distinto porque es mi banda de toda la vida. Y hay una búsqueda por parte de la banda de seguir haciendo música, al igual que por mi parte. Pero depende mucho también de la disponibilidad. Yo soy padre de tres chamos. Tengo un trabajo que ocupa mucho de mi tiempo. Y creo que comunicar eso me ha funcionado para encontrar este nuevo balance en el que logramos definir fechas para hacer shows o para reunirnos y hacer música. Requiere una flexibilidad y una dinámica de trabajo muy distinta a la que teníamos cuando teníamos 20 años y no éramos padres.
Con todos los proyectos he tratado de manejar esa dinámica de ‘vamos a ser flexibles, vamos a encontrar una manera de que esto funcione’. Porque si no funciona, entonces todos perdemos. Siempre a partir de la búsqueda de algo que mantenga el proyecto vivo, por más que sea a fuego lento. Es mejor que esté a fuego lento y se siga cocinando a que se apague la olla. Y bueno, con eso dicho, también tener un compromiso de querer hacerlo y tomar la iniciativa y buscar ser disciplinado con la producción de música. Porque al final se reduce a las canciones. Puedes reunirte y puedes hacer todas estas cosas, pero la materia prima son las canciones. Entonces yo trato de buscar espacios para componer música. Eso es algo muy importante para mí y creo que la supervivencia de los proyectos depende netamente del hecho de que tengas o no tengas canciones así sean engavetadas para desempolvar y publicar. Es importante tener un repertorio de canciones listo para sacar adelante y mantener la conversación andando.
-¿Te gusta tu trabajo en Believe?
-Me encanta mi trabajo en Believe. Siempre me ha llamado mucho la atención el mundo de los negocios, especialmente el negocio de la música. No solamente por el interés natural que me genera, sino por la responsabilidad que siento como venezolano que viene de un país cuya infraestructura en la industria musical es inexistente. O por lo menos nosotros vivimos el colapso de esa industria musical o de esa infraestructura. Ahora estando en una posición importante dentro de la industria musical y del mundo de la distribución, me siento extremadamente afortunado y responsable para prestar un servicio eficiente, para tener conversaciones honestas con músicos sobre cómo funciona realmente la maquinaria. Me siento privilegiado, tengo un trabajo que está muy alineado con mis intereses y me ha dado la oportunidad de conectar con músicos de otras regiones, con culturas y géneros musicales con los que de lo contrario nunca hubiese interactuado.
Ha sido un gran crecimiento para mí, por supuesto como empresario dentro de la industria, pero también como músico, porque me ha dado una apertura a mucha música nueva que de lo contrario no hubiese escuchado. Y viniendo de una banda de rock and roll donde uno normalmente es un poco prejuicioso de la música que no es la que a uno más le gusta, me ha ayudado a tener una mente más abierta y apreciación de todos los géneros. Y la apreciación detrás de los músicos que, indiferentemente de los géneros en los que estén produciendo, de verdad tienen una disciplina por componer y publicar. Me siento muy privilegiado. Yo amo mi trabajo, honestamente, para responder tu pregunta.
-¿Tienes el sueño, necesidad o expectativa de vivir full time componiendo o de la música?
-Durante muchos años viví únicamente de ser un músico, de ser un compositor y de tocar en vivo, esa era mi forma de generar ingresos. Siendo también uno de los compositores principales de todos los proyectos, he tenido la suerte también de tener un ingreso pasivo a través de los derechos de autor; por supuesto, siendo dueño de toda mi música… todos los proyectos han sido independientes, nunca hemos vendido los masters. No quisiera depender únicamente de eso, obviamente me encantaría tener un hit mundial que resuelva el futuro de mis hijos. Pero no necesariamente estoy en la búsqueda de hacer una canción que aspire ser un hit únicamente por eso.
