Melomanía

Lo que tu papá y la doñita aquella necesitan saber sobre el trap

El trágico evento de Parque del Este confrontó a muchos, por primera vez, con la existencia del trap. Adultos escandalizados, gente en pose indignada, dejaron fluir sus prejuicios: "eso es cosa de malandros de barrio, mis hijos no escuchan ese horror". Pero claro que sí: el trap es un poder

Composición gráfica: Yiseld Yemiñany
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El trap no es de ahora, señora. No es un invento de villanos con micrófonos para corromper a la prístina juventud ni un instrumento para ensordecer a los oídos más viejos que solo se atreven a mover un dedo cuando escuchan “Las cuatro estaciones” de Vivaldi. Tampoco es de Venezuela, ni Latinoamérica, aunque en estos tiempos se produzca mucho aquí. El trap tiene historia y casi los mismos años que su hijo o nieto que lo escucha.

Empezó en Estados Unidos. Sí, “the land of the free” es la cuna del trap. Es una derivación del hip hop que tiende a confundirse con el rap, pero cada vez menos.

Es difícil atribuirle la condición de creador a un solo rapero/trapero o grupo, pero la locación donde empezó todo fue en Atlanta, Georgia, a principios de la década de los 90. Los primeros en “trapear” (que no es pasar coleto) fueron Three 6 Mafia, Outkast, UGK y Goodie Mob.

Lo que distingue a este sub género es el uso de hi-hats (platillos), auto-tune, cajas rítmicas y en general, por su ritmo y arreglos electrónicos que pretenden darle características más sombrías a las canciones.

Muchos de sus propios autores también le atribuyen una carga violenta a las letras, que en su mayoría -al menos en sus inicios- hablaban de armas, sexo y drogas.

A mediados de esta década se unieron más raperos estadounidenses al selecto grupo: T.I., Young Jeezy, Gucci Mane y Rick Ross se montaron en la ola.

Fue en el año 2010 cuando estos artistas comenzaron a alcanzar las primeras posiciones en Billboard, en una década con abundante y atractiva música pop. A ellos se empezaron a sumar incluso más artistas.

El salto

No se sabe cómo el trap “brincó para abajo” pero, para que tú también te informes, no fue Bad Bunny quien hizo la jugada.

A los temas “Me compre un full”, “El pistolón” y “La sensación del bloque” los relacionaban con reguetón, pero claramente eran otra cosa. De manera que los primeros exponentes latinos de trap serían Arcángel, Ñengo Flow, Randy y De La Ghetto.

Esto fue en el 2007, pero todavía no se le bautizaría como trap.

Lo que pasó en el 2016 fue interesante y constituye un ejemplo para quienes quieren destruir a un género solo por ser una forma distinta de expresión: “Cuatro babys”, de Maluma, fue abiertamente criticada por supuesta violencia contra la mujer.

La canción habla de salir con cuatro mujeres y como cualquiera que se contemple la hábil tarea, no es una lírica romántica. Fue denunciada con insistencia e incluso abrieron una cuenta de petición de firmas en Change.org para eliminar el tema de las plataformas digitales.

¿Qué logró esa campaña en contra? Que la canción se posicionara en el puesto 15 del Hot Latin Songs de Billboard en diciembre de 2016, siendo el tema de trap latino que más escaló en esa lista hasta el momento.

Esto terminó de abrir el camino a grandes que ya estaban en la movida como Bad Bunny, Bryant Myers, Anuel, Ozuna, Farruko, Jon Z, entre otros.

Y siguió bajando por el mapa. En 2017 empezaron a aparecer artistas como Paulo Londra, Duki, Ecko, La Joaqui o Cazzu, que son los integrantes más potentes de la generación del trap argentino. Estos artistas masifican su arte a través de las redes sociales y se ubican en la cúspide del trap en Argentina con sus letras y frases que ya son himnos para una generación un poco “desubicada”.

Sí, un país rockero y cuna del tango como Argentina le dio cabida a este género sin problemas.

En España, por poner otro ejemplo, hay una escena muy sólida de trap. Llegó con unas primeras pinceladas entre 2008 y 2010, pero se consolidó fuertemente en 2012. Sus artistas son conocidos mundialmente y son apreciados por los jóvenes de su país. Entre ellos hay nombres como C. Tangana, Los Malos, La Zowie, Kinder Malo, Pimp Flaco y otros.

El trap de alpargata

Es difícil precisar quién arrancó con el fenómeno en Venezuela o establecer de quién fue “la primera canción” de trap. Varios artistas se disputarían el honor, pero sí se puede decir que la primera en tener un impacto real (14 millones de visitas en YouTube), fue “Milki” de Akapellah, lanzada en agosto del 2016.

Sorpresivamente, esta canción no es necesariamente violenta, habla de que ya todo cuesta 1.500 bs (cuando eran bolívares fuertes), “desde un pote e’ fresco hasta una vara e crippy” y terminó convirtiéndose en una ingeniosa crítica a la hiperinflación.

Varios artistas venezolanos se han sumado a lo largo de los años a la onda del trap: Apache, King Pride, Trainer, Alan Wittels, Jeeiph, Micro TDH, Nk Profeta, Gregory Palencia, Deja Vú, Reke, Young Laroye, Pipo Martínez, Big Soto, Tao Pai Pai, El Prieto, Neutro Shorty.

Hasta los más “old school” han hecho o quieren hacer trap.

Los números son impresionantes. Sus exponentes principales manejan visitas y reproducciones envidiables en Spotify y Youtube, por ejemplo:

Big Soto: 15 millones de visitas en su video más reproducido y 865.000 suscriptores en YouTube. 845.519 personas lo escuchan mensualmente en Spotify y su tema más popular tiene casi 3.500.000 reproducciones.

Akapellah: 26 millones de personas han escuchado su tema más famoso en YouTube y tiene 1 millón de suscriptores. Tiene 1.040.000 oyentes mensuales en Spotify y su tema número uno tiene 14 millones de reproducciones en esa plataforma.

Neutro Shorty: 32 millones de visitas tiene “Camino Solo” y cerca de 970.000 suscriptores a su canal. En Spotify suma 450.000 oyentes al mes y su tema más reproducido casi 4.200.000.

Micro Tdh: Su tema más popular como solista cuenta con 59 millones de visitas en YouTube, pero una colaboración con Piso 21 llamada “Te Vi” tiene casi 315 millones de reproducciones. 6 millones y tantos lo escuchan mensualmente en Spotify y su canción más escuchada en la aplicación tiene casi 30 millones de reproducciones.

Aunque, con razón, al trap de cualquier ubicación geográfica se le atribuye una carga importante de violencia y temas pesados, el de Argentina tiene un aire más competitivo, el español es de vez en cuando melancólico y el venezolano tiene notas muy “Caribe”.

Las letras del trap de nuestro país se diferencian por un “flow” de querer vivir una vida buena, con algún grado de desmesura. Una vida que fue una meta para muchos de estos cantantes con orígenes humildes y sobrepasa lo demás. Estos chamos, según ellos, quieren trabajar y rumbear. Fumar, tomar y tener sexo. Y descargan sus ganas de fiesta tanto en el barrio como en locaciones de lujo con taquilla en dólares. Hay que gozar mucho y rápido: esa parece ser la meta.

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