Mi búsqueda no es tan monetaria en la música y eso es lo que me encanta de trabajar en una compañía que me da una estabilidad más allá de mis ingresos adicionales como compositor y como músico. Me gusta la idea de que eso sea como algo adicional y que me permita creatividad, libertad absoluta en la búsqueda creativa. Y no estar atado a “¡Huy! Esta canción tiene que ser un hit; o ¡wow!, este coro no es lo suficientemente catchy, necesito algo con más hook”, sino dejar que las canciones realmente evolucionen y crezcan y tomen su camino, sin amarrarlo a esta canción tiene que ser un hit porque, coño, tengo que pagar la renta este mes y si no pega… Eso creo que es muy tóxico para el proceso creativo y nubla un poco lo auténtico. Uno tiene que hacer la música que le nace y no solamente para que pegue. Entiendo y respeto a los compositores cuyo trabajo es hacer hits, pero esa no es la búsqueda en la que estoy yo.
Yo quiero hacer algo que trasciende un poco más. A veces cuando recibo un mensaje de un fan -y esto va a sonar súper cursi- que de pronto conectó mucho con una canción que han escuchado no más de 5.000 personas o que tiene apenas 5.000 streams en Spotify, o sea una canción de muy poca popularidad, pero que para esa persona es extremadamente simbólica e importante en su vida, eso para mí tiene un valor muy importante y trasciende cuántos millones de streams suma. Y el hecho de tener un trabajo que me permite no depender de la música, sino que la música sea una fuente de felicidad para mí, una fuente de descarga creativa, creo que es algo muy sano también. Me sirve como terapia de poder hacer música sin ataduras a necesidades económicas.
-Ahora, sí hay una atadura a la cantidad, porque dijiste que quieres tener al menos unas 150 canciones hechas antes de cumplir 40 años.
-Bueno, eso sí. Hay una búsqueda, pero esa búsqueda no es necesariamente monetaria, es más de legado. Los artistas que yo más admiro publican mucha música. Soy eterno fan de Bob Dylan, soy eterno fan de Jack White, de Gustavo Cerati. Y estos son todos músicos y compositores que de verdad hicieron un esfuerzo y siguen, obviamente no Cerati, publicando música. Me gustaría tener esa vocación el resto de mi vida, ser muy prolífico en la generación de catálogo y de canciones. Eso para mí sí es muy importante, crear el mayor número de canciones posibles y compartirlas con el mundo. Porque mientras más canciones tienes, más chances tienes de tener un hit, pero más chances tienes de tener esa conexión con la gente, que es lo que yo busco, generar una conexión con mi público, por más cursi que suene.
-¿Cuántos años tienes?
-Tengo 37, bróder.
-¿Y cómo vas? Te quedan 3 años para las 150 canciones.
-Me faltan como 30. Estamos cerca, pero no estamos tan cerca.
-10 por año, mínimo.
-Exacto, bróder. Y bueno, después me gustaría tener 300. En los últimos dos años me dediqué mucho a mi trabajo y me distancié un poco. El único proyecto que realmente desarrollé fue OTA El Hipopótamo. Pero ahora, gracias a Dios, todos los proyectos están un poco en velocidad crucero, eso me permite brincar de uno a otro. Creo que ya estoy como balanceado con el trabajo en una posición más estable. Por eso ahora estoy buscando dedicarme más a producir y publicar más música de lo que he estado publicando últimamente.
-Con tu proyecto de música infantil has empezado a explorar la comedia. Consumes mucho humor, stand-up comedy en inglés y español, podcasts y todo eso. Me pregunto si eso ha influenciado un poco también en tus búsquedas artísticas actuales.
-Para mí el humor es una parte fundamental de la vida: saber reírse de sí mismo y tener un sentido del humor es crucial para la supervivencia. Pero nunca lo había integrado a proyectos musicales. Siempre he sido un arlequín con muchas cosas en mi vida, excepto con la música. La música es lo que más me tomo en serio, obviamente mi familia ahora, pero de resto siempre he sido un poco de no tomarme nada en serio. Una vez lo hablé con Beto, de Rawayana, en medio de una de esas conversaciones intelectuales sobre precisamente integrarle o no integrarle la comedia a la música. En el caso de Rawayana, ellos han sido muy exitosos y creativos en lograr eso, en vincular la comedia a su proyecto; aun así, tienen muchas canciones que no tienen nada que ver con la comedia y al mismo tiempo mantienen la integridad de ser una banda extremadamente respetable. En mi caso, por venir de una banda de rock and roll, creo que siempre he sentido que indagar en la comedia como lo hace Rawayana no es algo que me puedo dar el lujo de hacer.
Hace un par de años hicimos una colaboración con Simón Grossman, que se llamó Canción de amor; precisamente eso es como lo más cercano que hemos hecho a la comedia, porque la canción se llama Canción de amor y habla sobre un tipo que no quiere reconocer su cursilería, no quiere reconocer su lado romántico. Y el hecho de hacer la canción con Simón fue como la perfecta licencia para matar, porque Simón ha indagado muchísimo en ese tipo de canciones pop románticas, pop alternativo. Definitivamente él no le ha tenido miedo a eso y es una parte de su esencia como artista.
Ahora, el proyecto de OTA El Hipopótamo se siente como una oportunidad para crear un nuevo mundo y explorar estas tendencias humorísticas, creando personajes, alejándome completamente de mi nombre, es como ponerse una máscara. Esto permite cambiar de personalidad, ser otra persona. Entonces, aproveché finalmente de integrarle la comedia. También porque los niños quieren reírse, quieren cosas divertidas: si no le integras la comedia a un proyecto de música infantil, prácticamente le estás quitando la mitad de lo atractivo, la mitad del alma.
-¿Tienes referencias de algunas otras disciplinas artísticas? Pienso, por ejemplo, en la música que has estado componiendo desde hace unos 10 años más o menos y me pregunto también si tienes referencias literarias.
-Referencias literarias poéticas no he tenido, no soy muy mucho de leer poesía, honestamente. Los libros de poesía que he leído han sido en inglés, no he indagado tanto en poesía en castellano. Consumo mucha literatura en inglés y mucha literatura que tiene que ver con… bueno, estoy en una etapa en mi vida donde realmente me he enfocado en el mejoramiento personal, entonces los libros que leí no indagan mucho en temas que puedan asociarse al tipo de música que he hecho. No veo un vínculo entre la literatura que consumo y la música que hago, o las líricas que escribo, siendo súper honesto.
Creo que las artes plásticas han sido una influencia en mi música, más que la literatura. La creación de obras de arte en paralelo a la composición de música ha sido un proceso que me nutre, son dos vertientes que se retroalimentan. Cuando de pronto me tranco con ideas para una letra o una canción, me pongo a pintar para mantener el flow creativo pero en otro gremio, y eso me destapa un poco para después volver a la canción.
Pero sería hipócrita de mi parte decir que me leí un libro de Mario Vargas Llosas y que eso se tradujo en una canción. Mis influencias líricas vienen más que todo de experiencias personales y no necesariamente de fuentes literarias.
-¿Te consideras intenso?
-Voy a responder esto de la mejor manera posible… Sí me considero un poco intenso. Creo que las personas que me conocen, o que no me conocen y ven la música que hago, dirían que sí puedo ser un poco intenso. Pero tengo amigos que siento que son más intensos que yo y los admiro porque siento que ese miedo a ser intenso puede ser limitante.
A veces es importante buscar esa profundidad y no ser tan cínico con la gente que tiene esa búsqueda. A veces peco de ser cínico y eso puede privarte de explorar cosas. Que alguien diga: “No vale, qué intenso es ese tipo”; pero realmente qué importa eso, qué importa que digan eso si estás encontrando algo que es muy valioso para ti como artista.
Creo que soy un poco intenso, pero creo que tengo la conciencia para reírme de mí mismo cuando estoy siendo intenso y para reconocer que estoy buscando esa intensidad a propósito.
Mi esposa a veces es un buen cable a tierra. Le muestro algo que estoy haciendo, una canción nueva, y ella misma me dice: “Wow, eso está un poco intenso”. Casi que eso me gusta, porque a veces hay que retar un poco a la gente que te está cuestionando. Necesitamos a los intensos, así como también necesitamos a los cínicos que te bajan a tierra. ¿Cómo es que dice el dicho? La antena solo recibe si tiene un cable a tierra. Entonces es importante tener la antena y estar abierto a recibir cosas, pero es importante también tener el cable a tierra. ¿Me considero intenso? Equilibrado, sería mi respuesta.
-¿Cómo defines intensidad? ¿Qué es intensidad para ti?
-La intensidad es no tener miedo a explorar las ideas en profundidad, bien sea pensamientos intelectuales sobre la vida, sobre la filosofía, sobre la filosofía de vida, sobre temas en particular. Cuando hablas con alguien que puede tener una conversación profunda, que no tiene miedo a indagar en temas profundos sobre la vida, sobre nuestra existencia, sobre la razón de ser, la razón de hacer música… creo que esas son las conversaciones más bonitas. La intensidad está amarrada a no tener miedo a tener esas conversaciones a menudo, porque todo el mundo tiene esas conversaciones tarde o temprano, si se te muere un pariente o pasas por una experiencia traumática. Obviamente, hay quienes lo dejan para el terapeuta, pero hay gente que es un libro abierto y lo hablan con cualquier persona que se encuentra en la calle, o con un nuevo amigo: le cuentan todo sobre sus vidas y sobre lo que piensan y la búsqueda en la que están. Yo soy un poco así, un poco un libro abierto. Me gusta evitar las conversaciones superficiales y buscar esa conversación más profunda para de verdad entender cuáles son los valores de la persona con la que estoy hablando.
Hay gente a la que le gusta mantener la conversación superficial, y hay gente a la que le gusta ir directo a conversaciones más profundas sobre la vida, sobre la razón de estar aquí, la razón de hacer música, de levantarse en la mañana, de echarle bolas. Son cosas que uno se cuestiona constantemente: es importante no tener miedo a esas conversaciones profundas. La gente que no tiene miedo a tener esas conversaciones profundas a menudo, son las personas a las que considero intensas. Y creo que yo soy una de esas personas, pues me gustan esas conversaciones.
-¿Pasó algo en tu vida en los últimos 5 o 7 años que te hiciera aumentar esa búsqueda de profundidad? Porque pienso por ejemplo en Viniloversus V, que hay como un salto en cuanto a la música que venías haciendo antes en cuanto a la profundidad de las letras e incluso los tópicos.
-Totalmente. Creo que el nacimiento de mi primer hijo. Cuando tienes tu primer hijo empiezas a cuestionarte muchas cosas en tu vida, muchas decisiones. Todos maduramos, todos evolucionamos. Entonces, de pronto las temáticas de las cuales estaba hablando cuando tenía 19 o 20 años, componiendo el primer disco de Vinilo, son muy distintas a las letras del quinto disco, donde tratamos de poner a un lado la testosterona, que era como un factor determinante en la esencia de la banda, y absorber un poco la energía femenina, o ese espíritu femenino que era lejano a la banda. Por esa razón invitamos a artistas increíbles como Fer Casillas, Maye Osorio y Panda Elliot a formar parte del disco.
Eso creo que a nivel personal ha sido una búsqueda mía, del equilibrio entre ser una persona que explora el peligro de sexo, drogas y rock and roll que propone una banda de rock; y ser un hombre de familia en el que todos esos elementos que mencioné anteriormente son completamente tóxicos para la estructura familiar. Cómo balanceas eso con tu público, cómo mantienes la estética sonora, o cómo evolucionas coherentemente dentro de tu narrativa como artista y que la gente pueda acompañarte en esa evolución. Sin duda el nacimiento de mi hijo ha sido una de las cosas que más me ha impactado de manera positiva y que también me ha hecho cuestionar mi camino.
Cuando tienes un hijo pasas de ser tú, ya no se trata de ti, entonces tu ego recibe como un shock de, mira, está todo bonito y muy bien todo lo que tú quieres hacer con tu vida y todas las metas y planes que tienes de conquistar el mundo, pero ahora tú eres responsable de esta vida. Tu propósito no es ser un músico o un artista exitoso, tu propósito es ser un buen padre, darle la base a este chamo, en mi caso a estos tres chamos, para que tengan una vida digna, para que vivan experiencias tan bonitas como las que has vivido tú. Es tu responsabilidad asegurarte de darles las herramientas para que ellos sientan la confianza de explorar, al igual que lo hiciste tú.
Es como una transferencia de data y de responsabilidades; un cambio de prioridades profundos en mi vida, donde la música de pronto dejó de ser lo más importante. Hasta que nació mi chamo, lo más importante de mi vida era la música Yo amo la música y siempre amaré la música, pero la música no es más importante que el amor, por más cursi que suene, o que mi rol como padre. Si yo veo que mi rol como padre va a resultar comprometido por mi vínculo a la música, si tuviese que escoger, abandono la música primero y me ocupo de mis hijos.
Eso de cierta manera puede ser muy liberador, perder ese miedo de “huy, no sé si voy a poder hacer música toda mi vida; y si no hago música, me muero”. Efectivamente, si yo no hago música me va a entristecer mucho, pero no me va a entristecer más de lo que me entristecería ser un mal padre.
Ese tipo de cambios de conciencia uno los somatiza de distintas maneras. Supongo que se traducen a la música que uno hace. En los primeros discos estamos hablando de ir Directo al grano, y El día es hoy, y, ¿sabes?, cosas un poco más superficiales y sexuales y superfluas, versus los últimos discos. En el quinto disco donde ves una exploración mucho más espiritual, cuestionándome realmente a nivel personal por qué estoy haciendo música. Hay una canción en particular en ese quinto disco que resume el momento en el que yo estaba como ser humano y como compositor, el tema se llama Shiva. Esa canción habla sobre eso, pues hay una frase que siempre se queda conmigo: “qué es lo que quiero, fama y dinero / solo si vendes tu alma primero”. Eso para mí resume un poco el balance entre el ego y venderle tu alma al diablo en la búsqueda del éxito. ¿Cómo logras tener éxito sin venderle tu alma al diablo? Manteniéndote auténtico a tu esencia como artista. El nacimiento de mis chamos cambió mi manera de pensar sobre todo.
-Empezaron hablando de ir directo al grano y terminaron hablando de Shiva.
-[Risas] Exacto, exactamente.
-Esa me parece de hecho una de las mejores canciones que has escrito.
-Muchas gracias, bróder.
-¿Tienes influencias, sea filosóficas o religiosas, del hinduismo o del budismo?
-Me he vuelto medio obsesivo con todo lo que es la filosofía estoica, los escritos de Marco Aurelio, las cartas de Séneca… me parecen fascinantes porque siento como una profunda relación con el mundo moderno.
Yo fui criado como católico y hasta el sol de hoy cuestiono mi fe. Creo que hay grandes valores en la Biblia y hay grandes valores en las enseñanzas de la religión católica, de todas las religiones realmente: trato de absorber cuanto pueda. Creo que las enseñanzas de Alan Watts también han sido una gran influencia en mi vida. Alan Watts es uno de los grandes maestros de la filosofía zen y fue uno de los grandes precursores de traer las enseñanzas de Asia a este lado del río.
Creo que todo lo que es la búsqueda del Tao, de la filosofía zen, de la religión católica, de la filosofía estoica… trato de absorber las lecciones que me parecen más valiosas de cada uno. Definitivamente, me atrae muchísimo la mitología griega, tengo canciones que apelan a eso en el tercer disco, como es el caso de Ares. Me atrae mucho la mitología hindú y todo lo que está amarrado a la religión hinduista, como es el caso de Shiva.
Y en general la exploración de enseñanzas de todo tipo. Es lo que te decía antes, nunca he sido mucho de leer poesía ni ser un gran lector de los grandes poetas, mi búsqueda siempre ha sido un poco más precisamente de filosofías. De todas las que he encontrado, la más cercana a mis valores creo que ha sido la filosofía estoica.
-Aligerando un poco el tema, ya dejas los posts en Instagram más de 24 horas, ¿no?
-[Ríe a carcajadas] ¡Yo creo que sí soy intenso! Sí, o sea, como que entro en loqueteras de repente y me provoca que la gente no tenga tanto acceso a la vida de uno, a fotos de tus hijos y fotos de tu esposa y tu familia y tu vida personal. Hay épocas en las que quiero simplemente desaparecer del mapa y borro todos los posts de Instagram para que nadie vea en qué ando y nadie pueda analizar mi vida. Y luego se me quita y digo: “¡Ah, qué importa! Igual todo esto va a desaparecer tarde o temprano y nadie se va a acordar de Rodrigo dentro de mil años, así que qué importa”.
Voy de atrás para adelante con esas disyuntivas internas de cómo manejar la presencia en el mundo digital. Creo que es algo que me cuestiono y me preocupa mucho el futuro por mis hijos, por cómo afecta también mi propio cariño a mi música. Las métricas de medición que nos dan las plataformas hoy en día son muy peligrosas. Un músico, que puede ser extremadamente talentoso y hace una canción espectacular, de repente se desmotiva porque ve que su canción no tiene tanta atracción en Spotify como una canción terrible de reguetón que no habla de nada sino de promiscuidad y puros temas horribles. Trato de no prestarle mucha atención en general a las métricas de las plataformas de música o de redes sociales. Posteas una foto de un concierto y tiene 100 likes, y posteas una foto con tus hijos en la playa y tiene 4.000 likes. Empiezas a distraerte pensando que la gente quiere saber más sobre mi familia que sobre mi música. Y es muy peligroso ese juego donde empiezas a corregir tu visión creativa o a alinear tu búsqueda con lo que el algoritmo te está diciendo que la gente quiere. Eso puede hacer que dejes de explorar cosas que no hubieses explorado si no hubieses tenido ese feedback de las plataformas.
Obviamente, conscientemente, si hay algo que está funcionando dentro de mi catálogo musical, estratégicamente a nivel de marketing, voy a buscar y utilizar esa información a mi favor. Pero a la hora de ser creativo, a la hora de compartir cosas sobre mi vida, estoy en una eterna búsqueda de qué es lo correcto. Por eso a veces me vuelvo loco y borro todos los posts o dejo un solo post o no sé. Eso siempre está en fluctuación.
-Pusiste la pelota picando y tengo que disparar. ¿Sufres en esta época del reguetón y del trap?
-No, no sufro, no sufro en absoluto. Pero hay una parte nostálgica mía que siente que se ha desvirtuado un poco el proceso y la capacidad de apreciar música. Y eso no necesariamente es algo superficial.
Con la música urbana y el reguetón en general es imposible negar su influencia, su impacto y la reacción que genera naturalmente el ritmo del dembow. La persona que lo niegue simplemente no quiere reconocer la verdad. Pero después me cuestiono por qué necesariamente está tan amarrado a la sexualidad, por qué no hay artistas que de pronto exploren una manera de hacerlo un poco menos superficial. Tengo la esperanza de que va a llegar ese artista.
Creo que estamos en un gran momento para la música, donde gracias a toda esta revolución informática, se está como que mezclando todo. Entonces ya yo creo que al reguetón, a la música urbana, le está pasando un poco como a la música disco, que no es que va a desaparecer, pero ya se va a poner un poco vieja una canción que hable sobre algo muy burdo y muy vulgar. Me da curiosidad lo que viene.
También por mi trabajo he aprendido a tener una mente mucho más abierta. Trabajo con muchos artistas de urbano en Puerto Rico, en México y he aprendido a apreciar su proceso mucho más. He puesto a un lado mi resentimiento rockero de no entender cómo es posible que Bad Bunny tenga más monty listeners que los Beatles. Y entender que genuinamente él está conectando con algo que funciona y que a la gente le gusta. Y uno no puede rechazar eso, uno no se puede hacer la vista gorda y decir: “No, eso igual es malo”. Hay algo ahí que es atractivo para mucha gente y hay que reconocerlo y respetarlo. Ese es uno de los bonitos valores que aprendí en mi trabajo, respetar a todos los músicos indiferentemente de su género. Que de pronto cuando estaba en mi rol de músico únicamente era un poco más… me ponía a juzgar sin realmente darle un segundo chance a estas personas que también están en su búsqueda.
Entonces no, no odio el reguetón y no odio el urbano. No es mi música, no es la música que escucho y sí pienso que realmente hay canciones que me parecen mucho mejores; que uno puede pasar su tiempo disfrutando música que no necesariamente te haga sentir bien en el momento, sino que te deje con cosas que pensar. O sea, yo escucho Titi me preguntó y no me quedo pensando sobre mi vida. “Titi me preguntó si tengo muchas novias”. Es divertido y es jocoso. Hay un tono hasta de comedia ahí, pues es un chiste casi. Pero no es realmente algo que… si estás en una fogata, en un trip de ayahuasca, no vas a escuchar Bad Bunny, vas a escuchar una canción de Bob Dylan, vas a escuchar algo que realmente tenga algo que decir sobre la vida, que te ponga a pensar o que te haga cuestionarte.
El urbano y el reguetón es muy directo y muy poco profundo, está bueno para divertirse, pero no siento que te deja nada a largo plazo.
-Y como músico, ¿sufres alguno de los cambios en la industria? Pienso, por ejemplo, en el tema de que cada vez es más normal que se suban a la tarima intérpretes con una consola y ya. Me imagino que eso hace que los productores de eventos empiecen a pensar dos veces antes de tener que trasladar a una banda, que son unos instrumentos, que son cuatro o cinco personas… y eso se va volviendo cada vez más engorroso y los empiezan a ver ya como los fastidiosos del festival.
-Totalmente, totalmente. Eso tiene tiempo sucediendo, incluso antes de que yo tuviese una banda. O sea, si eres un empresario que tiene que hacer un show, es mucho más rentable contratar un DJ exitoso, que viaja solo con un tour manager, que contratar una banda de rock exitosa, que cueste lo mismo y que tenga el mismo número de audiencia. Porque al final la banda son cuatro o cinco personas. Más el tour manager, más todos los peroles, más las baterías, más lo demás. Entonces, siendo súper objetivo, a nivel netamente logístico y económico, como empresario son mucho más atractivo los proyectos de DJ’s y cosas así.
Pero al final del día, la gente siempre va a apreciar la parte orgánica y virtuosa de músicos que hacen música en vivo. Hay algo que es inigualable, que nunca lo vas a recibir de darle play a una consola, y eso es el tipo que le está dando al tambor para que suene en tiempo real la batería. El tipo que le está dando la cuerda, al bajo para que suene en tiempo real… lo que ellos están imprimiendo en conjunto, esa sinergia de los cuatro o cinco, para luego crear un sonido que comparten con la gente. Eso es algo muy especial y creo que nunca lo vamos a perder.
Es lo mismo que escuchar música en vinil versus escucharlo en Spotify. Hay gente que aprecia mucho tener el disco, escucharlo en la fidelidad sonora más alta posible, tener esa experiencia orgánica con el disco, poner el acetato en el plato, escucharlo en unas buenas cornetas y apreciarlo en su máxima expresión y con la máxima calidad posible. Esa nostalgia por la máxima fidelidad creo que se va a mantener vigente sin importar lo que suceda en el futuro. Esa es mi predicción. Siempre va a haber una apreciación por músicos en vivo.
-Tengo que preguntarte lo que todos les preguntan en los conciertos y por la red. ¿Qué onda con Arawato? ¿Viene música nueva? ¿Van a hacer algún concierto?
-Claro que sí. Arawato sigue en pie y seguimos haciendo música. Estamos trabajando, nos hemos reunido varias veces este año para hacer canciones. Tenemos canciones listas para lanzar, pero estamos buscando el momento preciso para hacerlo y que funcione con las agendas de todos. Yo con mi trabajo y con mis otros proyectos musicales estoy muy ocupado. Luis con sus proyectos musicales y su trabajo como compositor y productor también está muy ocupado. Entonces, de nuevo, hemos sido muy flexibles entre nosotros y hemos dejado que las cosas sucedan a su debido tiempo, sin ningún tipo de presión. Eso es lo que ha hecho que Arawato sea exitoso.
No estamos amarrados a la presión de tener que sacar música, llevamos ese proyecto muy distinto a como llevamos todos nuestros otros proyectos. Lagos está continuamente publicando música. Los Mesoneros está continuamente publicando música. Viniloversus ha publicado seis discos. Con Rodrigo Solo yo he publicado un disco y muchas canciones en solitario. Arawato apenas ha sacado seis, siete canciones. Y todas han generado una gran tracción y una gran conexión con el público.
Hemos aprendido a manejar este proyecto en otra frecuencia y hemos sido muy respetuosos de no forzarlo por la presión. Cuando la música esté lista y cuando todos estemos en un lugar cómodo para hacerlo y promocionarlo correctamente, ahí es cuando vale la pena realmente sacar Arawato.